La prolongada crisis económica plantea este 8 de marzo un escenario muy duro: el Día Internacional de la Mujer Trabajadora amanece en España con más de 2.160.000 mujeres sin trabajo. Los últimos datos del INE, correspondientes al mes de febrero, indican que ellas son, junto con los menores de 25 años, el grupo más afectado por la recesión económica y el paro. También son el sector de la población con más dificultades para reengancharse al mercado laboral. Aunque hay matices. En este contexto tan poco halagüeño, el trabajo a distancia (o deslocalizado) sobresale como alternativa para generar empleo, reducir costes, mejorar la productividad y conciliar la educación de los hijos con el desarrollo profesional. En los últimos cinco años, la tasa de teletrabajadores se ha duplicado en España.
Modelo en alza
Todavía llama la atención, encuentra resistencias y hasta genera cierto recelo. Sin embargo, el trabajo a distancia no es un modelo reciente. Ha cumplido ya varias décadas, tras surgir en Estados Unidos en los años setenta del siglo pasado, con la crisis del petróleo. Su objetivo principal fue evitar desplazamientos en coche y, de esa forma, ahorrar energía. En la actualidad, si bien contribuye al ahorro de combustible, el trabajo deslocalizado representa una nueva forma de organización de las empresas, los profesionales, las instituciones públicas, las familias…
Teletrabajo significa “trabajo a distancia”, aunque la expresión no vale para cualquier caso. Se utiliza para definir las actividades que se realizan fuera de la empresa o de la oficina, pero que se desarrollan como si el trabajador estuviera de manera física en ellas. La diferencia fundamental con el trabajo a domicilio, entre otros, es el papel protagonista que desempeñan la informática y las nuevas tecnologías en la actividad laboral. Eso explica que esta modalidad de empleo esté más extendida en los países con mayores avances tecnológicos.
En los últimos cinco años, la tasa de teletrabajadores se ha duplicado en España
Estados Unidos y algunos países del norte de Europa encabezan la lista de lugares donde la revolución tecnológica ha pulverizado los esquemas tradicionales de trabajo. En ellos, la cuarta parte de los trabajadores tienen un empleo a distancia. Les siguen países como Reino Unido o China, con un 17% de teletrabajadores y, bastante más lejos, España, donde la tasa de trabajo a distancia apenas roza el 10% de la población laboral. ¿Eso es mucho o es poco? Si se compara la cifra con los países donde se ha asentado y normalizado este modelo, el porcentaje es bajo. En términos relativos, la mitad. No obstante, si se toma como referencia qué ocurría hace solo cinco años, el crecimiento del teletrabajo es llamativo. En términos absolutos, ha aumentado hasta el doble.
La crisis, un potente motor
Una de las cuestiones más significativas de esta expansión es que el interés real por el teletrabajo y su puesta en marcha en España se han intensificado en los dos últimos años, a la par que la crisis económica. No es casual. Los problemas nuevos empujan a la búsqueda de alternativas capaces de aportar soluciones. Resulta esclarecedor que, entre 2008 y 2009, se ha detectado un punto de inflexión en materia de producción deslocalizada, jornadas de trabajo variables y flexibilidad laboral. Un cambio sustancial.
Un estudio elaborado por la Universidad Carlos III de Madrid señalaba en 2003 que el país contaba “con un escaso interés por modificar sus mecanismos laborales”, pese a que la tecnología ya permitía “nuevas formas de relación entre los trabajadores”. Esa falta de interés por cambiar el modelo de trabajo tradicional se registró una y otra vez hasta que la debacle financiera obligó a muchas empresas, instituciones y empleados a replantearse los esquemas. Si hasta hace pocos años se premiaba la presencia y la cultura de trabajar más horas que el jefe, ahora se busca y se premia la consecución de objetivos.
Cerca de la familia
El ahorro económico que fomenta el teletrabajo beneficia a los empresarios, a los empleados y a los países donde se generaliza el modelo. Para el trabajador supone menos horas y dinero invertidos en desplazamientos, menos gastos en comidas fuera de casa y un presupuesto más pequeño en vestimenta formal. Para el empresario significa una reducción de sus costes fijos (como agua, luz, calefacción, transportes o equipamiento de oficina), una reducción del absentismo laboral y un aumento de la productividad de hasta el 30% al trabajar por objetivos, efectividad y resultados.
El principal atractivo del trabajo a distancia es la posibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar y la social
Las empresas se decantan por esta opción porque los teletrabajadores aseguran una mayor productividad si trabajan por objetivos y el coste del puesto de trabajo se reduce hasta en un 50%. Sin embargo, no es el ahorro el factor que más entusiasma a los teletrabajadores. Ni siquiera la idea de poder hacer sus tareas sin quitarse el pijama y las pantuflas. Para un empleado, funcionario o autónomo, los principales atractivos del trabajo a distancia son la flexibilidad horaria y la posibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar y la social. Más todavía en el caso de mujeres con niños, ya que aún son ellas quienes soportan la mayor parte de la responsabilidad educativa de sus hijos y este factor les impide, a menudo, reconectar con el mercado laboral tradicional tras formar una familia.
El empuje público
Aunque se tiende a pensar que los pioneros del teletrabajo son las empresas y los empleados del sector privado, la tendencia internacional sugiere lo contrario. En casi todos los países del mundo, los principales promotores del trabajo a distancia son los gobiernos y las instituciones públicas, ya que las administraciones cuentan con más medios y recursos para acceder con facilidad a las innovaciones informáticas y a la tecnología punta. España no es la excepción. Iniciativas recientes, como las del País Vasco y Castilla-La Mancha, intentan explorar las ventajas de este modelo flexible, mientras se marcan como meta prioritaria la conciliación de la vida familiar y laboral.
El ejemplo de Euskadi es claro. El pasado 17 de enero, el Gobierno vasco puso en marcha una experiencia piloto de teletrabajo en el Departamento de Justicia y Administración Pública. El plan -al que se acogieron de modo voluntario una treintena de funcionarios- es mixto: consiste en trabajar dos días en la oficina y los otros tres desde casa. Aunque todavía es pronto para sacar conclusiones -la prueba se extenderá durante cuatro meses-, el Ejecutivo vasco maneja algunos datos de interés. Uno de ellos es que el 85% de los funcionarios que se han apuntado a la experiencia se ahorrarán cerca de 216 horas en desplazamientos, ya que antes de sumarse al plan recorrían, de media, unos 120 kilómetros diarios para llegar a sus puestos de trabajo.
Un proyecto similar, más reciente, es el diseñado por la Junta de Castilla-La Mancha. Desde hace una semana, 30 empleados públicos (letrados e informáticos) desarrollan parte de su trabajo desde casa. La previsión es que tres meses después serán unos 100, dentro de un año llegarán a 500 y se alcanzará una plantilla potencial de 6.000 teletrabajadores. Al igual que en el País Vasco, acogerse a este modelo es un acto voluntario y, a quienes decidan dar el paso, la Junta les habilitará una cuenta de correo electrónico, un teléfono, un servicio de videoconferencia y un sistema de “escritorio remoto”, que permite que el trabajador vea desde su ordenador personal el mismo escritorio de pantalla que en el ordenador de la oficina.
Aspirantes a teletrabajador
El teletrabajo abre importantes expectativas de ocupación para sectores sociales con especiales dificultades de inserción laboral, como las personas con restricciones graves de movilidad, por permitir obviar los inconvenientes derivados de la necesidad de trasladarse al lugar habitual de trabajo. Lo mismo sucede con otros grupos que han soportado décadas de discriminación en el ámbito laboral, como las madres, que encuentran en el teletrabajo, con horarios flexibles, una oportunidad para continuar su carrera profesional sin descuidar a su familia y vida personal. No obstante, muchas mujeres hallan en esta elección laboral importantes inconvenientes: la fusión de los ámbitos laboral y doméstico puede hacer que muchas limiten sus salidas al exterior y se retraigan más de lo normal.
En principio, cualquier profesional por cuenta propia o ajena, a tiempo parcial o en jornada completa, puede formar parte de esta comunidad de teletrabajadores. Pero no todas las profesiones permiten la flexibilidad necesaria para desempeñar los cometidos desde el hogar. En líneas generales, las actividades más accesibles al teletrabajo son las que generan, convierten, difunden, comparten y acceden a información, como los documentalistas, analistas de sistemas, programadores informáticos, traductores, contables, periodistas o agentes de seguros, entre otros profesionales. También recurren al teletrabajo los agentes inmobiliarios, los juristas, los corredores de seguros y de Bolsa (agentes o vendedores) y los auxiliares administrativos. Se estima que el 75% de los teletrabajadores tiene una profesión relacionada con la información y el conocimiento.
Las madres tienen una oportunidad para continuar su carrera profesional sin descuidar a su familia y vida personal
No obstante, muchos trabajadores rechazan esta alternativa que, aunque parezca sencilla y fácil de llevar, exige grandes dosis de constancia, compromiso con la empresa y responsabilidad. Hay que ser disciplinado y romper barreras culturales como acudir todos los días a la oficina. El aspirante a teletrabajador debe dominar la tarea que realiza y tener conocimientos básicos de informática y comunicaciones. Entre sus aptitudes figuran también la automotivación, la adaptabilidad, la planificación, la autoconfianza y la iniciativa, entre otras.
Por otro lado, la delgada línea que divide la casa del trabajo puede originar conflictos en el seno familiar por la intromisión de las responsabilidades familiares en el trabajo y por el peligro de adicción a la falta de horario fijo, entre otros factores. La solución a los posibles problemas pasa por trabajar unos días en casa y otros en la oficina. Esta opción mixta eleva al máximo los beneficios del teletrabajo porque hay una mayor concentración y flexibilidad para la familia, a la vez que reduce al mínimo los problemas de aislamiento social y el mantenimiento de relaciones con los directivos y compañeros.
Diversas modalidades
No hay un único modelo de teletrabajo. Tanto es así, que los empleados pueden clasificarse por la cantidad de horas que están alejados de la oficina, si acuden algunas veces por semana, durante un turno o nunca. Entre los trabajadores que más tiempo pasan fuera de la empresa se pueden distinguir quienes desarrollan su actividad en:
El propio domicilio. Éste es el tipo de trabajo con mayor potencial de crecimiento.
Por cuenta propia. Característico de los profesionales que realizan tareas relacionadas con el manejo de datos o que suponen una labor de estudio y diseño. Uno de los factores de su desarrollo es la externalización, es decir, la subcontratación de otras empresas o de profesionales independientes para realizar tareas no directamente relacionadas con la actividad principal de la empresa.
Por cuenta ajena. Puede responder a necesidades del trabajador o a una política propia de la empresa. En esta modalidad es frecuente que los trabajadores alternen el teletrabajo con la asistencia a la oficina.
Centros de Teletrabajo o Telecentros. Un Telecentro es una oficina que dispone de recursos compartidos y que cuenta para ello con las instalaciones de telecomunicaciones y de los equipos informáticos necesarios para poder desarrollar sus actividades laborales.
Teletrabajadores móviles o itinerantes. En esta modalidad se encuadran los trabajadores que necesitan desplazarse con frecuencia para mejorar el servicio que prestan a sus clientes, como los profesionales que se dedican al mantenimiento de equipos informáticos, viajantes de comercio, reporteros o consultores. Por este motivo, es fundamental la utilización de redes telefónicas y conexiones de ordenador en línea para mantener el contacto con la empresa mientras desarrollan su actividad profesional.