La implantación del euro está resultando más compleja de lo previsto, pensamos todavía en pesetas y la nueva moneda ha provocado un aumentos de precios de los bienes y servicios más habituales. La respuesta de los ciudadanos no deja lugar a dudas. Son los datos que refleja una encuesta en la que se analiza el primer año de convivencia con la moneda única y que no da lugar a dudas: el 37% de los encuestados, es decir, uno de cada tres, considera que nunca logrará pensar exclusivamente en euros a la hora de hacer sus compras.
Las familias constatan que los productos de consumo rutinario han subido en los últimos meses. El 98% de los encuestados dice que la nueva moneda ha servido para encubrir un aumento de los precios. De hecho, después de un año de implantación de la moneda única y de tres de período transitorio, en el que se reflejaron en euros nóminas, recibos o cuentas corrientes, el grado de asimilación del euro entre los ciudadanos es muy bajo.
El 75% de los encuestados reconoce que siguen pensando los precios en pesetas. De ellos, la mitad considera que no pensará nunca en euros y el 45% estima que le harán falta dos o más años para abandonar el patrón mental de la peseta. Y es que seguimos pensando en pesetas y traduciendo inconscientemente los precios a la moneda ya desaparecida.
Así al menos lo confirma Dolores González, una malagueña que aún no ha conseguido acostumbrarse al cambio: «Cuando te dicen que algo vale tres euros piensas que es barato, pero en realidad estás pagando más de lo que costaba antes». El aumento de precios aprovechando el cambio de moneda es otra de las realidades que constata la encuesta. Así al menos lo creen nada menos que el 98 por ciento de las personas preguntada.
Es más, el 80% de los encuestados dijo que no sólo se habían encarecido los precios sino que lo habían hecho de forma importante y el 41% comentó que la implantación de la moneda única había sido perjudicial para la economía familiar. «Desde que entró el euro, la cuesta de final de mes empieza a notarse a partir de la segunda semana», afirma Matilde Muñoz.
La convicción de que el euro ha sido inflacionista y que ha ocultado subidas disfrazadas de redondeos se ha plasmado en ciertos cambios de hábitos entre los consumidores. Así, un 20% de españoles que nunca comprobaba las vueltas lo ha hecho este año de forma permanente y el 90% asegura que el billete de 50 euros le dura mucho menos en la cartera que su anterior equivalencia en pesetas, unas 8.400.
Probablemente, se debe a este motivo el que las operaciones en cajeros automáticos de los españoles aumentasen un 14% en 2002 y que, además, una de cada tres personas sacase más dinero por operación que antes. Este es el caso de Remedios Padilla, quien asegura pagar la mayoría de sus compras con la tarjeta de crédito: «Si pagas en efectivo te da tiempo a traducir el precio a pesetas, pero cuando pasas la tarjeta no te das cuenta de la subida de los precios hasta que te encuentras el saldo de la cuenta en rojo».
¿Qué artículos han subido con la llegada del euro? La respuesta es unánime: todos. No obstante, los malagueños coinciden en que los productos alimenticios son los que más han subido con el cambio de moneda. «Las frutas y las verduras, el pan y el pescado están más caros que antes. El precio de estos artículos llega a ser abusivo, porque cuestan casi el doble que antes», comentó María del Carmen Espada.
Pese a todos los problemas que el euro le ha causado a los españoles en su primer año de funcionamiento, la gran mayoría, el 70%, percibe la divisa europea como una moneda fuerte y considera que no tendrá problemas para tratar de tú a tú al poderoso dólar. El grado de conocimiento de los billetes y monedas de euro y la confianza en su manejo es alta, pero todavía son minoría quienes son capaces de traducir con exactitud el valor en pesetas de los billetes más inusuales.