1. Poner límites en la tarjeta
La mejor forma de proteger nuestro dinero es aprender a configurar la seguridad de nuestras tarjetas. Y podemos comenzar fijando límites.
La mayoría de los bancos permite fijar un límite mensual o diario para las compras y otro para los reintegros en cajeros. Y ese tope no se puede superar, por lo que si alguien se hace con nuestra tarjeta, como máximo podrá gastar esa cantidad.
Los límites se pueden establecer fácilmente por la app o la web de cada banco y se pueden modificar en cualquier momento. Vale la pena fijar un límite bajo para el día a día y subirlo en caso de necesidad.
2. No perder de vista nunca la tarjeta
Los únicos que debemos tocar nuestra tarjeta somos nosotros. Cuando tengamos que pagar una compra, no hay que entregársela a nadie. Somos nosotros los que tenemos que acercarla al datáfono. Así evitaremos que otra persona pueda hacerse con los datos de nuestra tarjeta.
Además, debemos vigilar cada vez que tecleemos el código pin para evitar que nadie lo vea.
3. Bloquear las compras online
Salvo que tengamos activa alguna suscripción, como Netflix, HBO o Prime Video, podemos desactivar las compras online, si nuestro banco nos da esa posibilidad. De esa manera, si alguien nos roba la tarjeta o la clona, no podrá usarla para adquirir por Internet (la mayoría de las transacciones fraudulentas se realizan por la Red). Si un día queremos hacer una compra por Internet, solo tenemos que activar los pagos online por la app y volverlos a desactivar después.
4. Apagar las tarjetas temporalmente
Todas aquellas tarjetas que no usemos de forma habitual, podemos «apagarlas». De esta manera, nadie podrá usarlas, ni siquiera nosotros. Apagar una tarjeta tiene el mismo efecto que bloquearla, pero, a diferencia de lo que ocurre con el bloqueo, una tarjeta apagada se puede volver a activar posteriormente. La mayoría de los bancos permite apagar temporalmente sus tarjetas y encenderlas de nuevo en cualquier momento a través de sus apps.
5. No comprar en webs que no sean de confianza
Comprar por Internet es cada vez habitual. Pero hay que tener cuidado. A la hora de introducir los datos de nuestra tarjeta en la Red, debemos vigilar que la página en la que vamos a comprar sea legítima y no una trampa de los ciberdelincuentes para robarnos los datos de la tarjeta y nuestro dinero. Solo debemos comprar en webs de confianza, cuya URL comience por https y vaya precedida de un pequeño candado.
Debemos desconfiar de las webs en las que los precios son exageradamente bajos. Y ante la duda, mejor prevenir y buscar una alternativa que arriesgarse.