La popular expresión «consultarlo con la almohada» resume un fenómeno que ahora se ha comprobado científicamente. Un equipo de investigadores de la Universidad de Lübeck (Alemania), dirigido por el neuroendocrinólogo Ullrich Wagner, ha demostrado que dormir estimula el pensamiento creativo.
Estos expertos diseñaron un inteligente experimento que, basado en un test muy simple, elude el carácter impredecible de la inspiración. Pudieron así determinar el momento exacto del proceso de aprendizaje en el que, como respuesta a una incógnita, el cerebro da con una pista escondida a primera vista, pero que facilita la solución rápida de un problema. Emplearon en sus experimentos a 104 individuos de ambos sexos, divididos en dos grupos y, en total, en cinco subgrupos.
El test consistió en convertir una secuencia de ocho números en otra nueva de siete, de los que el último era la solución al problema. Para ello, había tres sencillas reglas, de las cuales se instruyó a los sujetos en dos. La tercera se les ocultó. Si lograban deducirla por su cuenta, les permitiría dar con la clave mucho más rápido que sólo siguiendo las dos reglas que se les había enseñado: inmediatamente después de averiguar el segundo número de la secuencia de siete, conocerían el último, ya que ambos siempre coincidían.
En la primera fase del experimento participaron 66 individuos menores de 31 años, divididos en tres subgrupos de 22, con el mismo número de hombres y mujeres cada uno de ellos. A todos se les instruyó en las dos reglas básicas, que practicaron con tres secuencias numéricas. Después, un tercio de los sujetos se fue a dormir y otro permaneció despierto toda una noche. El tercero fue adiestrado por la mañana y se dedicó a otras cosas hasta la tarde, cuando tenía que someterse a la segunda parte de la prueba.
Tras ocho horas de sueño para el primer subgrupo y de actividades ajenas para el segundo y el tercero, se sometió a los sujetos al segundo test, en el que debían resolver diez secuencias numéricas. Aunque con la práctica se gana rapidez, el momento exacto en el que un individuo descubre la regla oculta es fácil de fijar, ya que salta del segundo dígito al último y se acorta considerablemente el tiempo de resolución del problema, explican los investigadores.
La conclusión de esta parte del experimento fue que dormir duplica con creces la probabilidad de dar con una regla oculta, frente a permanecer despierto. En el subgrupo de «durmientes», 13 de los 22 (59,1%) dieron con la clave escondida, mientras que en los dos de los «despiertos» únicamente 5 (22,7%) en cada uno la dedujeron.
Conocer antes el problema
La segunda fase dejó claro que hace falta conocer el problema antes de dormir para que los efectos positivos del sueño ayuden a dar con la solución. Dos subgrupos de 20 sujetos diferentes fueron sometidos a una variante de la prueba anterior sin haber sido adiestrados antes: uno de ellos, tras haber dormido ocho horas; el otro, después de ocho horas de vigilia. En ambos subgrupos dio con la clave el 22,7% de los sujetos, un porcentaje de éxito tan bajo como el de las personas que permanecieron despiertas en la primera fase. Esto significa que, para beneficiarse de los efectos del sueño, hay que haberse enfrentado al problema durante la vigilia anterior para que, por la noche, el cerebro reordene la información hasta hacer visible lo oculto, afirman los científicos alemanes.
Para Pierre Marquet y Perrine Ruby, de la Universidad de Lieja (Bélgica), estos expertos han dado con «un caso extremo de procesamiento de la memoria, en el cual la reorganización de las representaciones originales lleva a un nuevo conocimiento consciente con el que mejora la capacidad del sujeto de solucionar un problema».
Aunque el trabajo de los investigadores alemanes esté aún lejos de desvelar los mecanismos por los que dormir incide en la creatividad humana, como indican Marquet y Ruby, «Wagner y su equipo nos han dado al menos una buena razón para respetar nuestros periodos de sueño, especialmente dada la tendencia actual a reducirlos temerariamente».