Técnicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU) han diseñado el submarino más pequeño del mundo con el fin de explorar los océanos. «Serafina», como se llama la nave, mide 40 centímetros, puede sumergirse hasta los 5.000 metros, tiene casco de plástico, cinco hélices y baterías recargables.
«Los sumergibles pequeños y versátiles supondrán un importante salto para conseguir hacer de la exploración subacuática algo posible y eficaz», dijo ayer Uwe Zimmer, director del equipo de ingenieros, tras la prueba de un prototipo en un tanque de agua en la ANU, en Camberra. «Serafina» navega a un metro por segundo -el equivalente a la velocidad de paseo- y puede mantenerse suspendido en un punto, inclinarse y recuperar su posición normal si se da la vuelta por cualquier causa.
El nuevo submarino puede equiparse con una gran variedad de sensores e instrumentos, dependiendo del uso al que quiera destinarse. Sus creadores lo consideran ideal para misiones de búsqueda de restos de naufragios, de rescate, de exploración subacuática, de minería, usos militares…
«Para utilizar un submarino totalmente autónomo necesitas una grúa, un barco especial, el mar en calma y una tripulación capaz de controlar la nave», señaló Zimmer. «Serafina» acaba con todos esos inconvenientes. No sólo es autónomo, sino que además no tiene por qué ser depositado en el agua con suavidad porque es lo suficientemente resistente como para ser lanzado desde el lateral del barco nodriza.
Los expertos australianos creen que el prototipo probado ayer va a ser el primero de una gran flota de minisubmarinos que, en un futuro próximo, explorará los océanos terrestres a «un coste más razonable» que el actual. «Un enjambre de ‘serafinas’ nos proporcionaría información muy valiosa de nuestros mares y de lo que hay ahí abajo», subrayó Zimmer.