Deportes, idiomas, informática, baile, música, pintura… La prolongación de la jornada fuera del horario escolar de los estudiantes se lleva en algunos casos hasta el límite. ¿Es beneficioso para los escolares realizar tantas actividades extracurriculares? Aunque psicólogos y educadores reconocen que las extraescolares, sobre todo las relacionadas con el ámbito académico, pueden ser favorables para el rendimiento de los alumnos, también coinciden en que se deben dosificar para evitar la sobrecarga y la presión.
Actividades en vez de juego
Los niños juegan hoy menos que antes. Al menos entre semana, tal como lo revela el ‘I Estudio sobre el Juego y el Juguete en la sociedad actual’ elaborado por el Juegorama de Famosa, un proyecto de investigación de esta compañía juguetera. Según este estudio, que ha contado con una muestra representativa de 1.200 padres de toda España, tan solo el 65% de los escolares dispone de tiempo para jugar después del colegio, mientras que el 80% de sus padres lo hacía con asiduidad.
El marco social actual impide a numerosos progenitores conciliar los horarios laborales y familiares
Esta cifra media desciende de forma significativa a medida que el niño se hace mayor: a partir de los nueve años, poco más del 54% juega después de la jornada escolar y solo el 39%, después de cumplir los 11 años. ¿A qué se debe este descenso en el tiempo de ocio de los escolares? José de la Gándara, consejero delegado de la firma responsable del estudio, no tiene ninguna duda y afirma que «el origen es la cantidad de tareas extraescolares que les esperan a los alumnos cuando terminan el colegio».
Conciliación e hiperpaternidad
La sobrecarga de actividades complementarias, a la que se ven sometidos muchos escolares hoy en día, está provocada en algunos casos por el marco social actual, que impide a numerosos progenitores conciliar los horarios laborales y familiares fuera de la jornada lectiva. La incompatibilidad de horarios les obliga a organizar la jornada no lectiva de sus hijos de forma milimétrica para evitar que estén desatendidos.
«No es deseable que la mayor parte del tiempo disponible de los niños quede institucionalizada»
Pero esta organización exhaustiva es fruto también, en ocasiones, de la denominada «hiperpaternidad», una nueva forma de ejercer como padres caracterizada por un afán excesivo por controlar el tiempo de los hijos y presionar para conseguir lo mejor de ellos. Jaume Trilla Bernet, catedrático de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y autor de numerosos títulos que ahondan en los aspectos de la educación no formal, se refiere a ellos en su obra ‘La educación fuera de la escuela’, como niños «hiperinstitucionalizados». Este especialista considera que, a pesar de los valores formativos que aportan las actividades extraescolares, «no es deseable que la mayor parte del tiempo disponible de los niños quede institucionalizada».
Trilla señala también como una forma positiva, noble y deseable de tiempo libre, combinable con las actividades extraescolares, el «no hacer nada». Esta idea es coincidente con la que proclaman los defensores del llamado «slow parenting», como Carl Honoré, periodista y autor de la obra ‘Bajo presión: rescatar a nuestros hijos de una paternidad frenética’. Honoré afirma que el control milimétrico del tiempo de los hijos por parte de los padres elimina la posibilidad de disfrutar de momentos de «libertad» para jugar, inventar, descubrir, sufrir contratiempos o aburrirse.
Extraescolares sí, pero con límites
Ya sea por un motivo o por otro, lo cierto es que el número de estudiantes que participan en actividades extraescolares es cada vez más elevado: asciende al 91,7% del alumnado de las enseñanzas obligatorias, según los últimos datos recogidos por el Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación hace cuatro años. De este porcentaje, es destacable que un 41% se limita a una tarea extracurricular, pero un 59% realiza de forma periódica dos o más actividades organizadas fuera del horario lectivo.
Los especialistas reconocen que las extraescolares contribuyen a la formación integral de los alumnos
Los deportes (72,8%), seguidos por los idiomas (28,4), música o danza (24,9%), dibujo o pintura (22,3%) e informática (21,2%) son las extraescolares más frecuentes entre los estudiantes de nuestro país. Como reconocen la mayoría de los especialistas en educación, todas ellas contribuyen en mayor o menor medida a la formación integral de los alumnos, e incluso, en el caso de las actividades extracurriculares relacionadas con el ámbito académico, se asocian a un mayor rendimiento por parte del estudiante. Pero con límites.
Ante todo, los expertos recomiendan no sobrecargar la agenda extraescolar, ni centrarse tan solo en las actividades de corte académico. Lo aconsejable es atender a los gustos, intereses y necesidades del escolar, no a los propios, motivarle, no obligarle y dejar tiempo disponible tanto para las tareas escolares como para jugar o descansar.