«No es cierto que sólo usemos una pequeña parte de nuestra capacidad cerebral. En realidad, usamos todo nuestro cerebro cada día», según afirman los autores del libro «Entra en tu cerebro», publicado por Ediciones B. También aseguran que esa supuesta despensa mental inexplorada en cada ser humano son mitos de los defensores de la autoayuda y de los interesados en el ocultismo y la parapsicología. Este trabajo ha sido desarrollado por Sandra Aamodt , médico y ex editora de «Nature Neuroscience», y Sam Wang, neurólogo y biólogo molecular de la Universidad de Princeton.
Ambos neurólogos pretenden divulgar lo que la ciencia sabe a estas alturas del órgano que nos hace específicamente humanos. «El cerebro es un artilugio muy eficiente y prácticamente todo lo que hay en él parece necesario», recalca Wang. Además, las mediciones neurológicas más modernas muestran que incluso actividades muy sencillas bastan para activar todo nuestro cerebro, añade.
Este órgano pesa en humanos adultos casi kilo y medio, apenas el 3% del peso corporal. Sin embargo, consume el 17% del total de la energía que gasta el organismo, casi todo en tareas de «mantenimiento», para asegurar que el individuo esté siempre en condiciones de pensar. Luego, el coste añadido de ponerse a pensar a fondo y deliberadamente sobre algo en concreto «apenas es perceptible», matizan los autores.
A pesar de la creciente dedicación que la ciencia dispensa al estudio del cerebro, aún se desconocen muchos de los secretos de su funcionamiento. No se sabe cómo reordena una imagen captada por la retina para dotarla de sentido y continuidad, ni cómo identifica sonidos complejos como el habla, por poner unos ejemplos básicos. Sí se sabe, en cambio, que los niños pequeños, hasta los 18 meses, pueden reconocer sonidos de todas las lenguas del mundo. A partir de esa edad, pierden esa capacidad respecto a los fonemas que no son propios de su lengua. Los investigadores estadounidenses explican que el entorno de esos primeros años determinará en gran medida el desarrollo de la inteligencia del bebé. Cuanto mayor y de mejor calidad sea la estimulación que reciban los pequeños, más despiertos y receptivos serán sus cerebros, detallan los expertos.
Hasta los 20 años de edad se experimenta un crecimiento físico del cerebro humano, para estancarse después. La memoria alcanza su punto álgido a los 30 años, más o menos, y a partir de ahí empiezan los síntomas de debilidad. De los 40 en adelante el cerebro mengua de forma gradual, no por pérdida de neuronas, «sino porque éstas encogen». No obstante, no todo decae con la edad. Así, se mantienen las habilidades profesionales y el vocabulario. El conocimiento y la comprensión pueden mejorar, incluso, y los mayores son capaces de regular mejor sus emociones.
Los neurólogos defienden que hacer ejercicio físico ayuda a combatir el inevitable deterioro cerebral. «En general, lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro», explica Aamodt. Mover el esqueleto activa el riego sanguíneo y reduce el riesgo de problemas cardiovasculares. También se sabe que hay menor porcentaje de demencias y Alzheimer en las personas físicamente activas. «Empezar a hacer ejercicio a los 40 años puede reducir por tres el peligro de sufrir demencias a los 70 años. Incluso si se empieza a hacer algo de deporte a los 60 años, se reduce por dos ese riesgo», según la experta.