La colisión entre el mayor iceberg del mundo, conocido como B-15A y cuya longitud supera los 115 kilómetros, y la lengua Drygalski, en el mar de Ross, el pasado día 15 obligará a cambiar los mapas de la Antártida, según los científicos.
El iceberg ha arrancado una porción de cinco kilómetros de largo a la lengua Drygalski. El impacto, además, no parece haber afectado demasiado a B-15A, que continúa su lenta marcha. Su recorrido, dicen los expertos, no ha terminado aún, lo que hace más que probable que se produzcan nuevos daños y nuevas configuraciones geográficas.
B-15A tiene un área total de 2.500 kilómetros cuadrados y es la sección más grande de un iceberg aún mayor, el B15, desprendido de la plataforma de Ross en marzo de 2000. El B15 tenía un tamaño inicial de 11.655 kilómetros cuadrados, casi la misma superficie que Jamaica, pero poco a poco se fue dividiendo en fragmentos más pequeños.
Algunas voces apuntaban a que la colisión no sería inevitable, ya que la velocidad del iceberg había ido decreciendo hasta alcanzar un kilómetro y medio por día. El choque desprendió enormes bloques de hielo llevados a mar abierto por el viento. Los científicos temían que B-15A se quedara empotrado e inmóvil, creando una enorme e impenetrable barrera helada.
El responsable de la observación del gigante de hielo es el «Envisat», el satélite más grande lanzado por la Agencia Espacial Europea (ESA), hace dos años, para estudiar la Tierra. Algunos científicos han criticado su poco uso. Entienden que este gran observador medioambiental, que ha sido capaz de captar imágenes en primicia del «Prestige», está infrautilizado.