La revista «Nature» presenta hoy la secuencia del genoma de la gallina, el primero decodificado de un ave y de un animal de granja. Este logro de científicos de una docena de países -entre ellos, España- se traducirá en un futuro cercano en avances en la investigación médica y agroalimentaria, incluso para paliar el envejecimiento, según los expertos.
El ADN analizado es el de un ejemplar «red jungle fowl» («Gallus gallus»), especie salvaje asiática de la que derivan todas las variantes de gallinas domésticas. El animal fue criado en la Universidad de Michigan (EE.UU.) y se trata de una hembra -éstas tienen los dos tipos de cromosomas sexuales, mientras que los machos sólo tienen uno- que ya ha cumplido 7 años, por lo que es bastante vieja. «Esta investigación ha revelado que gallinas y humanos comparten más de la mitad de sus genes. La secuenciación de este genoma nos ayudará a descubrir los genes que aumentan la resistencia a enfermedades en las aves», asegura Jerry Dodgson, genetista que ha trabajado en el proyecto durante los últimos 17 años.
«Somos más parecidos a los pájaros de lo que creíamos. Alrededor del 60% de los genes que codifican proteínas en la gallina tienen su equivalente en el hombre», afirma Peer Bork, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, una de las 49 instituciones que han participado en el proyecto. La gallina es un importante modelo de investigación biomédica porque es fácil de mantener, se reproduce rápidamente y es fácil determinar sus linajes por las características físicas.
Patologías humanas
Es un animal ideal para investigar el desarrollo embrionario -mucho de lo que se sabe del desarrollo de nuestras extremidades se debe al estudio de gallinas dentro del huevo-, y se han creado estirpes que sufren patologías genéticas propias de humanos, como la distrofia muscular. Además, como gallinas y mamíferos tienen respuestas inmunitarias muy parecidas, el genoma de este ave ayudará a luchar contra enfermedades que saltan entre especies, como la gripe aviar.
Los investigadores dicen que la secuenciación permitirá a los productores saber por qué algunas gallinas ponen más huevos y la carne de ciertos pollos asados contiene menos grasa. «Si sabemos los genes que influyen en esas características, podremos seleccionar las gallinas que mejor cubran las demandas de los consumidores y que lo hagan de una manera más sana», dice Dodgson.
El último ancestro común del hombre y la gallina vivió hace unos 310 millones de años. Desde ese momento, los antepasados de ambas especies emprendieron caminos separados en la evolución. «El genoma de la gallina llena un hueco crucial del conocimiento científico. Localizada entre los mamíferos y los peces en el árbol de la vida, la gallina está bien colocada para proporcionarnos nuevas perspectivas de la evolución del genoma y la biología humana», señala Francis Collins, del Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano de EE.UU.
El genoma de la gallina está compuesto por 1.000 millones de pares de letras químicas -un tercio de los del hombre- que se reparten en 39 pares de cromosomas, uno de los cuales determina el sexo: los machos tienen dos cromosomas Z, mientras que en las hembras ese par está formado por uno Z y uno W. Esta ave de corral tiene entre 20.000 y 23.000 genes, cuyos primeros estudios ya han dado algunas sorpresas. Así, se ha descubierto que la gallina presenta un importante número de receptores olfativos en su ADN, cuando hasta ahora se creía que su sentido del olfato era muy pobre. En cambio, apenas tiene sentido del gusto.