Más de mil expertos se reúnen desde ayer en Madrid -y durante los dos próximos días- en el II Congreso «La familia en la sociedad del siglo XXI», organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Un acontecimiento que también tendrá su cita el próximo día 1 de marzo en Valencia y el día 3 en Sevilla.
Este foro tratará de someter a examen a una de las instituciones más valoradas por los españoles, según las encuestas, y de conocer el papel actual que juega en nuestra sociedad. Precisamente, las funciones que desempeña hoy día la familia centró el debate durante la primera jornada. A ello se refirió el propio presidente de la FAD, José Ángel Sánchez Asiaín, quien advirtió que la familia, al igual que la escuela -los dos firmes pilares en los que se basa la educación- «están atravesando etapas de verdadera dificultad que ponen en serio peligro el cumplimiento indelegable de sus responsabilidades educativas».
En palabras de Sánchez Asiaín, y refiriéndose en concreto a la familia, esta institución «está desarrollando un proceso de cambio que provoca desorientación e incluso dificultades en el ejercicio de su papel educador». Y esa acción educativa, tanto de la familia como de la escuela, «es perfectamente válida como antídoto contra la drogadicción y otras conductas sociales irregulares que amenazan nuestro futuro, como pueden ser la violencia, la intolerancia, la xenofobia o la falta de solidaridad», explicó el experto.
Estas conclusiones a las que ha llegado la FAD están apoyadas en los diversos estudios que ha realizado. La incorporación de la mujer al mundo laboral y el poco tiempo del que disponen muchos padres, debido a las largas jornadas de trabajo, ha provocado la frustración de muchos progenitores que se ven imposibilitados de trasmitir a sus hijos los valores necesarios para vivir en sociedad. Según datos de esta organización, uno de cada tres padres españoles siente que no educa bien o no sabe hacerlo; el 40% confiesa que no maneja bien los conflictos que se producen en la convivencia; el 25% reconoce que acaban imponiéndose las opiniones de sus hijos, y el 20% declara sentirse desbordado por las exigencias económicas que demandan los niños. Por ello, ante tanta desorientación y frustración, el 60% de los padres pide más implicación de los educadores.
El papel de los abuelos
Sin embargo, ayer se demostró en el congreso que quienes está asumiendo gran parte del papel de atención y educación a los niños son los abuelos. «Nunca como hoy -explicó el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Julio Pérez- han recibido los españoles recursos y atenciones por parte de sus mayores». Una ayuda que sobre todo adquiere especial relevancia en las situaciones más problemáticas o conflictivas que se pueden dar en el seno de la familia, como son los casos en los que la madre o el padre es toxicómano y el menor se encuentra más desprotegido.
Por su parte, la directora de la Escuela Municipal de Voluntariado Social del Ayuntamiento de Madrid, Carmen Sánchez, fue quien más hincapié hizo en este asunto. En esos casos, dijo, «los abuelos acogedores pueden ser un excelente recurso de protección, ya que permiten que el niño no se desarraigue de su entorno familiar y social». Pero puso especial énfasis en señalar que también ello supone un arma de doble filo, ya que no siempre los mayores se encuentran «preparados», porque «pueden sentirse desbordados para hacerse cargo de la situación, sobre todo cuando no cuentan con los recursos y redes de apoyo necesarios».
No obstante, y a pesar de todas las dificultades y cambios vertiginosos por los que atraviesa la familia, ésta sigue siendo una de las cuestiones que más importa a los españoles junto a la de gozar de una buena salud. Hasta tal punto que «el 93% declara que daría la vida por su familia. Es decir, que la quieren más que a uno mismo», apuntó el director del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ricardo Montoro.
En la jornada de hoy se debatirá sobre las nuevas formas de convivencia que están surgiendo, las dificultades económicas a las que se enfrentan las familias (elevado precio de la vivienda, inestabilidad laboral…) y la efectividad de las políticas sociales llevadas a cabo por diversas administraciones para favorecer y ayudar a esta institución.