Un total de 503.869 alumnos se han matriculado este año en Formación Profesional (FP), lo que supone apenas el 6% del total de los estudiantes que integran el sistema educativo español en todos sus niveles, según datos del Ministerio de Educación. Ocurre que la FP reglada -que se estructura en Ciclos de Grado Medio y Superior- es el único tramo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) que crece (un 1%) con relación al curso 2002-2003. Esto significa que un 42,2% de los alumnos que acaban la ESO se inclina por realizar estos estudios, frente al 57,6% que opta por matricularse en Bachillerato, según explica el director general de FP, José Luis Mira, quien resalta que «ha mejorado la consideración de estos estudios», que hasta no hace mucho tiempo «se nutrían de alumnos que habían fracasado por una mala orientación».
Pese a todo, advierte de que estos porcentajes están invertidos respecto a la media europea y llama la atención sobre la importancia de la FP «como una opción de futuro». Mira indica que «hay todavía mucho camino por recorrer». Con todo, la consideración social de estos estudios es todavía muy relativa, a pesar de que casi el 70% de los titulados logra empleo en un plazo máximo de seis meses.
«Europa ha hecho una apuesta decidida por la FP», resalta Ángel Miranda, coordinador nacional de la red salesiana de FP y miembro del Foro «por una formación más profesional». Como principio de esta formación, Miranda considera que en FP no hay que olvidar que «formamos personas» y que se trata de dar competencias. Además, entiende que «hay que invertir más en maquinaria» y «actualizar la oferta».
En este sentido y de acuerdo con la Ley de Formación Profesional, en fase de desarrollo, el Instituto Nacional de las Cualificaciones -organismo dependiente del Ministerio de Educación- diseña un mapa con los perfiles profesionales que demanda el sistema productivo, con las competencias que requiere cada uno de ellos. Este catálogo servirá para diseñar los títulos formativos y los certificados de acreditación, tarea en la que trabajan 400 expertos.
La directora del Instituto Nacional de Cualificaciones, Francisca Arbizu, señala que actualmente se detectan «agujeros» en la cualificación profesional respecto a empleos demandados por la sociedad, motivo por el que se acaban de configurar los grupos de trabajo en el Instituto, que estudian con prospectiva los nuevos perfiles, y a los que se han incorporado todo tipo de expertos, de los sindicatos, de la Administración y del sector empresarial en todos los territorios. El piercing, el tatuaje, los detectives, la homeopatía, el diseño gráfico avanzado y el comercio electrónico son algunas de las novedosas profesiones que se incluirán en el mencionado catálogo, que se estructura en 26 familias.
Arbizu destaca que entre esas familias hay diez calificadas de «emergentes» que experimentarán novedades. Estas son: Seguridad y Medio Ambiente, Informática y Comunicación, Imagen y Sonido, Energía y Agua o Imagen Personal, Artes Gráficas, Servicios Socioculturales y al Ciudadano, Comercio y Mercadotecnia, y Actividades Físicas. «Se pretende así acreditar a quienes desempeñen profesiones nuevas que surgen por la dinámica social», resalta Arbizu.
Pero también hay familias laborales muy «consolidadas». Es el caso de la de Madera y Corcho y otras que son auténticos yacimientos de empleo como Construcción, Química y Mecánica, pero en las que es preciso un «esfuerzo para que haya un tirón en la demanda de formación», con el fin de preparar soldadores o torneros, empleos muy demandados y que, cada vez con más frecuencia, no pueden ser cubiertos.
Sucede que los ciclos de corte industrial tienen dificultades para cubrir las plazas que ofrecen. Asimismo, los centros denuncian dificultades para adaptar su oferta formativa a un mercado cada vez más cambiante.