Para cualquier padre es una gran satisfacción escuchar que su hijo está bien educado. Es el reconocimiento a una ardua tarea que los progenitores deben iniciar desde muy temprana edad. Inculcar a un niño buenos modales y normas de comportamiento le ayudará en el futuro en su proceso de socialización y le permitirá adquirir valores y actitudes imprescindibles para relacionarse con los demás. La paciencia y el buen ejemplo son las principales herramientas para conseguirlo.
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Conseguir que un niño pida siempre las cosas «por favor» o que dé las «gracias» cuando recibe algo no es fruto del azar. Detrás de este logro persiste un importante trabajo educador por parte de las familias. Pero los buenos modales no se fundamentan sólo en estos dos términos. Engloban un conjunto de modelos de comportamiento que, aplicados de forma usual en la vida diaria, reportarán a los hijos una base óptima para relacionarse con los demás miembros de la sociedad e integrarse de modo efectivo en ella.
Los buenos modales pueden parecer algo tan sencillo como un conjunto de reglas sobre la conducta, pero estas pautas están muy ligadas a la educación en valores. Actitudes como el agradecimiento, el reconocimiento, el respeto, la consideración, la amabilidad o la cortesía se reflejan en una buena educación. Como afirma el sociólogo Salvador Cardús en su obra ‘El desconcierto de la educación’, «no se trata de enseñar normas estrictas, los modelos de comportamiento se aprenden como estilos de vida». La principal herramienta con la que cuentan los padres es el ejemplo.
Ejemplo y reconocimiento
Los modales deben estar presentes en todo momento, tanto en el hogar como fuera de él
Los modales deben estar presentes en todo momento, tanto en el hogar como fuera de él. De nada sirve mostrar a los hijos un comportamiento idóneo en ambientes externos si en casa, con los demás miembros de la familia, no se repiten. Deben entenderse como un proceso paulatino y cotidiano que los niños observen en las personas más cercanas desde muy pequeños y que apliquen ellos mismos a medida que adquieren la madurez necesaria. No consiste sólo en decirles qué no deben hacer, sino también lo contrario: qué deben hacer.
Además de «predicar con el ejemplo», los padres deben mostrar a los hijos los beneficios que se obtienen cuando se hace uso de las normas esenciales de respeto y cortesía. José Fernando Calderero, Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de la Rioja y autor de ‘Los buenos modales de tus hijos pequeños’, apunta en este manual que nada ayuda más a un niño «que el reconocimiento, por parte de padres y educadores, de lo que le está saliendo bien».
Si el pequeño tan sólo recibe reprimendas o amonestaciones por no comportarse de forma adecuada y no se le felicita por sus buenas actitudes, no aprenderá a valorar la eficacia social de éstas. Tal como reconoce Calderero, «nada se consigue sin esfuerzo y dedicación».
Principales pautas
La repetición es la clave para que los niños pidan «por favor» y den las «gracias»
«Por favor» y «gracias»: la repetición es la clave para que los niños incorporen estas dos palabras a su vocabulario de forma habitual. Desde muy pequeños, hay que utilizarlas al dirigirse a ellos e insistir en que las usen para que las entiendan como una fórmula mágica para obtener sus necesidades y para agradecerlo.
Saludar: un «hola» basta en las edades más tempranas, más adelante se les puede enseñar a incluir detrás de esta fórmula el nombre de la persona que se saluda. Decir «buenos días», «buenas tardes», etc. cuando se llega a un lugar, son costumbres que se deben inculcar de manera progresiva.
Interrupciones: llamar a la puerta antes de entrar, esperar el turno para hablar y no interrumpir las conversaciones de los demás son pautas fundamentales de buenos modales. Ya sea en casa o en actos públicos, los niños deben entender que cualquier momento no es bueno para hablar y que, si es imprescindible, deben pedir permiso para hacerlo.
Cuando estén capacitados, hay que enseñarles a asearse antes de salir de casa
Orden e higiene: el aspecto externo de un niño refleja su modo de actuar. Cuando estén capacitados, hay que enseñarles a asearse antes de salir de casa y mantener la pulcritud en la medida de lo posible, no hay que olvidar que son niños. Es fundamental inculcarles la importancia del orden, tanto con sus cosas como con las pertenencias de los demás y, en este último caso, que aprendan a respetar los objetos ajenos y a no coger nunca nada que no sea de ellos sin permiso.
La comida es uno de los momentos del día en el que los padres deben utilizar sus mejores armas para proporcionar un buen modelo de comportamiento a los hijos. Es imprescindible que, al menos, en una de las comidas del día estén acompañados de los progenitores.
Hay que facilitarles esta tarea. No se puede pedir a un niño que se siente de forma correcta en la mesa si no cuenta con un asiento adaptado a su altura, o insistirle en que coja bien los cubiertos si estos son demasiado grandes para él. Del mismo modo, es necesario evitar durante la comida distracciones (libros, televisión) que le impidan concentrarse.
Para que los buenos modales se reflejen en la mesa, es fundamental enseñar a los niños distintas pautas: