Desde los primeros balbuceos hasta la pronunciación de una frase completa hay un largo camino. Padres y educadores deben intervenir para propiciar la correcta adquisición del lenguaje en las primeras edades, ya que es una de las principales bases en las que se asentarán los aprendizajes posteriores de los niños. Proporcionarles un modelo lingüístico adecuado a su madurez, fomentar juegos y actividades verbales y trabajar los aspectos prelingüísticos, como la respiración y la audición, son algunas propuestas de los especialistas para estimular el desarrollo del habla en los más pequeños.
«Papá» y «mamá» son, a menudo, las dos primeras palabras que aprenden a pronunciar los bebés con pocos meses de edad. A partir de entonces, se inicia el largo y complejo proceso de desarrollo y adquisición del lenguaje, que culmina en torno a los cinco o seis años. Para que el aprendizaje durante este periodo progrese de forma adecuada, se requiere un alto grado de motivación y estimulación por parte de padres y docentes, que deben trabajar sobre los diferentes aspectos que intervienen en el avance de la capacidad lingüística.
Etapa prelingüística
Antes de pretender que el niño hable, hay que trabajar aspectos preverbales, como la audición, la respiración o la motricidad labiolingual, puesto que sin ellos el desarrollo del lenguaje puede quedar limitado.
La capacidad de escucha juega un papel fundamental en la adquisición del habla
Cuando empieza a hablar
En torno a los 18 y 24 meses, el niño puede disponer ya de un lenguaje limitado, pero comprensible
En torno a los 18 y 24 meses, el niño puede disponer ya de un lenguaje limitado, pero comprensible, que ampliará de forma paulatina en los siguientes años. Durante esta etapa, los padres juegan un papel fundamental, son el modelo principal en el que se basarán sus hijos para aprender a hablar. Los especialistas aconsejan atender los siguientes aspectos:
Es habitual que los padres se adelanten a las respuestas de sus hijos
José Luis Gallego Ortega, logopeda y doctor en Pedagogía de la Universidad de Granada, en su artículo “La atención temprana del lenguaje oral: un requisito previo al aprendizaje lectoescritor”, afirma que “el aprendizaje de la lengua materna, junto con un rápido desarrollo psicomotor, son las dos adquisiciones más importantes que los pequeños conquistan en los primeros años de vida. A partir de ellas, se establecen bases sólidas que permiten nuevos y más complejos aprendizajes”.
Por este motivo, este especialista recomienda que se tenga especial atención al desarrollo del habla en los niños. “Multitud de trabajos insisten en la conveniencia de abordar el lenguaje desde perspectivas preventivas y estimuladoras, no sólo rehabilitadoras”, apunta Gallego, quien recalca que “el lenguaje oral es un aspecto preliminar necesario para acceder a la mayoría de las actividades que implica la escolaridad”.
La atención temprana es el camino idóneo para facilitar los intercambios comunicativos de los más pequeños con su entorno. Sin forzar su propio ritmo evolutivo, los padres y docentes pueden llevar a cabo un conjunto de acciones encaminadas a desarrollar las habilidades fonológicas, fonéticas, morfosintácticas, semánticas y pragmáticas necesarias para comunicarse. “No debe consistir en una aplicación masiva e indiscriminada de estímulos sensoriales y lingüísticos”, advierte Gallego, “sino en una estimulación adecuada al niño que se dirige, pensada para prevenir o aminorar los posibles déficits del lenguaje”.