Profesor titular de la Universidad Pública de Navarra, profesor asociado de la UNED y doctor arquitecto por la Universidad de Navarra, Faustino Gimena ha dirigido siete tesis doctorales y en estos momentos tiene bajo su tutela a dos doctorandos más. Gimena pertenece al sector universitario centrado en la investigación, que compatibiliza su labor docente y ocasionalmente asume la dirección de tesis. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el curso 2006-2007 más de 72.000 alumnos se matricularon en un programa de doctorado en alguna de las universidades españolas; durante ese mismo año, se aprobaron un total de 7.150 tesis doctorales. La duración media desde que se inician los cursos de doctorado hasta que se obtiene el título de doctor es de seis años.
Fundamentalmente, por dos razones: o bien es la manera de procurarse una salida profesional en una disciplina con un mercado laboral limitado a la docencia o a la investigación, o bien es una respuesta a la curiosidad que suscita un aspecto de una materia que se conoce y se quiere profundizar y conocer mejor. En el primer caso, el más común, conseguir el título de doctor seguramente es la única manera de profesionalizarse en lo estudiado; de hecho, hay disciplinas en las que se está casi obligado a convertirse en doctor, ya que es un requisito ineludible si se quiere ocupar una plaza de profesor o entrar en un laboratorio de investigación, donde todos los colegas serán también doctores. En otros casos, el doctorado procura un diferencial, aunque ser doctor no esté asociado a la salida profesional, se trata de una herramienta intelectual muy útil.
Obviamente lo primero es ser licenciado, arquitecto o ingeniero. A partir de ahí, el aspirante debe buscar un programa de doctorado de acuerdo a sus intereses y sus posibilidades y, después, encontrar a un director de tesis. De su elección dependerá el éxito del trabajo.
No se puede dirigir una tesis sin ser un experto en la materia
El director de tesis es quien guía al doctorando en su proceso, siempre alrededor de la investigación que lleva adelante. No se puede dirigir una tesis sin ser un experto en la materia. El director orienta al investigador, le introduce en la metodología de la investigación y acompaña al doctorando en su trabajo; finalmente, la tesis será resuelta por él, pero el director debe guiarle.
Normalmente se establece una relación personal muy estrecha; el director y el doctorando van a compartir intereses comunes y muchas horas de insatisfacción y fracasos, de desencuentros y de retornos. Hay que entender que la línea de investigación sobre la que el doctorando va a realizar su trabajo es propuesta por su director de tesis. El investigador pasa a formar parte de un equipo que lleva tiempo trabajando en una línea y para unos intereses y su función es añadir nuevos conocimientos. Si no hay buena relación, respeto y confianza entre el director y el doctorando, es difícil que se logre el éxito.
El doctorando debe ser consciente de que las tesis requieren mucho tiempo
En primer lugar a aquel que desea que su salida profesional esté relacionada con el mundo de la docencia o la investigación. Si sucede que el aspirante a doctor lo es porque tiene una inquietud intelectual que le lleva a preguntarse algo a lo que quiere dotar de respuesta, le diría que adelante, pero que sea consciente de que las tesis requieren mucho tiempo; incluso le animaría a que primero trabaje en su campo, madure en su persona y en su pensamiento, y luego se anime a doctorarse.
Eso cuando se consigue. Los datos dicen que uno de cada veinte doctorandos abandona su propósito. Lograrlo depende, y mucho, del director de la tesis. Al margen del periodo que se demore la obtención de la suficiencia investigadora, el tiempo que transcurra en la redacción final de la tesis está en función de que el alumno esté contento con el tema que el director le ha aprobado llevar adelante y con la relación entre ambas partes. La ilusión y la motivación de ambos aceleran el trabajo. Y, ¡cuidado con los objetivos marcados!, hay que ser humilde y saber que la tesis tiene su importancia, pero es una aportación más al conocimiento.
Si un doctorando obtiene el permiso de su director de tesis para presentarse ante el tribunal es porque la tesis es apta
Es una vergüenza y además, absurdo. Las tesis son aptas o no aptas. Es muy difícil que una tesis no sea apta. Cuando un doctorando obtiene el permiso de su director de tesis a presentarse ante el tribunal es porque la tesis es apta. La calificación “distinción especial” está de más, no aporta nada. El tribunal juzga un trabajo que se supone que es la respuesta más avanzada, contrastada y profunda a una pregunta concreta y confía en que el director de la tesis haya cumplido con su papel y efectivamente sea así. La exigencia a un doctorando se realiza a lo largo de la investigación y la redacción definitiva de su tesis, no en la exposición de la misma, en la que él, sin duda, es quien más sabe.
Desde luego distinguiéndola con “cum laude” no, porque como bien se apuntaba antes, es la nota común. Lo primero para enfrentarse a una tesis, insisto, es ser humilde. Un trabajo de cinco años no cambia el mundo, lo puede mejorar, pero desde luego no lo cambia. Lo segundo, reconocer que toda ampliación de conocimiento riguroso y serio es una aportación a la ciencia, sea de la índole que sea. Tal vez no sea concluyente, pero es un avance. Puede que se convierta en un artículo de prensa especializada y se vea así reconocido el mérito de manera inmediata; o puede colaborar a que en otra tesis posterior le merezca un espacio en las publicaciones. Con el conocimiento hay que ser generoso.
Insito: ser doctor en muchas ocasiones es la única manera de acceder a un puesto de trabajo en la docencia y la investigación. Entrar en otras valoraciones de prestigio o fama no resuelve nada. Yo, particularmente, soy muy duro con mis doctorandos, pero desde luego merecen todo mi aplauso y reconocimiento. Y no tengo por qué dudar de los demás.
La investigación puede cambiar la forma, pero el fondo y el propósito será el mismo
Todavía está por ver. Hay que esperar a 2010, fecha en que se implantará el nuevo sistema, pero por ahora, salvo si pertenece al equipo redaccional de la universidad, un profesor sabe poco lo que se está proyectando. Cuando llegue el momento tendremos la información y la aplicaremos. Sin embargo, la investigación puede cambiar la forma, pero el fondo y el propósito será el mismo.
La relación humana e íntima que surge entre el director y el doctorando. Está cargada de confianza, de satisfacción y de esfuerzo. Para un profesor, que es lo que yo soy, pues éste es mi oficio, compartir la carrera hacia el conocimiento con un alumno es muy estimulante. Recuerdo a mi director de tesis, al que siempre pondré el “don” por delante, pero que terminó siendo un amigo y una persona muy importante en mi carrera.