Internet ha sustituido a gran parte de la labor documental académica que hasta hace una década prestaban casi de modo exclusivo las bibliotecas universitarias. Pero a pesar de que los estudiantes se consideran hábiles y capacitados para buscar información con fines académicos a través de la Red, distintos estudios demuestran que sus destrezas en la búsqueda y selección de fuentes documentales son limitadas. Para evitar errores y dotar de fiabilidad a los trabajos que realizan, los expertos recomiendan la alfabetización informacional de los alumnos y la complementariedad de los recursos de Internet con los que proporcionan los nuevos modelos de bibliotecas.
Imagen: Rubén García / Eroski Consumer
Internet se ha convertido hoy en día en el principal elemento de consulta de los estudiantes universitarios cuando tienen que buscar fuentes documentales para llevar a cabo sus tareas académicas. Tal como afirman Jaume Sureda y Rubén Comas, del departamento de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares, la Red ha modificado «la forma de acceder, consultar y emplear la información en el ámbito educativo y académico». Así lo refleja el estudio realizado por estos especialistas sobre el uso de Internet como fuente de documentación académica entre los universitarios, que concluye que más del 84% de los estudiantes usan regularmente Internet con estos fines, sobre todo, para elaborar trabajos de la carrera.
El alumnado hace un uso muy escaso de los fondos bibliográficos de las bibliotecas
Este auge de la Red como fuente de información ha provocado un detrimento en el uso de otros recursos documentales, en especial de las bibliotecas. Según los datos de la investigación de Sureda y Comas, similares a los resultados de otros estudios internacionales, el alumnado hace un uso muy escaso de los fondos bibliográficos de las bibliotecas.
¿Afecta este cambio a la calidad del trabajo académico de los estudiantes? «Nosotros defendemos la complementariedad de las dos fuentes», señalan los investigadores. No obstante, el alumnado debe disponer «de directrices claras que le permitan determinar la fiabilidad de los documentos que utiliza de la Red», matizan.
Aprender a usar Internet
Internet elimina barreras espacio-temporales, es fácil y cómodo de usar y permite acceder a un incontable número de recursos. Pero todas estas ventajas pueden dejar de serlo si los estudiantes no tienen una estrategia adecuada para buscar y seleccionar la información que contiene. «Buscar en Internet es, en principio, una tarea difícil», así lo afirma María José Hernández, de la Facultad de Educación de la Universidad de Salamanca. En su ponencia ‘Uso de Internet como fuente de información para trabajos académicos’, Hernández señala que «para navegar en la Red -y llegar a buen puerto con ciertas garantías- es imprescindible desarrollar determinadas destrezas de búsqueda».
La alfabetización informacional es una de las competencias claves que deben adquirir los estudiantes universitarios
Estas destrezas forman parte de la llamada alfabetización informacional, considerada hoy en día por la mayoría de organismos e instituciones educativas como una de las competencias claves que deben adquirir los estudiantes universitarios. Hernández apunta que un buscador eficaz es alguien que es «capaz de planificar la búsqueda y de seleccionar los sistemas de búsqueda más apropiados en función de su objetivo», pero además, es necesario que sepa discriminar de forma crítica la información que encuentra y «elegir la de más calidad y comprensibilidad», añade.
Sin embargo, tal como señalan Sureda y Comas, para los universitarios «existe poca vida en el universo Internet más allá de Google«. Distintos estudios evidencian el desconocimiento que los estudiantes tienen de otros recursos de información académica adicionales a los buscadores, como las bases de datos especializadas o las listas de distribución. A esta estrategia de búsqueda simple y poco depurada se une la falta de destrezas adecuadas para seleccionar la información. María José Hernández admite que son pocos los estudiantes que «analizan la relevancia de los resultados obtenidos en sus búsquedas». La selección, apunta esta especialista, se basa más en «los criterios que propone el buscador que en los propios».
Las nuevas bibliotecas universitarias
El impulso de las nuevas tecnologías, sumado al nuevo concepto de enseñanza que propugna el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), ha modificado la tradicional concepción de la biblioteca universitaria como lugar de estudio o de consulta y préstamo de obras. El plan estratégico de la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN) de nuestro país propone una transformación de estos servicios académicos en un nuevo modelo -que ya ha sido adoptado por muchas universidades– denominado Centros de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI).
Tal como define REBIUN, un CRAI es «un entorno dinámico en el que se integran todos los recursos que dan soporte al aprendizaje y la investigación en la universidad». Esto incluye, además de los servicios y recursos bibliotecarios, tecnológicos y audiovisuales que hasta ahora prestaban las bibliotecas, otros adicionales como reprografía, producción de materiales digitales, gestión de bases de datos informatizadas o formación de usuarios, entre otros. El informe ‘De las bibliotecas universitarias a los Centros de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación’, publicado por la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), resume algunas de las principales aportaciones de los CRAI al ámbito académico: