Los hoteles infantiles o guarderías 24 horas surgieron para atender una demanda que en España aún está en fase de desarrollo. La idea es que los padres que trabajan de noche, a turnos o quieren salir a cenar durante el fin de semana puedan dejar a sus hijos e hijas en manos de profesionales y bien atendidos. La expansión de estas escuelas, sin embargo, es muy lenta debido al elevado coste que supone el servicio y porque los niños no siempre aceptan de buena gana quedarse a dormir con desconocidos. Es necesario un periodo de adaptación al personal del centro. Por ello, para ocasiones esporádicas, los expertos en educación infantil recomiendan las ludotecas, cuidadores conocidos por el niño y, por supuesto, los abuelos, que destacan como una importante fuente de cariño.
Escasa demanda
Los denominados hoteles infantiles o guarderías 24 horas, que abren sus instalaciones durante todo el día, resultan una alternativa muy atractiva para los padres y las madres con horarios de trabajo nocturnos o que desean salir la noche del fin de semana y no tienen con quién dejar a sus hijos. Sin embargo, aunque esta idea pueda parecer original ya se puso en marcha en España hace algunos años, en la actualidad apenas hay guarderías con esta filosofía porque tampoco existe una gran demanda. Según el presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles, Juan Sánchez, “las guarderías 24 horas han dado mal resultado porque se trata de un servicio prestado por centros privados, que generalmente supone un importante desembolso económico para los padres”. Asimismo, reconoce que, “cuando salen la noche del sábado, los padres prefieren dejar a los hijos al cuidado de un familiar o una cuidadora profesional”, aunque destaca la importancia de que los pequeños acudan a centros de educación infantil para que se socialicen e interrelacionen con otros niños de su edad. “La personalidad se forma en los primeros años y tiene que fijarse en confrontación con la de otro niño”, explica. Es bueno, añade, que el niño, una vez cumplido un año, acuda a un centro, pocas o muchas horas, porque va a favorecer su desarrollo psicológico.
La incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha creado nuevas necesidades en los padres, que requieren dejar al niño en el centro un mayor número de horas. En este sentido, Juan Martín, asesor de la Asociación de Centros de Educación Infantil de Madrid, señala que la experiencia de las guarderías 24 horas se ha reciclado en guarderías con un horario de apertura más prolongado, de siete de la mañana a nueve de la noche, “porque puede haber niños que no acudan al centro por el día, pero sí lo hagan a partir de las tres de la tarde y necesiten quedarse allí varias horas”. Asegura que con esta fórmula se obtienen mejores resultados que con la apertura ininterrumpida, tal y como confirman también desde la guardería El Petit Lord de Girona, un centro que tuvo que dejar de ofrecer este servicio hace más de dos años porque la gente apenas lo usaba. “Abrimos como escuela infantil hotel, pero este sistema en España no funciona porque no hay peticiones, los padres prefieren dejar al niño con la abuela u otro familiar antes que en un centro”, remarca asimismo la directora del centro de educación infantil Paides, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), Gloria Rodríguez-Pina.
No obstante, no todo son opiniones en contra de este tipo de guarderías. Pilar Vera, directora de la Escuela Infantil Genios, en Alicante, defiende este servicio que ella misma ofrece desde hace tres años “con una buena acogida por parte de los padres”. A su juicio, sí que existe demanda porque hay necesidad de conciliar la vida familiar y laboral, aunque subraya que el problema del fracaso de este sistema está en el enfoque. “Si la guardería permite que un niño se quede un rato por la tarde mientras los padres están de compras o una noche que salen a cenar, es muy probable que el pequeño no conozca o no esté adaptado al personal y que, por lo tanto, se quede llorando. Si cuando los padres vuelven a recogerlo, el niño sigue llorando, no lo dejarán la próxima vez”. Vera propone que las guarderías 24 horas sólo admitan a niños matriculados en la escuela, que conocen al personal y están acostumbrados a dormir en una cuna y jugar con los mismos compañeros. “Es lo que hacemos en nuestro caso, sólo atendemos a niños que están matriculados durante el día y, de manera puntual, necesitan quedarse a dormir una noche porque sus padres están de viaje, trabajan a turnos o han salido a cenar. Ni siquiera admitimos a los amigos de esos niños si no les conocemos, porque seguramente se quedarán llorando y molestarán a los otros”, advierte.
Se trata de establecer unas normas y conseguir que todos las cumplan: “Hasta las diez de la noche los niños pueden salir de la guardería en el momento que los padres quieran, pero a partir de esa hora, por la comodidad del niño y la seguridad de la escuela, debe permanecer con nosotros, por lo menos, hasta las siete y media de la mañana. A esa hora, la escuela vuelve a abrir y los padres pueden venir a recoger a su hijo, ya que si lo hicieran durante la noche le cortarían el sueño o podrían despertar a los otros niños”, aclara la directora de Genios. La idea, por lo tanto, es que las guarderías 24 horas ofrezcan horarios flexibles, pero sin perjudicar el correcto desarrollo del niño. Para ello, cada pequeño debe contar con un programa educativo individualizado, que atienda sus necesidades específicas y las de los padres, a los que se debe facilitar la conciliación de trabajo y vida privada. “Pretendemos que sean los padres los que se adapten a los horarios escolares, pero deberíamos plantearlo al contrario si de verdad apostamos por la conciliación”, resume Vera.
Horarios de adultos
Una de las cuestiones más polémicas que suscitan los centros de educación que abren durante toda la jornada es el hecho de que los pequeños, siendo niños, cumplen horarios de adultos: se levantan a la vez que los padres, salen de la escuela cuando estos finalizan el trabajo y se adaptan a los planes que organicen el fin de semana ¿Puede ser perjudicial? “Naturalmente, siempre recomendamos a las madres que si se pueden quedar con sus bebés, lo hagan, porque con nadie van a estar mejor que con ellas, pero tampoco hay que alarmarse porque el menor pase más tiempo en la guardería que en su casa, al fin y al cabo, en el centro se crea un clima de afecto que lo convierte en un verdadero hogar para el niño”, responde Gloria Rodríguez-Pina. Es una cuestión de equilibrio. La escuela juega un factor muy importante en el niño porque en ella es atendido por pediatras y psicólogos que le estimulan y le ayudan a conformar su personalidad, pero los padres deben dedicarle su tiempo para contribuir también en esa tarea.
Por su parte, el presidente de Asociación Mundial de Educadores Infantiles afirma que las posibles desventajas de cumplir el mismo horario que los padres y madres dependen de la estructura, organización y profesional del centro. “Si el horario esta equilibrado, es decir, el niño juega, comparte tiempo con otros niños, tiene momentos de estimulación y de descanso, no tiene por qué ser malo que esté tanto tiempo en el centro. Es bueno que los padres y madres estén el máximo de tiempo con el niño, pero si tienen que estar en la guardería y los padres se aseguran de que existe un buen programa educativo, no hay ningún problema”, subraya Sánchez. La implicación de los padres debe, para ello, abarcar varios aspectos y constatar, además del programa educativo que se sigue, que el centro cuenta con licencia de apertura y que cumple los requisitos mínimos exigidos por el Real Decreto 1537/2003, de 5 de diciembre, por el que se establece que los centros de educación infantil deben ubicarse en locales de uso exclusivamente educativo y contar con aulas de, al menos, 30 metros cuadrados, un patio de juegos de uso exclusivo del centro, un aseo por aula, una sala de usos múltiples, un aseo para el personal separado de los servicios de los niños y un despacho de dirección, una secretaría y una sala de profesores, para centros con más de seis unidades.
Contar con todas estas instalaciones y servicios permitirá que el niño esté más cómodo, y que cumpla a la vez sus propios horarios de comidas, juegos y siesta, principalmente. “Adaptar el horario de los niños a los padres es una necesidad que se debe cubrir, pero cada niño tiene otras muchas necesidades”, destaca Juan Martín, para quien en este ámbito la oferta privada hace una labor positiva porque oferta horarios vespertinos en los que los padres continúan en la oficina y no se pueden ocupar de su hijo, frente a la red pública, “que generalmente cumple un horario escolar hasta media tarde”. “No se entienden las escuelas que abren hasta las tres de la tarde porque pocos padres libran por la tarde y se pueden encargar de su hijo. Además, el hecho de que las guarderías abran más horas es una manera de facilitar la incorporación de la mujer al mundo del trabajo”, reflexiona Rodríguez-Pina.
Cuidados habituales y esporádicos
La gran preocupación de los padres a la hora de dejar a sus hijos al cuidado de otros, ya sea una guardería, una cuidadora habitual o una canguro, es saber si los pequeños van a estar a gusto y no les van a echar de menos. La directora de la guardería Paides asegura que para reforzar esa tranquilidad, “cada centro debe hacer que el niño se sienta en la escuela como en su casa, ya que el personal de la guardería acabará formando parte de su vida”. Este proceso requiere su tiempo, un periodo de adaptación en el que el niño hace una primera toma de contacto con el profesor, se conocen y, finalmente, se acostumbra a su compañía y a la de sus compañeros. Por ello, Juan Sánchez insiste en que las guarderías 24 horas no sirven para dejar a los niños de manera esporádica “porque si se despierta durante la noche, no reconoce el entorno y puede asustarse”. Advierte de que el niño tiene que estar “muy acostumbrado” a estar con los adultos con los que va a pasar la noche o el rato que sus padres les dejen en estos centros y reconoce que lo lógico y lo normal es que duerma en su ámbito familiar, con sus padres u otro miembro de la familia. “Desde el punto de vista del niño, si el padre tiene una alternativa a estas guarderías, mejor”, agrega.
La Asociación Mundial de Educadores Infantiles realiza las siguientes recomendaciones entre las personas cuidan del menor de manera esporádica y habitualmente:
Cuidados esporádicos:
- Ludotecas. Se trata de centros de juego pensados para que el niño acuda unas horas y aprenda jugando. Están pensadas para niños a partir de cinco o seis años, que tienen cierta autonomía y no tienen tanto miedo a quedarse solos, como ocurre con los más pequeños.
- Canguros. En la mayoría de los casos se trata de chicas jóvenes que acuden al propio hogar a cuidar a los niños por horas el tiempo que los padres están fuera. Es interesante que las primeras veces, cuando los niños y las niñas no la conocen demasiado, los padres permanezcan un tiempo en la casa, con ella y con los pequeños, para que éstos no pierdan el clima de seguridad.
Cuidados habituales:
- Centro de educación infantil. Es el lugar más adecuado por estar pensado exclusivamente para atender al niño durante un buen número de horas. Elegir el más adecuado dependerá de la distancia a la que se encuentre del hogar, las instalaciones con que cuente y su programa educativo, entre otros factores.
- Un familiar. Suele ser la abuela u otro familiar muy cercano quien se encarga de recoger al niño cada tarde de la escuela o cuidarle mientras sus padres trabajan. Aportan al menor una gran tranquilidad y cariño.