La Sierra de Atapuerca alberga innumerables fósiles en sus diferentes niveles, pero hasta ahora los científicos no habían descubierto grandes asociaciones de fósiles en un mismo nivel del suelo. Investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR) confirman el hallazgo de la asociación de restos fósiles con la mayor diversidad de anfibios y reptiles.
Un equipo multidisciplinar e internacional de paleontólogos se dedica tras cada campaña y de forma exclusiva a cribar los restos extraídos por los arqueólogos en el yacimiento de la Sima del Elefante en Atapuerca. Su objetivo es encontrar huesos de animales diminutos como ratones, musarañas, sapos y serpientes. El último hallazgo ha superado las expectativas de los científicos. «La asociación de fósiles descubierta es la mayor encontrada en un nivel de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Corresponde al 64% de las especies que viven actualmente en los alrededores de la Sierra de Atapuerca: el 81% de los anfibios y el 47% de los reptiles», señala Hugues-Alexandre Blain, autor principal e investigador en el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) de la URV.
Una salamandra, un tritón, ocho ranas y sapos, una tortuga terrestre, tres lagartos y cuatro serpientes son los animales fósiles hallados en el yacimiento. Un total de 18 taxones, entre los que destaca por primera vez el tritón palmeado (Lissotriton helveticus), un sapo pintojo (Discoglossus sp.) y una lagartija del genero Podarcis. «En el caso de los fósiles del tritón palmeado, estos corresponderían a la mención más antigua para esta especie en la Península Ibérica», recalca Blain, quien confirma que, a excepción de las tortugas, «todas las especies representadas están presentes en la provincia de Burgos en la actualidad». Por lo tanto, la herpetofauna tenía ya un aspecto muy moderno hace 300.000 años.
El hallazgo ha permitido demostrar también que durante el Pleistoceno el clima era más cálido que el actual. «Pero comparado con los otros yacimientos de la Sierra de Atapuerca correspondería a un periodo más seco», apunta el investigador. Junto a estos datos, el estudio confirma además que el paisaje asociado estaba «probablemente» compuesto por un bosque-galería alrededor de un curso de agua tranquilo, dentro de un ambiente mediterráneo que se alternaba entre zonas de praderas secas y espacios rocosos o pedregosos y de matorrales abiertos.
Este tipo de estudios puede aportar datos de interés biológico para saber qué especies vivían hace un millón de años en Atapuerca, pero también proporciona «datos biocronológicos cuando las especies son diferentes y datos paleoclimáticos y paleoambientales cuando se estudian las variaciones en la composición de estas faunas en relación al actual», señala Blain.