La inteligencia límite o funcionamiento intelectual límite supone tener un cociente intelectual (CI) entre 71 y 85, algo menos que la media, pero no implica retraso mental. Detectarlo a tiempo es fundamental para que los alumnos reciban la atención que necesitan y su ritmo de aprendizaje no se vea alterado. Como se explica a continuación, un reciente estudio de la Universidad de Zaragoza analiza esta realidad y aporta propuestas para impulsar la inclusión social de los afectados, así como el acceso a una vida más autónoma.
Tres rasgos comunes a las personas con inteligencia límite
La inteligencia límite no es una enfermedad, sino un trastorno que implica «ciertas limitaciones en el funcionamiento mental y en el uso de habilidades tales como comunicación, cuidado personal y destrezas sociales». Así la define la Fundación Belén, que facilita información sobre cuestiones educativas y de salud, entre otras. Estas limitaciones afectan a los estudiantes porque retrasan su ritmo de aprendizaje y su desarrollo. «Los niños con inteligencia límite pueden necesitar más tiempo para aprender a hablar, caminar, cuidado personal, como vestirse o comer», agrega la Fundación.
El estudio ‘Inteligencia límite. Perfil, necesidades, recursos y propuestas de mejora’, llevado a cabo por María Frontera Sancho y Carlos Gómez Bahillo, de la Universidad de Zaragoza, junto con la Asociación Enlinea y el Real Patronato sobre Discapacidad, destaca cómo la escuela «supone un importante reto para las personas con inteligencia límite por las exigencias académicas y sociales que conlleva». Detectar a tiempo a los alumnos con inteligencia límite se convierte, por lo tanto, en una prioridad para contar con el diagnóstico y tratamiento adecuados.
Para ello, el estudio propone una serie de claves que faciliten la tarea de reconocer a los estudiantes con inteligencia límite. De este modo, se destacan las siguientes:
Dificultades desde el inicio de curso. «A menudo, es al comienzo de la escolarización cuando se confirman las limitaciones que presenta el niño», se subraya. Conforme avanza el curso, las dificultades son cada vez mayores por la exigencia del nivel de enseñanza y los pequeños carecen de menos estrategias resolutivas, lo que puede llevar a no superar con éxito el curso académico, si no se pone remedio desde el principio. «El comienzo de la educación secundaria (ESO) constituye otro momento clave en la detección del problema», se precisa. Casi la cuarta parte de las familias encuestadas para el estudio indicaron que las dificultades escolares de sus hijos empezaron en los primeros cursos de Educación Primaria. Los problemas en la ESO abarcan la dificultad de los aprendizajes, la falta de apoyos, el cambio de metodología, así como el trato de profesores y compañeros, entre otros.
Insatisfacción con profesores y otros compañeros. Pese a que la mayoría de los alumnos con inteligencia límite guardan un buen recuerdo de su etapa escolar, cuatro de cada diez aseguran que durante los años de estudiantes su nivel de insatisfacción fue elevado (alrededor del 40%) y casi en la misma proporción (41,80%), los padres afirman que sus hijos guardan un mal recuerdo motivado por el currículum y el trato con los compañeros. De hecho, más del 40% de las personas con inteligencia límite encuestadas para la elaboración de la investigación aseguraron que cambiarían el trato recibido por sus compañeros y docentes. Durante la etapa escolar, los estudiantes echaron de menos más atención y apoyo por parte de los profesores, así como el respeto de los compañeros.
Suspensos y repeticiones de curso. El fracaso y abandono escolar son frecuentes entre los alumnos con inteligencia límite. Casi dos de cada diez repiten o abandonan la escuela antes de cumplir 16 años y seis de cada diez no completan la ESO. Quienes sí superan esta fase revelan grandes dificultades «cumpliendo parcialmente los objetivos de la etapa educativa».
Necesidades de los estudiantes con inteligencia límite
El proceso de aprendizaje requiere adaptarse a las particularidades de las personas con inteligencia límite, pero a su vez, es igual de importante asegurar un entorno seguro a los estudiantes con este problema. La falta de atención o la atención inadecuada por parte del profesorado, así como las burlas y comportamiento de los compañeros, causan problemas serios a los niños afectados, que incluso en ocasiones se cambian de colegio para encontrar una solución.
Cambios académicos. En primer lugar, se estima que el centro escolar ha de adaptar los contenidos a los alumnos, cambiar la metodología o la forma de evaluación. Además, los progenitores reclaman que se atiendan las necesidades de integración social, que se incrementen los profesores de apoyo, se ayude a mejorar las relaciones con los compañeros y con los docentes y se adapte el currículum. Respecto a este último, se considera que debería replantearse cuál es el currículum más adecuado, ya que es la principal fuente de insatisfacción para el 73,68% de las personas con inteligencia límite.
Atención temprana. Cuando antes se detecte la inteligencia límite, antes se prestará atención y se contrarrestarán sus consecuencias. «Un escaso porcentaje de niños con inteligencia límite recibe atención temprana en los tres primeros años de vida», señala el estudio. Una consecuencia directa de esto es el cambio de colegio, con la idea de que un nuevo entorno, nuevos profesores o nuevos compañeros ayudarán al éxito académico. Solo un 26% de las personas con inteligencia límite encuestadas recibió atención temprana en los tres primeros años de vida y el 42% cambió de colegio debido a la necesidad de apoyos mayores y más especializados.
Mejorar el trato con los compañeros. Casi una tercera parte de las personas con inteligencia límite recuerda la relación con sus compañeros como una experiencia difícil y fuente de insatisfacción. Incluso algunos afirman que no tuvieron ningún amigo en el colegio y tres de cada diez aseguran que hubieran querido cambiar de colegio por esta razón. Sobre todo el recreo representa un momento crítico, ya que algunos niños no se divierten en él o, debido a la falta de supervisión, se registran casos de acoso, burlas, aislamiento o marginación.
Cuidar el paso a Educación Secundaria. Este momento es clave, aunque cada vez que se pasa de curso los alumnos requieren una atención especial, es el cambio a Secundaria el aspecto que más se debe tener en cuenta. «La dificultad de los aprendizajes, la falta de apoyos, el cambio importante que supone en metodología, profesores y compañeros» son algunas de las causas que los estudiantes señalan como más problemáticas.