Ayer se inauguró oficialmente la Exposición Universal de Aichi, que durante seis meses planteará un modelo de sociedad planetaria en el umbral del siglo XXI bajo el lema «La sabiduría de la naturaleza». La provincia de Aichi, a unos 300 kilómetros al suroeste de Tokio, toma así el relevo de la ciudad alemana de Hannover, que acogió este evento mundial en 2000.
Desde hoy, día de la apertura al público, hasta el 25 de septiembre, día de la clausura, organizadores y empresas locales, junto con los 127 países participantes, desarrollarán cerca de 7.000 actividades.
La Expo de Aichi trata de compaginar la tecnología más futurista con el cuidado de la naturaleza para paliar los problemas medioambientales. Así, los que acudan a este encuentro podrán contemplar desde robots capaces de tocar en una orquesta o hablar en cinco idiomas, hasta los restos de un gran mamut congelado hallado en Siberia el año pasado, pasando por un sistema audiovisual planetario de 360 grados.
Destaca también la construcción en una isla artificial del aeropuerto Internacional Chubu Centrair, el tercero del país, y la línea para el tren de levitación magnética «Linimo».
Los organizadores del evento esperan unos 15 millones de visitantes durante los próximos seis meses, unas previsiones discretas si se tiene en cuenta que la primera Expo que se celebró en Japón, en Osaka en el año 1970, fue visitada por 64 millones de personas.