La Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE) aglutina a más de 500 asociaciones de alumnos, tanto de la escuela pública y concertada como de la privada. Sus fines fundamentales son promover la participación de los alumnos en los centros educativos y defender los derechos e intereses de los estudiantes, y procurar que tengan la mejor educación posible siendo siempre protagonistas y artífices de la misma. Como nos explica en esta entrevista su actual presidente, Javier Ruiz Yébenes, CANAE reivindica una renovación de las prácticas docentes y la introducción de nuevas metodologías pedagógicas en el aula, que aprovechen mejor las capacidades para aprender del alumnado, más allá de los tradicionales libros y pizarras. Un modelo en el cual el estudiante sea una parte activa de su proceso de aprendizaje y no se conciba como un sujeto pasivo.
En los consejos escolares de centro el alumnado vale algo más de la participación del profesorado, en los consejos municipales y autonómicos la diferencia sigue creciendo, hasta llegar al Consejo Escolar del Estado, donde la representación numérica es ridícula frente a otros sectores de la educación. Por eso, siempre desde CANAE hemos apostado por la “paridad”, es decir, por la igualdad numérica entre los principales sectores de la educación.
El problema es que se tiende a creer que todo el mundo está más capacitado para opinar sobre lo que nos conviene que nosotros mismos desde nuestra experiencia del día a día. Se nos desprecia por nuestra falta de conocimientos técnicos o la supuesta inexperiencia.
Cuanto más unidos estemos, más posibilidad tendremos de cambiar las cosas
Existen mil razones para hacerlo, pero quizá la más importante es que cuantos más estudiantes organizados seamos, y cuanto más unidos estemos, más posibilidad tendremos de cambiar las cosas. Por otra parte, lo mejor que se puede llevar un estudiante de esta experiencia es el aprendizaje. Hay cosas que no se aprenden en los libros y que difícilmente se pueden trabajar sin llevarlas a la práctica. Lo cierto es que la gente que hemos pasado por asociaciones o federaciones en CANAE aprendemos a trabajar en equipo, a respetar a los demás y sobre todo, desarrollamos las habilidades sociales para relacionarnos. Pero también aprendemos a gestionar una asociación, unos proyectos y unas ayudas, y a trabajar de forma planificada y bajo unos objetivos. Estas son cosas que no se podrían aprender de otra manera y que a muchas personas les lleva años, ya que no están en ningún currículo formativo.
No hay una normativa común en todo el territorio. Es algo que ha quedado a la voluntad de las diferentes autonomías; pero sí hay algunos pasos comunes. Lo primero que un estudiante tiene que hacer para crear una asociación es encontrar otros cuatro estudiantes por lo menos. Tienen que convocar una asamblea pública con dos puntos en el orden del día, uno es la constitución de la asociación y aprobación de los estatutos, el otro, la elección de un equipo directivo para la misma.
No hay estudios o datos reales sobre el nivel de asociacionismo estudiantil, porque tampoco se reconoce su aporte a una educación de calidad, que es donde se centran normalmente todos los estudios. Pero sí es cierto que en otros países de Europa hay una mayor cultura participativa. El hecho de poner en un currículum que has participado en una asociación, o que has sido representante estudiantil, supone un aspecto de prestigio; mientras, en nuestro país no se valora y se entiende como una pérdida de tiempo. Y esto lo decimos con conocimiento de causa, porque son nuestras familias y nuestros profesores los primeros en decírnoslo.
Nadie informa sobre los canales de participación en el centro o de la posibilidad de asociarse
Por normal general, hay un cierto rechazo por parte de los equipos directivos de los centros educativos a estas formas de participación, por entenderlas reaccionarias y una distracción de lo que el alumnado realmente tiene que hacer, que es estudiar. Se olvidan que uno de los principales objetivos de la educación es formarnos como personas de forma integral, y eso también pasa por saber trabajar en equipo, conocer nuestros derechos y ejercerlos. Pero esto es algo que está fuera de todo currículo, de lo que nunca se ocupa ningún profesor o equipo. Nadie informa sobre los canales de participación en el centro o de la posibilidad de asociarse.
Avanzamos poco a poco en cada autonomía en el reconocimiento de nuestro papel y nuestro trabajo por la educación; hay que tener en cuenta que con el sistema educativo actual son mayores y más importantes los logros que se consiguen en el marco autonómico que en estatal, porque son las autonomías quienes están poniendo en práctica el sistema y quienes lo adaptan a sus necesidades. A pesar de esto, el logro más importante se consigue día a día, en el trabajo diario con el que jóvenes estudiantes se implican en su centro, se leen la compleja normativa y hacen propuestas en sus respectivos consejos escolares; en la participación de los jóvenes que renuncian a fines de semana para reunirse y hablar de política educativa. El mayor éxito es ese trabajo anónimo y tan poco reconocido, y seguir con vida como asociación cuando competimos con poca cultura participativa, cierto rechazo y otras formas de ocio más atractivas.
La LOE no es la ley que CANAE esperaba, al menos en algunos puntos que para nosotros son vitales
Por desgracia, la LOE no es la ley que CANAE esperaba, al menos en algunos puntos que para nosotros son vitales. Por una parte, la LOE no ha traído más democracia a los centros, sigue manteniendo esa figura de “director comisario” con poder ejecutivo al margen del consejo. Del mismo modo, la LOE mantiene la selectividad, en lugar de arreglar los problemas que subyacen del hecho de que los estudiantes que acaban el bachillerato no tienen las competencias necesarias para enfrentarse a una etapa posterior. Se pone un examen creyendo que con ello introducimos un elemento corrector del sistema y una garantía de calidad.
Para CANAE, el mayor fracaso de la LOE es haber olvidado, como todas sus antecesoras, el aspecto más importante de la educación: la motivación. Hoy en día, el alumnado no ve la utilidad de su educación, no la entiende como una herramienta para garantizar un futuro y día a día los estudiantes se sientan a recibir las clases de un sistema que no se preocupa por sus intereses y que se diseña en despachos. Asimismo, tenemos al profesorado desmotivado para dar clase y reivindicando más autoridad y mejor formación inicial, porque se ve sin la habilidad necesaria para impartir clase.
Entre los aspectos positivos de la LOE, se puede destacar la eliminación de los itinerarios, que eran clasistas, segregadores y una barbaridad para el alumnado. Se nos pedía que eligiéramos qué queríamos hacer a los 13 años y se nos quería agrupar por nuestras habilidades y capacidades. También la LOE, de forma positiva, ha introducido un concepto de “escuela inclusiva” y atención a la diversidad, entendiendo a los alumnos como diferentes los unos de los otros, con unas capacidades distintas y, por tanto, unas necesidades diferentes. También hay que valorar que la LOE ha introducido en el currículo un pequeño atisbo de educación para la participación con la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
Todo lo que nos eduque y nos prepare para participar será siempre bienvenido
Para nosotros la participación es algo fundamental porque no existiríamos sin ella y todo lo que nos eduque y nos prepare para participar será siempre bienvenido. Nuestra confederación lleva más de 20 años reivindicando que tiene que darse en el contexto educativo una educación para la participación, un espacio y una asignatura donde aprendamos a ser ciudadanos activos, que nos enseñe los derechos que nos asisten como españoles con nuestra Constitución y como personas con la Declaración de los Derechos Humanos. Asimismo, tenemos que conocer nuestra Administración y aprender cómo relacionarnos con ella en sus diferentes niveles, desde el local hasta el estatal.
Se aprecian algunas diferencias en la concepción de los objetivos y en la expresión de los mismos por la diferencia generacional. Pero son nuestro mayor apoyo a la hora de trasladar nuestras reivindicaciones y nuestras necesidades, y sin ellos muchos de nuestros logros no serían posibles. Cierto es que hay más coincidencia con algunas asociaciones que con otras, pero tanto padres, madres y alumnos queremos una mejor educación y tener un papel más activo en el sistema educativo.
El primero concienciar de que el bullying o el acoso no sólo está presente en las aulas o en la escuela, sino en la sociedad; no deja ser un ejercicio hipócrita el señalar únicamente a la escuela como culpable. Este es un problema social que tendremos que abordar en conjunto para solucionarlo. Por otra parte, desde CANAE llevamos años trabajando para la mejora de la convivencia en los centros con la realización de cursos para la formación de alumnos mediadores o la realización de campañas. Nuestras federaciones y asociaciones están trabajando muy duro por concienciar a la comunidad educativa de la importancia de la mediación de conflictos con el fin de prevenir los episodios violentos y también por hacer entender que la convivencia es algo por lo que todos debemos trabajar y que no se resolverá con expulsiones o castigos.