José Die, ingeniero agrónomo por la Universidad de Valencia, preside desde principios de este año la Federación de Jóvenes Investigadores. Esta organización, de ámbito estatal, lleva ocho años coordinando los esfuerzos de varias asociaciones españolas de investigadores por conseguir el reconocimiento profesional y social de la actividad investigadora en nuestro país. “Investigadores precarios” es como se denominan ellos mismos, por carecer de algunos de los derechos laborales básicos, por la inestabilidad de la profesión y por la inexistencia de una carrera investigadora realmente estructurada en España.
El Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF), aprobado hace dos años, ha cambiado significativamente el panorama del investigador en nuestro país, aunque como afirman desde la Federación, estos cambios no han sido suficientes.
El Estatuto ha dibujado un nuevo panorama en la situación del joven investigador, mejorándola considerablemente. Hasta su aprobación, el titulado que comenzaba la labor investigadora para alcanzar el doctorado contaba con ayudas y becas a la investigación que duraban cuatro años. Con el nuevo Estatuto se ha establecido un sistema de “2+2” para las ayudas predoctorales: dos años de beca y dos años de contrato en prácticas. Asimismo, el EPIF establece que durante la fase de beca los investigadores cotizarán a la Seguridad Social, pero con una base de cotización reducida y sin cobertura de desempleo.
El Estatuto es un paso positivo pero insuficiente
No, el balance del estatuto es un paso positivo pero insuficiente, porque deja fuera de su ámbito a un amplio sector: todos los investigadores no doctores con una ayuda que no esté enmarcada dentro de un programa oficial de doctorado. Es decir, si en el texto de la ayuda o beca que recibe un investigador no se especifica que su fin es la obtención del título de doctor, aun cuando se esté utilizando para ello, el becario no tendrá derecho a ningún contrato.
El EPIF establece que las ayudas a la investigación dirigidas a aquellas personas que tengan el título de doctor se deberán formalizar mediante un contrato laboral, no pueden estar becados aquellos que han alcanzado la máxima titulación académica, sino que deben estar contratados. Sin embargo, hay varias convocatorias dirigidas a doctores que no se acogen al EPIF.
Sí, son los que nosotros denominamos “sin papeles” o investigador sin remuneración regulada. Son los que hacen su tesis o se dedican a la investigación sin recibir ningún tipo de financiación por ello, o los que reciben una cantidad que, en ningún caso, refleja su dedicación real. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, recién licenciados que comienzan a investigar mientras esperan la concesión de una beca, o licenciados o doctores que se dedican a la investigación como ocupación principal.
El investigador debe tener claro que se va a encontrar con un camino complejo
Una persona que comience la carrera investigadora debe tener claro que se va a encontrar con un camino complejo en el que va a tardar más tiempo del habitual en alcanzar una estabilidad profesional adecuada. Pero, asimismo, es una actividad que produce muchas satisfacciones profesionales, partiendo de que esta profesión tiene un gran componente vocacional.
Efectivamente, es frecuente que los investigadores abandonen antes de terminar. El problema es que hasta que no llegas al final de la investigación no eres nada. En la carrera investigadora no hay etapas intermedias, los niveles no están hilados y al terminar una etapa pueden pasar meses hasta que aparece un programa que te permita continuar. En estos periodos de incertidumbre algunos no pueden mantenerse y esto provoca que abandonen si se les presenta la oportunidad de acceder a un contrato laboral, aunque no esté relacionado con el ámbito de la investigación.
Sí, entre los programas nacionales de ayuda que se convocan anualmente se ofertan 2.000 plazas para investigadores que empiezan la tesis doctoral y sin embargo, tan sólo 250 plazas para investigaciones postdoctorales. Si ofreces una entrada al sistema a 2.000 personas y sólo ofreces salida a 250, significa que no se cuenta con un diseño realmente planificado y racional de la carrera investigadora.
En otros países es más fácil la movilidad
Las condiciones laborales no son muy diferentes. Lo que sí difiere bastante es la estructura. En países como Francia, Alemania o Reino Unido los tiempos entre las distintas etapas de la carrera investigadora son más reducidos, tienen una estructura básica que permite que una vez que se ha alcanzado el doctorado sea más fácil la movilidad.
Esto es una realidad. En España se invierte una gran cantidad de dinero público en formar a investigadores que finalmente tienen que trasladarse al extranjero, por carecer de ayudas aquí para continuar su investigación. Una vez allí, el investigador se encuentra con un reconocimiento profesional del que carece en nuestro país, con mayores recursos y disponibilidad de financiación para llevar a cabo sus trabajos. Por eso, cuando un investigador que se ha trasladado al extranjero se plantea volver a España, tiene que pensárselo mucho.
Un titulado que entra a trabajar en una empresa es un trabajador y una persona que empieza a investigar es un becario
La principal diferencia es que un titulado que entra a trabajar en una empresa es un trabajador y una persona que empieza a investigar es un becario. Por otra parte, un titulado superior alcanza la estabilidad laboral antes que un investigador y, por lo tanto, su proyección personal puede desarrollarse mejor que la de un investigador.
En España, hoy por hoy, la empresa privada no es el motor de la investigación ni de la contratación de doctores. Sin embargo, en otros países como Francia o Alemania es muy normal encontrar a un doctor trabajando en una empresa privada. Aquí todavía no estamos avanzados en ese sentido.
La carrera investigadora tiene que tener un componente vocacional muy grande
Lo más importante es que tenga en cuenta que la carrera investigadora tiene un componente vocacional muy grande. Por otra parte, es necesario ser consciente de la realidad con la que se va a encontrar, del camino que tendrá que recorrer hasta alcanzar la estabilidad laboral, aunque por suerte las condiciones hasta alcanzarla van mejorando con el paso de los años.