¿Teoría o práctica? ¿Memoria o experiencia? Se considera que es más sencillo recordar y comprender aquello que realizamos en primera persona. Numerosos juegos eligen esta opción como vía de aprendizaje y fomentan la creatividad, ya que esta cualidad no siempre es innata, sino que se puede potenciar. En este artículo se explican cuatro juegos con este fin, así como los motivos para dejar que los niños experimenten por sí mismos.
Cuatro juegos para experimentar
1. Descubrir las claves de la gravedad.
El agua es un elemento muy útil para realizar experimentos. Además, pese a que es fácil mojarse, no mancha, por lo que los padres son más proclives a dejar que se emplee. Una pared de agua permite experimentar con este líquido los principios de la gravedad. Los niños han de crear un circuito compuesto por recipientes de plástico, que se colocan sobre una pared. Se debe lograr que los recipientes conecten de modo que, al verter agua sobre el primero, el líquido pase de un recipiente a otro hasta el final del circuito. Conviene que los envases tengan distinto tamaño para comprobar cómo actúa el líquido ante diferentes longitudes y grosores y para que los pequeños se planteen cómo solventar las acumulaciones de agua o los desbordamientos, según se cita en el blog ‘ExperCiencia‘.
2. Cómo meter un huevo en una botella.
Meter un huevo en una botella es sencillo, pero hay que saber cómo hacerlo para no romper el huevo ni desesperarse. Se requiere la ayuda de los padres ya que es necesario usar una cerilla, junto con un huevo, una botella de cristal y un trozo de papel de periódico. Hay que tener precaución, puesto que el huevo debe cocerse (es preferible que lo cueza una persona mayor), quemar un trozo de papel e introducirlo en la botella. Al colocar el huevo en la boca de la botella, la presión del interior disminuye con respecto a la del exterior y el huevo cae dentro.
3. Experimentar en la naturaleza.
El entorno provee a los niños de todo lo necesario para practicar y aprender. El blog ‘Let the children play’ (Deja a los niños jugar) explica cómo crear un irresistible espacio exterior de juego para los pequeños. Los espacios naturales permiten jugar con agua, plantas, piedras, insectos o arena y probar con ellos distintas técnicas. En un día de lluvia, el agua que cae es práctico para aprender cómo hacer un estanque natural de agua o una fuente, mientras que la arena se aprovecha para dar forma a cajones de arena y otras «construcciones» producto de la imaginación infantil.
4. Aprender el poder del magnetismo.
No todos los juegos entrañan manchas o «peligro». El ordenador también es un aliado de la experimentación. El juego ¿Magnético o no magnético? invita a acercar a la magnetita una serie de objetos localizados sobre una mesa para saber cuáles son magnéticos y cuáles no. Una llave, un clavo, una pelota de tenis o un corcho son algunos de los objetos que los niños tienen que distinguir. A continuación se proponen otros recursos y juegos para aprender más cuestiones acerca del magnetismo: la película ‘El misterio de los pastores de magnesia‘, varios puzzles de 12, 24 o 48 piezas, juegos para colorear y un test final donde se pone a prueba lo aprendido por los pequeños durante las anteriores etapas.
Por qué dejar que los niños experimenten
Muchos padres consideran importante la experimentación, pero no todos dejan que los niños jueguen sin su supervisión
Un reciente estudio asegura que, en opinión de los padres, «dejar experimentar a los niños es una práctica esencial en el proceso de aprendizaje». A partir de 1.600 encuestas, un equipo de sociólogos y educadores ha consultado la importancia de la creatividad, entendida como «un factor que ayuda a desarrollar la inteligencia» de los pequeños. El estudio, impulsado por la empresa KH Lloreda, concluye sin embargo que, si bien la experimentación se considera importante, un 70% de los padres «no permite que sus hijos jueguen sin la supervisión de un adulto y, por lo tanto, les sobreprotege».
La creatividad se entrena, se potencia. No siempre es una cualidad innata, sino que los niños la pueden desarrollar a través del juego. El citado estudio señala que, para los padres, el aprendizaje se asocia más a la experimentación que a la memorización. Se entiende que esta última ayuda a recordar unos datos durante un tiempo, mientras que experimentar permite a los pequeños recordar desde la experiencia y, a menudo, la práctica potencia el aprendizaje.