Multitud de fragmentos de satélites y naves espaciales de todos los tamaños, desde pocos centímetros a varios metros de longitud, inundan el espacio alrededor de la Tierra. En concreto, la Red de Vigilancia Espacial Norteamericana tiene registrados en la actualidad (y localizados en órbita) más de 9.000 objetos fabricados por el hombre, con un peso total que supera los cinco millones de kilogramos. Esta ingente cantidad de chatarra constituye, cada vez más, un riesgo para la navegación espacial. Sólo durante los últimos 15 años se han registrado por lo menos tres colisiones entre alguno de estos fragmentos abandonados a su suerte.
El continuo aumento en el número de lanzamientos de satélites en las diferentes órbitas posibles ha incrementado, según un estudio que publica hoy la revista «Science», el riesgo de que se produzcan esta clase de colisiones. Y eso a pesar de que la propia degradación orbital hace que muchos de estos objetos vayan perdiendo altura y caigan a la tierra o se desintegren en la atmósfera. Y si aumentan las colisiones, también aumenta el número total de fragmentos individuales en órbita, según los autores del estudio.
Aplicando una simulación informática que tiene en cuenta tanto el ritmo de lanzamientos como la cantidad de fragmentos que degradan su órbita y caen, los autores creen que el número actual de objetos peligrosos se mantendrá más o menos estable hasta el año 2055, fecha en la que se disparará y hará que el espacio se vuelva virtualmente intransitable. Ese año, en efecto, la generación de nuevos fragmentos a causa de colisiones superará con creces el número de los que caen a tierra. Y al haber nuevos fragmentos volverá a aumentar el riesgo de colisión entre ellos, dando lugar a un círculo vicioso difícil de controlar.
Colisiones catastróficas
El resultado, según los autores, es que se alcanzará una media de 18,2 colisiones anuales (10,7 de ellas calificadas como «catastróficas») de aquí a los dos próximos siglos. Cerca del 60% de todas esas colisiones catastróficas ocurrirá entre los 900 y los 1.000 kilómetros de altitud, es decir, en la órbita LEO (entre 700 y 2.000 kilómetros), donde se encuentran precisamente los satélites de comunicaciones.
Los mismos cálculos prevén que, en el citado plazo de 200 años, se triplicará el número actual de objetos de diez o más centímetros, lo que a su vez aumentará en un factor diez el riesgo de nuevas colisiones entre ellos. Este crecimiento también se deberá en parte al aumento de los lanzamientos y al mayor tamaño de los cohetes.