La convivencia en las aulas de los colegios españoles está en crisis, a la luz de los casos de violencia que se han dado a conocer durante los últimos días, y que sufren profesores y alumnos. Afortunadamente, las agresiones físicas son las menos, pero existen.
Sin embargo, hay más conflictos que día a día alteran la vida de la comunidad educativa: la falta de respecto, la indisciplina y saltarse las normas es de lo que más se quejan los profesores, que además se sienten sin autoridad para corregir conductas y solucionar problemas. De hecho, más de la mitad (58%) de las llamadas que ha recibido el teléfono del Defensor del Profesor se quejaron de estos comportamientos. «Los docentes no pueden dar clases porque hay alumnos que interrumpen continuamente, provocan, llaman la atención y no llevan ni los libros», explica el presidente del sindicato de profesores Anpe, Nicolás Fernández.
Las nuevas tecnologías también han influido en ese comportamiento. «A veces gastan bromas, como poner una silla en medio para que el profesor se tropiece y grabarlo en el móvil», dice Fernández. Otro 20% de esas llamadas son incidencias por insultos, agresiones verbales y amenazas que reciben tanto los docentes como otros estudiantes.
Ante ese clima, los profesores se sienten indefensos. Ellos también han de atenerse a la «Carta de derechos y deberes de los alumnos y normas de convivencia», que se recoge en un real decreto del año 95.
En él, por ejemplo, se establece que ningún alumno podrá ser privado del ejercicio de su derecho a la educación (…) y a la escolaridad. De ahí, que los profesores, ante situaciones conflictivas en el aula, no puedan expulsar de clase, en ese momento, al alumno provocador.