Según fuentes de la misión, los dos exploradores robóticos de la NASA siguen trabajando en Marte, aunque ambos empiezan a mostrar ya diversos problemas. Efectivamente, tanto Spirit como Opportunity casi han triplicado el tiempo de vida para el que fueron diseñados y llevan recorriendo la superficie del Planeta Rojo más de siete meses, en lugar de los tres inicialmente previstos. Si todo va según lo previsto, Spirit y Opportunity serán «apagados» en septiembre.
Una interferencia en uno de los microchips de los sistemas de control del Spirit, por ejemplo, ha provocado un «parón», desde el domingo, de sus principales instrumentos científicos. Y aunque los ingenieros de la NASA ya han calculado qué ajustes serán necesarios para recuperar las funciones de la nave, no se descartan nuevos y más graves fallos.
En el otro extremo de Marte, Opportunity ha empezado a enviar al Centro de Control de Pasadena mensajes de error aparentemente inexplicables (hasta cuatro en una misma noche), mientras tomaba fotografías con su cámara microscópica. Los técnicos creen que los errores se deben a la rotura de uno de los cables que hacen funcionar el brazo robótico del vehículo, cuyos movimientos, como medida de precaución, se han reducido al máximo, a la espera de que los ingenieros terminen de analizar el problema.
Además de estos y otros fallos puntuales en varios de sus sistemas, ambos vehículos se enfrentan a otro peligro que los científicos no podrán resolver. En efecto, a medida que se aproxima el invierno marciano, los rayos solares se hacen más débiles y los días se acortan, motivo por el cual los paneles solares que recogen energía para ambas naves no tienen, literalmente, tiempo ni sol suficiente para recargarse por completo. A ello es necesario añadir que, con el paso de las semanas, la cantidad de polvo acumulada sobre esos mismos paneles también ha afectado negativamente su capacidad de carga. Por eso, el equipo que controla las naves intenta diseñar rutas que les permitan estar el mayor tiempo posible expuestas al sol.