La NASA ha ultimado un cambio de planes en la expedición de la sonda LCROSS, que impactará el próximo 9 de octubre en la Luna con la misión de encontrar agua en su superficie. Tras realizar algunas investigaciones, la agencia espacial ha fijado como punto definitivo de choque el cráter Cabeus, situado en el polo sur selenita y con un diámetro de 98 kilómetros, que parece reunir mejores condiciones para contener hielo que el anterior emplazamiento fijado, el Cabeus A.
Anthony Colaprete, del centro de investigación Ames de la NASA, ha explicado que la nueva ubicación de impacto se ha considerado más apropiada tras el análisis de los datos ofrecidos por la sonda de reconocimiento LRO, que muestran que la zona posee una de las mayores concentraciones de hidrógeno del polo sur lunar. Se estima que este componente, uno de los principales indicadores de la existencia de agua, no se da en cantidades tan elevadas en el primer lugar elegido para el impacto, el Cabeus A. Esta razón fue uno de los principales motivos para realizar un cambio de ubicación, unido a la constatación de zonas soleadas que limitaban las posibilidades de la existencia de hielo.
El área del Cabeus fue desestimado en un primer momento por contar con una montaña de unos seis kilómetros de altura en su vertiente norte que entorpece la observación del paraje desde nuestro planeta. Sin embargo, los científicos estiman que, pese a que obstruirá de manera parcial la visión del impacto, las partículas y escombros que produzca el choque alcanzarán los diez kilómetros de altura.
Si todo acontece en el orden previsto, el próximo día 9 LCROSS lanzará el cohete Centauro contra el Cabeus. El choque, realizado a una velocidad de 9.000 kilómetros por hora, provocará una espesa polvareda que llegará hasta el emplazamiento de la sonda. De este modo, sus instrumentos analizarán la composición de los materiales de la superficie lunar y enviará la información antes de su choque definitivo contra el satélite. Los resultados de este examen pueden constituir un punto de inflexión vital en el desarrollo de las misiones espaciales.