Dolores González López-Casero, o Loles como le gusta que le llamen, dirige el Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil, un proyecto cultural dirigido a fomentar el hábito de la lectura entre los más jóvenes que nació en 1985 de la mano de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. El Centro, además de disponer de un complejo bibliotecario único abierto al público, se ocupa de formar a profesionales de la promoción de la lectura y a impulsar estudios de investigación en los campos de la literatura infantil, la lectura y la biblioteca. En estos momentos, el equipo que dirige está realizando la selección de los mejores libros infantiles y juveniles editados en 2007. Su destino son los padres y madres, el profesorado, los profesionales de las bibliotecas y las librerías, en definitiva, los mediadores, las personas que se encuentran entre el libro y el lector.
Este año se han editado 9.677 títulos. Un volumen muy significativo, incluso diría que excesivo ya que produce una saturación del mercado. Es sin duda reflejo de la sociedad de consumo, pero para los mediadores, quienes estamos entre el libro y el lector, supone una dificultad añadida a nuestro trabajo. No todo lo que se publica es bueno. Es mucho, sí, pero la calidad hay que encontrarla, y entre esta abundancia de títulos hay que descubrir aquello que merece la pena. Los padres, las madres, el profesorado y el personal de las bibliotecas quieren encontrar libros que les gusten a los pequeños lectores. Y no es tarea fácil.
Descubrir los buenos libros es una de nuestras líneas estratégicas
Descubrir los buenos libros es una de las líneas estratégicas que nos marcamos en la Fundación desde que nuestros comienzos, allá por 1985. El equipo, que elabora las guías de lectura que después se difunden a través del SOL (Servicio de Orientación a la Lectura), lleva 27 años reuniéndose todos los jueves. Durante 3 horas, el grupo de lectura -que lo formamos 30 personas entre miembros de la Fundación, universitarios voluntarios y estudiosos- ponemos en común los libros que hemos leído. A partir de ahí, somos capaces de conformar listas que agrupan los libros interesentes.
Usamos los mismos que nos sirven para juzgar la literatura adulta. El libro tiene que estar bien escrito, ha de contar una buena historia, tiene que estar sustentado en una buena estructura, ha de lograr tensión en el lector, no puede tratar de engañarle y debe ser verosímil. El lector tiene que disfrutar con él. Y eso se logra cuando al terminar el libro, se quiere volver a leer.
Están leyendo un género de literatura. Lo importante de esa estadística es que señala que la lectura es una forma de ocio para esa población, y los tebeos se pueden convertir en una puerta para entrar a otros géneros.
Harry Potter es un fenómeno de marketing, los niños se han enganchado a un héroe, pero no tanto a la historia
Bajo mi punto de vista, se trata de un fenómeno de marketing. Ha triunfado un personaje y toda la estrategia comercial que le ha acompañado. Es cierto que niños y niñas de 9 años han leído un libro muy gordo, se han enganchado a un héroe pero no tanto a la historia, ni al medio a través del cual han conocido a ese protagonista, cuando éste ha sido el libro y no la película. De hecho, las editoriales viendo el filón que podía ofrecer el mundo de la magia han sacado muchos títulos, y no ha resultado. También sucede que en el mercado español la literatura fantástica es relativamente nueva.
Por supuesto. No tanto en los géneros, sino en la manera de narrar. Ahora el lector joven, incluso el niño, tiene una cultura audiovisual muy rápida, y muy sólida. Las acciones son mucho más breves, aquellas descripciones de antaño que ocupaban párrafos y párrafos no tienen cabida, ahora hay que contar rápido, no demorarse en ofrecer datos. Además, el lenguaje se ha adaptado. Se respeta el vocabulario, la forma de expresión y la manera de transmitir información propia de los lectores. Digamos que la narración es similar a los guiones de las series de televisión. La literatura juvenil sabe con qué lector quiere encontrarse y cómo hacerlo.
Cada lector es un mundo, y su ritmo de lectura le es propio, lo ha fabricado él
Hay lectores, no hay edades. Cada lector es un mundo, y su ritmo de lectura le es propio, lo ha fabricado él. Pero los profesionales que somos mediadores entre el libro y el lector, como lo son los padres y madres, necesitamos un criterio definido por datos objetivos para poder recomendar una lectura. Pero el único propósito debe ser que le guste, que no se le caiga de las manos, que no sea contraproducente y le aleje de los libros. A partir de ahí, las salas de lectura o la librería de casa deber permitir que el lector sea autónomo.
Una buena historia, para niños o mayores, nunca debe ser falsa, por muy irreal que sea no puede pretender engañar. La literatura crea un mundo paralelo de ficción que tiene sus propias normas. Una de ellas es que lo que se cuente y cómo se cuente debe ser verosímil, es decir, creíble.
Tenemos que tener en cuenta que la literatura española, la infantil y juvenil que ahora nos ocupa, sufrió mucho la Dictadura, sus normas castraron muchas manifestaciones culturales, y la ilustración fue una de ellas. Sin embargo, hemos sprintado y ahora los ilustradores de nuestro país han alcanzado un nivel internacional muy digno. Y su labor está siendo reconocida. Es un trabajo muy importante en los libros infantiles. Son mucho más allá que decoraciones, acompañan la lectura, narran la historia, su presencia es fundamental.
Las bibliotecas escolares son la asignatura pendiente, es la eterna olvidada
Sin ninguna duda, las bibliotecas escolares son la asignatura pendiente. Es el momento de centrarse en ellas. Se ha logrado instaurar una buena red de bibliotecas públicas, dirigidas por profesionales cualificados y son espacios que cada día captan más usuarios. Sin embargo, la biblioteca escolar… ¡Es la eterna olvidada!
Hay que lograr que las bibliotecas escolares sean espacios de ocio, no una prolongación de las actividades académicas. Hoy no tienen peso en la promoción de la cultura, por lo que no están cumpliendo su función. Para que lo hagan se deben dotar de un carácter lúdico, quitarles la marca de espacio aburrido y para estudiar que conservan. Un primer paso es desescolarizar la literatura infantil y juvenil. Su espacio no es el colegio, sí su biblioteca, pero no las aulas.
La relación emocional que surge entre un padre o una madre con su hijo mientras le lee un libro genera un vínculo afectivo único. Nadie más podrá leerle a un niño un cuento igual. Lo hemos visto en nuestros talleres de lectura, al que acuden familias, porque la promoción de la lectura, y esto lo tenemos muy estudiado, se ha de empezar con los niños. Las estrategias encaminadas a lograr mayor índice de lectura sólo tienen visos de ser fructíferas si están encaminadas a los jóvenes lectores.
El padre o la madre, aunque no lea, quiere que su hijo sí lo haga
En cierta medida, los padres y las madres quieren lo mejor para sus hijos, desde pequeños. Y ahí es donde se puede conseguir inculcar el hábito de lectura a un niño. El padre o la madre, aunque no lea, quiere que su hijo sí lo haga. Le puede comprar además de juguetes, libros como regalos, compartir minutos de lecturas de cuentos; interesarse no sólo por los libros del colegio o las lecturas obligatorias de clase, también por las colecciones de libros nuevas, los héroes, los cómic.
No puedo elegir. Haría una lista de 300. Además, no me gusta mandar leer. Leer es procurarte un momento de placer, de diversión, de ocio. No se puede obligar a nadie a disfrutar. Si tuviera que aconsejar un libro, antes me ocuparía por descubrir el gusto del lector, intentaría saber qué le ha entusiasmado otras veces. Y si no pudiera hacerlo, me arriesgaría a recomendar algo que me hubiera gustado mucho a mí.
Porque es la única manera de ir por el mundo. Leer literatura te hace mejor, te enriquece, te devuelve sensaciones, historias, vidas… Pero no sólo es eso. Leer, y más en nuestra época y con las nuevas tecnologías, te permite ser libre. La lectura utilitaria: saber leer un manual de instrucciones y entender lo que dice, te hace autónomo. Nuestra vida actual no te permite no comprender lo que lees. Si no sabes leer, te quedas fuera. Además, leer es una pasión. Sólo hay que descubrirla.