Las tareas escolares en casa se consideran una herramienta educativa esencial, no solo para asentar y consolidar los aprendizajes adquiridos en el aula, sino también para desarrollar en los estudiantes actitudes académicas básicas como la organización, autodisciplina, autonomía y responsabilidad. El apoyo de los padres es fundamental para que los escolares adquieran estas destrezas, pero siempre que no se extralimiten en sus funciones, ya que una excesiva participación de los progenitores en los deberes de sus hijos puede reportar a los docentes una concepción errónea de los avances y progresos de sus alumnos.
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Una vez finalizada la jornada escolar, la actividad académica de los estudiantes se prolonga en el hogar con la realización de las tareas y trabajos que los docentes «encargan» a sus alumnos. Tal como reflejan los últimos datos del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación, el tiempo medio que los niños invierten en completar sus deberes oscila entre una y dos horas, una cifra que se ha mantenido invariable en la última década.
El 52% de los estudiantes de Primaria recibe apoyo familiar para realizar las tareas escolares
Sin embargo, los indicadores muestran un cambio radical en un aspecto relevante: la ayuda que reciben de las familias para realizar los deberes. Mientras que en el año 2003 tan solo el 14% de los estudiantes de Primaria manifestaban contar con apoyo familiar para completar los trabajos escolares después de clase, los datos del año 2007 (últimos recabados por el INE) muestran que el porcentaje de escolares que reciben esta ayuda se eleva al 52%.
El informe ‘En busca del éxito educativo: realidades y soluciones’, editado en julio de 2010 por la Fundación Antena 3, en colaboración con el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, corrobora estos datos. El estudio sociológico, realizado entre niños de 8 a 16 años y sus progenitores, refleja que el 78% de los alumnos recibe alguna ayuda para estudiar. Un 62% de este apoyo viene por parte de los padres y un 12,5%, de otros familiares.
Para qué sirven los deberes
El apoyo en las tareas es efectivo si la implicación de los padres no excede los límites adecuados a cada niño y edad
María José Díaz-Aguado, Catedrática de Psicología de la Educación, analiza en el mencionado estudio el papel educativo de la familia. Entre las condiciones básicas que determinan la calidad de la educación familiar, la especialista destaca tres fundamentales: «El afecto incondicional, un cuidado atento, adecuado a las necesidades de seguridad y autonomía de cada edad, y una disciplina consistente que les ayude a respetar ciertos límites y a aprender a controlar su propia conducta».
El apoyo en la realización de las tareas escolares es una de las vías con las que cuentan los padres para aplicar estas premisas, pero solo es efectivo si su implicación no excede los límites adecuados a cada niño y edad. Para saber hasta dónde se puede llegar en la ayuda con los deberes en casa, es fundamental tener claro con anterioridad que los objetivos que se persiguen con el trabajo académico en el hogar no se limitan al repaso y práctica de los contenidos aprendidos en el aula y la preparación para la clase siguiente. Los especialistas en educación apuntan que las tareas son además un instrumento esencial para desarrollar en los alumnos habilidades y aptitudes necesarias para su adecuado progreso escolar:
Sirven para que el alumno aprenda a organizar su trabajo y programar su tiempo con autonomía y disciplina.
Permiten desarrollar habilidades de búsqueda de información, investigación y selección de recursos para completar los conocimientos.
Fomentan en el alumnado el sentido de la responsabilidad hacia su aprendizaje.
¿Demasiada ayuda?
Las tareas son un instrumento esencial para que el profesor verifique los progresos del alumno
¿Pueden los estudiantes desarrollar estas destrezas si cuentan con la ayuda y apoyo constante de los padres en las tareas? Es evidente que una excesiva implicación, que en algunos casos pasa incluso por la realización por parte de los progenitores de los deberes de sus hijos, no resulta beneficiosa. Como apunta un equipo de psicólogos de la Universidad de Minho (Portugal) y la Universidad de Oviedo en su artículo ‘Escuela-familia: ¿es posible una relación recíproca y positiva?’ (Papeles del Psicólogo, número 3 VOL-27 , 2006), las tareas para casa son «un inmejorable recurso para promover la implicación de la familia en el desarrollo académico de los hijos», pero solo si se aplica «una dosis ajustada de ayuda y en los aspectos que corresponden a los progenitores».
No hay que olvidar que las tareas de casa son un instrumento esencial para que el profesor verifique los progresos del alumno y si ha asimilado con eficacia los contenidos impartidos en el aula. En este caso, si la participación de los padres implica pasos como la corrección y la resolución de los deberes, es muy difícil que el docente pueda «discernir entre lo que el alumno realmente sabe y consigue hacer por sí solo y lo que no domina aún», apuntan estos expertos en psicología.
El docente puede creer que el estudiante ha entendido bien los contenidos y no tiene dificultad para aplicarlos
Esto provoca que, cuando los padres ayudan en exceso a los hijos con las tareas, los profesores no corrigen el trabajo de los alumnos, sino el de sus progenitores. Puede creer así que el estudiante ha entendido bien los contenidos y no encuentra ninguna dificultad en aplicarlos. De este modo, no verá necesario prestar más tiempo durante la clase a explicar esa parte de la materia y avance hacia la lección siguiente, sin que la información esté afianzada en los alumnos.
Participación de los padres
El exceso de ayuda puede falsear el verdadero rendimiento académico diario del estudiante, que, sin embargo, se verá reflejado después en los resultados de los exámenes, cuando los padres no están disponibles para atender sus dificultades. ¿De qué modo deben colaborar entonces los padres con los deberes? Los especialistas sugieren que el papel de los progenitores debe ser de monitorización de las tareas, es decir, deben ser responsables de proporcionar a sus hijos las condiciones adecuadas para que realicen las actividades escolares del modo más efectivo posible y prestarles apoyo para que ellos mismos sean capaces de dirigir su autoaprendizaje. Estos son algunos de los aspectos que apuntan como esenciales para que la ayuda familiar sea eficiente:
Motivarles: los padres deben prestar atención a los deberes que tienen que hacer cada día y alentar a los hijos para que los realicen, pero no obligarles a hacerlos con castigos u otras sanciones, para que ellos puedan verificar por sí mismos las consecuencias que reporta el no cumplimiento.
Supervisar, pero no corregir: una vez finalizados los deberes, los progenitores pueden supervisar que el estudiante ha cumplido con todo el trabajo que se le había asignado, pero no deben corregirlo, ésta es una tarea del docente.