El primer borrador del genoma neandertal desvela que todos los humanos no africanos comparten entre un 1% y un 4% del ADN con ese homínido extinto. Esa porción del genoma es la prueba de una hibridación que ocurrió muy poco después de que los primeros «Homo sapiens» abandonaran África, según el equipo internacional de científicos que ha elaborado el estudio, publicado en la revista «Science».
Un pequeño grupo de los antepasados humanos, formado como máximo por unos centenares, se halló entre 50.000 y 80.000 años atrás en Oriente Próximo u Oriente Medio con poblaciones neandertales. Al parecer, ambas poblaciones se mezclaron y, cuando más tarde se multiplicaron, dividieron y expandieron por Eurasia, portaban ya material neandertal en su genoma. Los neandertales se registraron en Europa entre hace 200.000 y 300.000 años. Descendían de homínidos que habían abandonado África hace unos dos millones de años. Se extinguieron hace unos 27.000 años, tras la llegada al continente de los «Homo sapiens», procedentes de África.
Para obtener el ADN necesario para la secuenciación del genoma neandertal, un equipo internacional dirigido por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, utilizó restos de ese homínido procedentes de los yacimientos de Vindija (Croacia), Mezmaiskaya (Rusia), Feldhofer (Alemania) y la cueva de El Sidrón (Asturias). El análisis preliminar de la secuencia y su comparación con cinco genomas de humanos actuales -un sudafricano San, un Yoruba, un chino Han, un francés y un nativo de Papúa-Nueva Guinea- permitió identificar 83 genes diferentes entre los neandertales y la los humanos y descubrir que hubo hibridación entre ambas especies, un fenómeno que no afectó a los «Homo sapiens» que se quedaron en África.
«Los humanos no africanos llevamos ADN neandertal en, al menos, 10 de los 23 cromosomas», indicó Carles Lalueza-Fox, paleogenetista de la Universidad Pompeu Fabra, codirector del proyecto de El Sidrón y uno de los coautores del trabajo. La presencia de material de ese homínido en similar proporción en poblaciones actuales europeas, asiáticas y oceánicas, y su ausencia en las africanas, apunta a que la hibridación tuvo que tener lugar poco después de que los antepasados de todos los no africanos salieran del continente y antes de que esa población registrara una explosión demográfica y se distribuyera por Eurasia.
«Fue un intercambio genético no muy intenso; pero, como el grupo humano implicado era muy pequeño y estaba en expansión, tuvo impacto en toda la población», explicó otro de los autores de la investigación, el paleontólogo Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales y también codirector de las excavaciones de El Sidrón.