El nombre de Diego López pasó a la historia desde que el 9 de marzo de 1771 se convirtiera en el primer niño del Colegio San Ildefonso que sacó y cantó un número premiado de la lotería española. Hoy en día, 239 años después, los niños de este centro educativo son todavía los encargados de repartir la suerte, no solo en los sorteos extraordinarios de navidad, sino en todos los sorteos de Lotería Nacional que se celebran cada jueves y sábado en nuestro país.
Imagen: Sergio
Si se preguntara a cualquier niño del colegio San Ildefonso cuál es su deseo para estas navidades, es probable que respondiera «cantar el gordo». Y es que, si la Navidad es la época más especial del año para todos los niños, lo es más para los 36 menores de la Residencia Internado San Ildefonso que cada año son los encargados de extraer y cantar los números premiados en el Sorteo Extraordinario de Navidad que se celebra el 22 de diciembre.
Durante esa jornada, son conscientes de que todos los medios de comunicación están pendientes de sus voces. Cualquier error en la extracción o en el «cante» de los números quedará grabado para la posteridad. Pero también saben que quienes tengan la «suerte» de cantar alguno de los premios mayores, serán los protagonistas principales de la noticia del día.
Los niños participan también en los sorteos de lotería de los jueves y sábados
Aunque el de Navidad sea el sorteo más esperado por estos jóvenes, su colaboración en la Lotería Nacional se extiende a lo largo del año, ya que los niños de San Ildefonso participan en los sorteos de lotería que se celebran en España todos los jueves y sábados, así como en los denominados «Sorteos Viajeros», que desde 1964 han recorrido 315 localidades de nuestro país.
Para el Sorteo Extraordinario de Navidad, se selecciona a 36 de los 43 niños que participan de forma habitual en la lotería, «lo normal es que se queden fuera los últimos que se han incorporado», apuntan desde la secretaría del centro. Durante los dos meses previos al sorteo, estos 36 niños dedican una hora diaria a practicar el canto de los números, «en especial aquellos que tienen muchos ceros, que son los más difíciles», y a habituarse al «manejo de las bolas extraídas con el material que la Lotería Nacional pone a su disposición en el centro», según confirma el personal del colegio.
El origen de la tradición
La participación de los niños de San Ildefonso en la Lotería Nacional (creada en 1763) es una tradición que se remonta a 1771, cuando el primer niño de este colegio cantó un número premiado de la lotería. Desde entonces y hasta hoy, la historia de este colegio ha estado vinculada a estos sorteos. Aunque la razón del inicio de este vínculo no esté definida de forma muy clara, se cree que su origen está en el modelo de financiación que funcionaba en los denominados en aquella época «centros de beneficencia». Estas instituciones se financiaban a través de donaciones y, como contrapartida, los niños participaban en distintos actos públicos, como acompañar con sus cánticos en las honras fúnebres de diversas personalidades.
San Ildefonso se ha caracterizado por la excelencia en la educación de sus alumnos
El colegio San Ildefonso es quizás la institución dedicada a la infancia más antigua de la capital española. Sus orígenes se sitúan entre el siglo XV y XVI, aunque el primer dato conciso sobre él data de 1553. Bajo la tutela del Ayuntamiento de Madrid, desde sus inicios nació como centro de acogida a niños huérfanos menores de 15 años, a quienes proveían de sustento, vestido, educación e instrucción catequista. Desde entonces, «La Casa de los Niños Doctrinos San Ildefonso», como se conocía en esa época, se caracterizó por la excelencia en la educación de sus alumnos. Un aspecto destacable era la formación académica que, ya en el siglo XIX, impartían en materias poco comunes entonces, como solfeo, dibujo, taquigrafía o mecanografía.
Ya en una época más avanzada, en 1973, el Colegio San Ildefonso comenzó a admitir en sus aulas, además de a los niños internos, a alumnos externos. En 1986, se escindió en las dos instituciones diferenciadas que permanecen en la actualidad: el Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) San Ildefonso, que se integra como uno más dentro de la red de centros educativos de la Comunidad de Madrid, y la Residencia-Internado San Ildefonso.
La Residencia hoy en día está destinada a apoyar a familias que requieren ayuda en la crianza de los hijos
La Residencia Internado es donde en la actualidad permanece el modelo de protección al menor originario de esta institución. Aunque ya no está abierta de forma exclusiva a niños huérfanos, está destinada a apoyar a las familias que, por circunstancias estructurales, económicas o sociales, requieren ayuda en la crianza de los hijos. Entre los requisitos indispensables para ser admitido en la Residencia figuran: estar empadronados en el municipio de Madrid y presentar un informe de los servicios sociales que justifique el ingreso.
El internado acoge hoy en día a más de 60 niños y niñas (desde 1984), de entre seis y catorce años, que residen de lunes a viernes en el centro y que se escolarizan en el CEIP San Ildefonso, en el caso de los niños de Primaria, o en el Colegio concertado Covadonga, si estudian 1º y 2º de Secundaria. Estos niños de la Residencia Internado San Ildefonso son quienes participan de forma exclusiva en los sorteos de la Lotería Nacional.
En 1771, cuando el colegio San Ildefonso participó por primera vez en un sorteo de Lotería, Hacienda Pública gratificó al centro por los servicios prestados con 500 reales, una cantidad bastante generosa para la época. En la actualidad, la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (ONLAE) subvenciona al centro con 300.000 euros al año, mediante un convenio con el Ayuntamiento de Madrid.
Esta importante contribución se destina a varios fines, tales como el pago del Colegio concertado Covadonga (donde asisten los niños de Secundaria), clases de informática o de apoyo escolar para quienes van más retrasados, así como los viajes, tanto de ocio como para los sorteos de lotería, que se organizan cada año. Pero quizás el destino más reseñable de esta subvención son las becas con las que cada año se dota a los ex alumnos del internado que no dispongan de medios económicos para financiar la totalidad de los estudios hasta el más alto grado de cualquier carrera universitaria.