El desarrollo de programas educativos de forma conjunta con los progenitores contribuye a la mejora del rendimiento académico de niños que crecen en situaciones de pobreza. Una investigación publicada en la edición de enero de la revista «Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine» pone de manifiesto que las capacidades de los niños en riesgo de exclusión están por debajo de las del resto de sus compañeros, incluso durante los primeros 12 meses de vida.
El estudio fue desarrollado en la Universidad de Nueva York y dirigido por Alan L. Mendelsohn. Sus resultados han descubierto que los programas de trabajo tempranos con los padres durante los chequeos pediátricos intensifican la interacción verbal entre padres e hijos y contribuyen a que los pequeños mantengan un nivel educativo adecuado a su edad.
En el desarrollo de la investigación, el equipo de Mendelsohn observó los resultados de 675 familias con tres tipos diferentes de atención pediátrica. En el primero de ellos, al que denominaron como programa VIP, incluyeron a 225 parejas con las que se desarrollaron entre 30 y 45 sesiones de 15 minutos con un especialista en desarrollo infantil que incentivaba las interacciones verbales en el juego, la lectura y la ejecución de tareas de la rutina diaria. Otras 225 familias abordaron los mismos temas pero a través de folletos escritos y material didáctico que se enviaba a los domicilios con periodicidad mensual. El resto de participantes recibió una atención pediátrica normal.
Las conclusiones demuestran que los niños incluidos en los dos proyectos especiales aumentaron el juego y las actividades de lectura en relación con quienes recibieron una atención pediátrica estándar. Además, los investigadores señalan que los integrantes del programa VIP redujeron el tiempo de exposición a la televisión de los niños, una consecuencia considerada «importante» por parte del equipo, dados los «efectos adversos» que origina esta práctica excesiva en niños.