En un pasado lejano, el planeta Marte fue un lugar apto para la vida, con ríos, lagos y mares, aseguraron ayer científicos de la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA). Las pruebas recogidas por el robot «Opportunity», que llegó al planeta rojo el 25 de enero, hacen que la incógnita del agua sea considerada ya por la NASA, una prueba superada. «La pregunta ahora es si hubo vida y si la hay», apuntó Ed Weiler, administrador adjunto de Ciencias del Espacio en el cuartel general de la NASA, en Washington.
La exploración del afloramiento rocoso de Meridiani Planum, situado a 8 metros del punto de aterrizaje del robot, ha resuelto, a juicio de los expertos, el enigma del agua marciana. «Fluyó una vez entre estas rocas. Cambió su textura y su química», dijo Steven Squyres, de la Universidad de Cornell e investigador principal de la misión. El punto de aterrizaje del «Opportunity» fue, en el pasado, un lugar inundado; no saben todavía si parte de un lago o un mar.
«Hemos sido capaces de leer los indicios que dejó atrás el agua y eso nos ha permitido llegar a esta conclusión», indicó Squyres. El responsable científico de la misión no dejó lugar para la duda. «Marte fue en algún momento de su existencia un mundo habitable», afirmó. James Garvin, otro de los investigadores, coincidió en el dictamen: «La NASA lanzó la misión de Exploración Marciana para comprobar si en alguna parte de Marte existió un medio ambiente húmedo apto para la vida. Hoy (por ayer), tenemos pruebas consistentes de una respuesta emocionante: sí».
«El Capitán»
Las pruebas presentadas en Washington son de dos tipos: de apariencia y químicas. Entre las primeras, hay unas pequeñas grietas de la roca conocida como «El Capitán».
Las fisuras, de un centímetro de longitud y un cuarto de centímetro de anchura, están aparentemente orientadas al azar. Esto, destacaban ayer los investigadores, es algo que los geólogos suelen ver cuando cristales de sal se forman dentro de rocas en un entorno de agua salobre. Cuando después los cristales desaparecen, por la erosión o disueltos en un agua menos salada, quedan las grietas que ocupaban. Las diminutas esferas que intrigaban desde hace dos semanas a los investigadores de la NASA.
El origen de estas grietas puede ser meteorítico -fruto de un impacto-, volcánico o acuoso. Aunque, de momento, los científicos no han descartado las dos primeras posibilidades, destacan que no se encuentran concentradas en un estrato determinado. Lo esperable en caso de impacto o erupción sería que las pequeñas esferas estuvieran en las rocas expuestas a esos fenómenos y no en el resto.
Azufre, magnesio y hierro
En Meridiani Planum no sucede eso, por lo que los expertos de la NASA apuntan que las esferas se formaron en un entorno de rocas inundado por el agua.
Las rocas son ricas en azufre, magnesio y hierro, prueba, según los científicos, de un entorno húmedo. El espectrómetro Moessbausser del robot ha identificado un tipo de sulfato de hierro conocido como jarosita. Comparando la concentración en sales de estas rocas con las de la Tierra, los investigadores concluyen que tuvieron que formarse en el agua o exponerse a ésta durante un largo periodo de tiempo después de su formación.
Lo que no saben los responsables de la misión es cuándo dejó de existir el lago salado o el mar de Meridiani Planum. «Es el tipo de ambiente que pudo haber permitido la vida, aunque eso no prueba que la haya habido», puntualizó Squyres.