La compra de juguetes para los nuños en navidades puede suponer un quebradero de cabeza para muchas personas. De entre la larga lista, los progenitores se afanan por elegir los más educativos o didácticos al margen de los que obliga la moda.
Aunque la preocupación por encontrar en el juego un complemento educativo es muy antigua, no fue hasta el siglo XX cuando las escuelas se hicieron eco de los estudios que recomendaban apoyarse en el juego para educar a los niños. Hoy día, cualquier área didáctica es susceptible de utilizar juguetes como instrumento para fomentar y facilitar la adquisición de conocimientos. Pero, a pesar de que en las últimas décadas se observa una mayor presencia de lo lúdico en el contexto escolar, lo cierto es que todavía puede avanzarse mucho en este sentido. Por ello, padres, profesores y educadores abogan por una mayor presencia del juego en el diseño curricular. Una opinión que respalda la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), que llama la atención sobre el hecho de que en la actualidad el juego del niño se ve cada vez más reducido por factores como la escasez de tiempo libre, de espacios y compañeros. Por ello, considera importante apoyar el uso del juguete en el ámbito escolar como complemento a los libros de texto.
Doble juego de los padres
La AEFJ analiza en una serie de informes y documentos -en los que participan numerosos expertos y profesores- las cuestiones más importantes a tener en cuenta para que padres y docentes puedan hacer del juego un recurso educativo, ya que éstos tienen un papel clave: como observadores de las necesidades lúdicas de los pequeños, serán los encargados de guiarles a la hora de descubrir el mundo que les rodea. Para Gloria Medrano, catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad de Zaragoza, la función del adulto como animador del juego puede ser doble: «en unos momentos puede plantear propuestas de juego y, en otros, convertirse en un organizador del entorno que facilite el juego libre».
María Costa, del departamento de Pedagogía del Instituto Tecnológico del Juguete (AUIJ), precisa que «un juguete no es ni educativo ni didáctico, un juguete es un juguete. Pero en las utilizaciones que se realicen con él y en la orientación que las personas adultas puedan dar a su uso es cuando se podrá calificar de educativo o de didáctico». No obstante, aunque su participación es necesaria, los expertos recomiendan que tanto padres como docentes eviten convertir un juego de niño en lección de adultos. Así, algunos señalan que incluso cuando padres y educadores interrumpen a los pequeños cuando juegan a pelear pueden estar impidiendo que aprendan a resolver los conflictos y a reconciliarse después. En el colegio, a través del juego el profesor puede analizar muchos aspectos del niño como capacidades lingüísticas, comprensión del medio social, destrezas… Por otra parte, la escuela permite al niño tener una visión diferente del juego: aprende a elegir con los demás, a observar, a compartir, a respetar las reglas…
Algunos requisitos
Pero para que una escuela pueda dar al juego un papel relevante ha de cumplir con algunos requisitos. Así, en cuanto al espacio adecuado, Vicente Martínez, profesor de Secundaria, señala que es necesario un lugar donde se sientan cómodos y seguros, y esto es aplicable tanto a los espacios lúdicos en colegios y guarderías como al hogar o las recientes ludotecas, lugares destinados a la diversión de los niños como complemento educativo.
Conforme a ello, las aulas deben estar adecuadas en función de la edad de los niños y de sus necesidades educativas, de forma que en las primeras etapas se necesitan zonas amplias y sugerentes donde puedan experimentar. Más tarde conviene que la clase esté organizada por sectores o rincones en los que se realicen actividades diferentes. Además, el patio ofrece un interesante espacio para que los pequeños puedan jugar de manera distinta, en contacto con la naturaleza y en él se pueden organizar actividades que permiten mayor movimiento.
También es necesario que dispongan de tiempo suficiente y que el colegio cuente con una selección de juguetes y materiales que respondan a las necesidades y a los niveles adecuados de conocimiento de los niños en cada etapa educativa. Un estudio internacional -tras el análisis de más de 40 trabajos- concluye que jugar acelera el ritmo del desarrollo temprano de un 33 a un 67%; mejora la adaptación y el lenguaje, y reduce los problemas sociales y emocionales.
Claves para acertar
Pero para que ello sea posible conviene elegir el juguete adecuado. En este sentido, una de las principales quejas que hacen constar los padres es la falta de una normativa que regule la calidad psicopedagógica de los materiales de juego. No obstante, los expertos dan algunas claves para elegir con acierto: el principal requisito es que se adecue a la edad del niño al que se dirige, porque si resulta demasiado fácil se aburrirá y si es demasiado difícil provocará en el niño el abandono y la frustración.
Para intentar resolver todas las dudas de los padres, el Instituto Tecnológico del Juguete ha creado una guía «online» (www.guiadeljuguete.com) en la que se explican cerca de 200 productos recomendados por su idoneidad y que han sido testados previamente por niños y familias. En ella se asesora a los padres sobre la edad a la que va dirigido cada tipo de juego y las áreas curriculares con las que se encuentra relacionado. Además, incluye una mención especial para aquellos que pueden ser compartidos por las familias.