Dos paleontólogos argentinos han encontrado en la Patagonia uno de los eslabones perdidos en la evolución de los lagartos, al localizar 220 restos fosilizados -de ellos 20 completos- del «Priosphenodon avelasi», un reptil de la familia de los esfenodontes que habitó en esa región hace 90 millones de años. Medía un metro de longitud y la localización de sus restos permite a los antropólogos comprender mejor su comportamiento con los dinosaurios.
Según detallan en «Nature» Fernando Novas y Sebastián Apesteguía, del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, los esfenodontes deambulaban a la sombra de los mayores dinosaurios conocidos, como el carnívoro «giganotosaurus», que tenía afilados dientes, y los gigantescos herbívoros «titanosaurios».
Los esfenodontes constituyen un grupo de reptiles emparentados con los lagartos. Se originaron hace unos 200 millones de años y, en la actualidad, están representados por una sola especie, el tuatara («Spehnodon punctatus»), que vive únicamente en Nueva Zelanda. Fueron muy abundantes en el Triásico y Jurásico, desempeñando algunos de ellos el papel de insectívoros, carnívoros y herbívoros.
Nuevos linajes
«El registro fósil de América del Norte, Europa y Asia -explica Fernando Novas- permitió a los paleontólogos asegurar durante mucho tiempo que los esfenodontes redujeron su diversidad y abundancia numérica a principios del Cretácico, hace unos 120 millones de años, debido a la aparición de nuevos grupos de lepidosaurios, los escamados. Este linaje agrupa a los lagartos y serpientes actuales. En este marco interpretativo, la supervivencia de un esfenodonte en una isla perdida en medio del océano Pacífico -Nueva Zelanda- resultó una curiosidad zoológica. Hoy comenzamos a escribir una nueva interpretación acerca del tuatara y sus lejanos antepasados de Gondwana».
En su opinión, los restos de esfenodontes encontrados en La Buitrera, en Río Negro, a unos 1.300 kilómetros de Buenos Aires, son especialmente importantes porque llenan un vacío de casi 120 millones de años entre aquellos fragmentarios esfenodontes de principios del Cretácico y el actual tuatara de Nueva Zelanda. «Los especímenes hallados ahora -añade- muestran que los esfenodontes duraron más y fueron miembros más importantes en la comunidad de vertebrados terrestres de lo que se creía hasta ahora». Las evidencias que han encontrado Fernando Novas y Sebastián Apesteguía permiten señalar que la sustitución de esfenodontes por lagartos se retrasó en América del Sur hasta finales del Cretácico, cuando llegaron a este continente nuevos linajes de lagartos procedentes de América del Norte.
Fósil viviente
Una laguna de 120 millones de años separa a los tuatara del último fósil de esfenodonte que se conoce. El descendiente de esa familia de esfenodontes habita actualmente en Nueva Zelanda. Considerado como un auténtico fósil viviente, el tuatara tiene un arco óseo en el cráneo y puede alcanzar una longitud de unos veinte centímetros. Tarda unos 50 años en alcanzar el tamaño adulto.