Son muchos los nombres con los que se ha popularizado la práctica de faltar a clase («novillos», «pellas», «piras»…), pero el problema que esto origina, según los expertos en la materia, es único: el absentismo escolar en España se sitúa en un 34% entre los jóvenes de 15 años, la tasa más elevada de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Así lo puso de manifiesto un reciente informe de este organismo, según el cual los alumnos españoles, junto con los daneses, son los que más regularmente deciden no acudir a sus centros educativos y dedicar ese tiempo para su ocio personal.
Los responsables de que un niño sea absentista son los padres, los propios alumnos, los profesores, así como el sistema educativo, sostiene Javier Carrascal, del Sindicato de profesores Anpe. «La sociedad, en general, está fomentando que los niños crezcan sin la conciencia de esfuerzo necesaria», sentencia.
Los niños y jóvenes reconocen la gran incidencia de las «pellas» en los centros escolares. «Hay mucha gente que pasa de todo, no tienen responsabilidad ninguna e incluso llegan tarde a las clases por fastidiar», afirma Belén Martín, estudiante de primero de Bachillerato en un instituto público de Fuenlabrada (Madrid).
Más allá de la actitud de «falta de respeto» que observan en muchos alumnos tanto profesores como los propios estudiantes, la desmotivación aparece como una de las causas principales del absentismo. «Muchos chicos se cansan de las clases, se aburren y prefieren estar por ahí con sus amigos que en el colegio», cuenta Rubén Blanco, estudiante de segundo curso de la ESO en un centro público de Ávila.
Lo que se hace en esas horas muertas, tema que tanto preocupa a padres y educadores, es muy variado. Ir a dar una vuelta, pasarse por los salones recreativos más cercanos, charlar con los amigos, chatear por Internet o, incluso, quedarse fumando en los baños de la propia escuela, son algunas de las respuestas que han dado distintos jóvenes encuestados. «Hay un nudo de alumnos que no encuentra acomodo en las clases por múltiples razones, pero, en cualquier caso, el centro educativo no les aporta lo que ellos buscan y optan por lo fácil, no presentarse en las aulas», dice la presidenta de la Asociación de Catedráticos de Instituto de la Comunidad de Madrid (Ancaba), María Pilar Cavero.
Pero no se trata sólo de «novillos» en sentido estricto. El estudio de la OCDE también señala la existencia de un alto índice de niños que llegan tarde a las clases, sobre todo las de primera hora. Las causas son variables y los educadores señalan, entre otras, la falta de atención y disciplina de algunos padres. La televisión se presenta, en este punto, como la culpable de que a un elevado porcentaje de niños se les peguen las sábanas por la mañana. «Es que las películas y los programas acaban muy tarde», señala Belén Martín, «y o te acuestas a las tantas o no ves nada», concluye.
Permisividad de los padres
Permisividad y dejadez de los padres son términos que repiten los psiquiatras para otorgarles la parcela de responsabilidad en el absentismo escolar de sus hijos. Las llamadas a los padres, advirtiéndoles de que sus niños están faltando a clase, se repiten en centros públicos, concertados y privados, pero la reacción de los progenitores no siempre es la esperada. Para Fernando Lojo, psiquiatra y especialista en temas de Educación, las unidades familiares desestructuradas y el pésimo ambiente en el hogar constituyen los cimientos del futuro absentista. «Muchos padres acuden a las clínicas psiquiátricas con sus hijos achacándoles problemas escolares que, en realidad, arrancan de los primeros», precisa.
Sin embargo, muchos padres reconocen la dificultad de controlar los «novillos» de sus hijos, especialmente los de edades avanzadas. Engañen a sus padres en las ausencias a clase o no, lo cierto es que los horarios y necesidades de la rutina diaria impiden, en la mayoría de los casos, estar al tanto en la educación de los jóvenes. «Si un padre se va a las ocho de la mañana de casa y considera que su hijo es lo suficientemente responsable como para levantarse; ¿quién es el culpable de que no lo haga y prefiera dormir unas horas más?», se cuestiona Pilar Cavero.
Sistema educativo
En este contexto, resulta inevitable dirigir la mirada hacia el actual sistema educativo español como base que sustenta un elevado índice de absentismo y fracaso escolar. Si bien cada centro ofrece un peculiar control de las ausencias, más o menos riguroso, el déficit general en las asistencias remite a la necesidad de un cambio en la educación en España.
El Ministerio de Educación y Cultura defiende que será la Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE) la que posibilite la rebaja del absentismo y que, a juicio del Gobierno, conllevará una reducción del fracaso escolar. Una tesitura que comparten algunos profesores consultados debido a que, en su opinión, la LOCE «premia el esfuerzo académico de los alumnos, suprime la promoción automática y modifica la toma de decisiones por parte de los docentes ante pautas de conducta incorrectas por parte del alumnado», afirma Javier Carrascal, «aunque hay que especificar que no es una panacea, ni mucho menos. Tiene cosas manifiestamente mejorables».
En cualquier caso, los expertos coinciden en que es preciso un nuevo escenario educativo que atienda a la diversidad -creciente, con la llegada de inmigrantes a nuestro país- presente dentro del alumnado y fomente la integración -con aulas de enlace y otros apoyos educativos- en el entorno escolar de los jóvenes; así como que logre motivar a alumnos y docentes.