Más de cinco millones de internautas (alrededor de 100.000 en España) ‘prestan’ su ordenador al proyecto SETI@home. En el tiempo que está inactivo, su PC trabaja para analizar señales recibidas por el radiotelescopio más grande el mundo. El reto, encontrar indicios de inteligencia extraterrestre y demostrar por fin que no somos los únicos habitantes del Universo; el premio, ser coautor del descubrimiento más importante de la historia.
Escuchar las estrellas
Una de las grandes cuestiones no resueltas de la Humanidad es si estamos solos en el Universo. Lo que sí conocemos por los avances científicos es el tamaño y las distancias entre galaxias, estrellas y planetas del universo conocido. Éstas son de tal magnitud que comunicarse con otro planeta (eventualmente) habitado, y no digamos viajar hasta él, se hace muy complicado con la tecnología actual. Sólo queda una posibilidad para comunicarse con otras civilizaciones: escuchar el espacio. Poner la oreja, en forma de inmensos radiotelescopios, hacia el cielo para ver si recibimos la señal de alguna forma de vida inteligente.
Entre los proyectos dedicados a localizar vida inteligente lejos de la Tierra, son numerosos los conocidos como ‘radio SETI’ (siglas en inglés de Search for Extra Terrestial Intelligence), que emplean radiotelescopios para captar señales de radio procedentes del exterior. En 1960 el astrónomo Frank Drake fue el primero en emplear ondas de radio para buscar vida inteligente en el espacio. Desde entonces, tanto la antigua URSS como EEUU pusieron la vista en el cielo. Algunos proyectos nacidos en los 70 todavía están en marcha, como el Proyecto META de la Astroseti , SETI-Hispano, o Canalboinc.
¿Estamos solos?
Los optimistas piensan que es poco probable -es más, sería una casualidad- que la Tierra sea el único sitio habitado entre las 400.000 millones de estrellas de la Vía Láctea, una galaxia más entre las miles de millones que componen el Universo. Pero los escépticos comparten la ‘paradoja de Fermi‘ (por Enrico Fermi, premio Nobel de física en 1938): si la inmensidad del cosmos hace suponer que debería estar lleno de vida inteligente, ¿por qué no tenemos ninguna prueba? O mejor: ¿por qué no están aquí?
La magnitud del Universo junto a los principios filosóficos de Uniformidad (las leyes de la Física son universales), Plenitud (los procesos que han dado lugar a la vida en la Tierra valen para todo el universo) y Mediocridad o ‘principio de Copérnico’ (la Tierra es un planeta del montón) se sitúan del lado de los que opinan que no podemos estar solos en el Universo. Pero entonces, ¿dónde están los demás? Esa inmensidad que invita a la confianza en la existencia de otras civilizaciones es también el problema a la hora de intentar comunicarse con ellas. La estrella más cercana, Proxima Centauri, se encuentra a 4,2 años luz de distancia; la más cercana con posibilidades de albergar vida, 47 Uma en la Osa Mayor, está a 47 años luz o a más de 3 millones de años en la nave más veloz construida por el hombre. En 1974 el observatorio Arecibo envió un mensaje al cúmulo de estrellas M13, del que se espera respuesta en……. 50.000 años.
Además, no es tan sencillo que existan otros mundos como el nuestro. El astrónomo Frank Drake intentó calcular el número de vecinos accesibles de nuestra Galaxia. Según su ecuación, ‘N’, el número de civilizaciones que podrían comunicarse en la Vía Láctea, sería igual al porcentaje de formaciones de estrellas “adecuadas”, número que va menguando por una serie de factores: las estrellas que tienen planetas, los planetas con condiciones de albergar vida, los que han conseguido desarrollarla, los que tienen vida inteligente y los que han desarrollado una tecnología e intentan comunicarse. Al final hay que multiplicar el resultado por ‘L’, el tiempo que dura una civilización inteligente y comunicativa (antes de destruirse). Y que, claro, debe coincidir con el nuestro: 50 años en un Universo con 15.000 millones de años.
En cualquier caso, dada la importancia que tendría el contacto con civilizaciones extraterrestres, merece la pena al menos intentar ponerse en contacto con ellas. Por eso desde hace décadas están en marcha los proyectos SETI, a los que ahora cualquiera puede contribuir con su PC conectado a Internet. Los físicos Philip Morrison y Giuseppe Coccoci, que en 1959 publicaron en la revista Nature ‘Buscando Comunicaciones interestelares’, considerado el documento fundacional del SETI moderno, concluían el artículo con una frase incuestionable: “La probabilidad de éxito es difícil de estimar: pero si nunca buscamos, la probabilidad de éxito es cero”.