¡Al rincón! Esta orden pronunciada en el aula por un docente ha perdido su connotación negativa y más bien se considera por los alumnos como un premio. Los rincones de aprendizaje constituyen una metodología pedagógica de organización del aula que se utiliza en la actualidad con éxito en la etapa de educación infantil. El rincón de los libros, de la música, del dibujo o de la naturaleza son algunos de los espacios que sirven como instrumento de aprendizaje autónomo a través de actividades basadas en el juego.
Imagen: USAA
Felipe y Ángela juegan «a las tiendas», Miguel, Antonio y Silvia trabajan con plastilina y Ricardo y Elena escuchan música. Todos están dentro de la misma aula y, aunque en apariencia la situación puede parecer caótica, responde a una estrategia específica de disposición de la clase. Es la organización por rincones de aprendizaje, una metodología pedagógica pensada para favorecer la participación del alumno en la construcción de sus conocimientos.
El docente divide el aula en diferentes espacios de trabajo donde pueden acudir los niños
Ángeles Gervilla, Catedrática de Didáctica y Organización escolar, en su manual ‘Didáctica básica de la educación infantil’, explica que trabajar por rincones «consiste en organizar la clase en pequeños grupos que efectúan de forma simultánea actividades diferentes». Para ello, el docente divide el aula en diversos espacios de trabajo, con sus correspondientes materiales, donde pueden acudir los niños de modo individual o en grupo. Según las normas preestablecidas por el profesor, los niños realizan en ellos actividades relacionadas con el área correspondiente a cada rincón.
¿Para qué sirven?
Hasta los seis años, el juego se considera uno de los medios de aprendizaje más idóneo para los menores. Jugar a las casitas, a los médicos, a las tiendas, entre otras, son actividades que contribuyen a la formación de los pequeños en un entorno lúdico. Tal como afirman María José Laguía y Cinta Vidal en su obra ‘Rincones de actividad en la escuela infantil’, «el niño no pierde el tiempo cuando juega» y la organización del aula por rincones de actividades permite que «aprendan de forma espontánea según sus necesidades».
La facilidad para poder atender a la diversidad del aula es uno de los principales beneficios de los rincones
Las autoras apuntan también la facilidad para poder atender a la diversidad del aula como uno de los principales beneficios de los rincones de aprendizaje. Los niños tienen diferentes ritmos de trabajo y distintas necesidades. En este marco, los rincones permiten a los maestros cambiar la estructura tradicional, en la que todos los alumnos realizan las mismas tareas supervisadas por el tutor, por una organización más flexible que ayuda a «potenciar las capacidades de cada uno y a ser sensibles a su necesidad específica».
Organizar el aula
Los rincones se pueden habilitar como complemento de la actividad escolar, de modo que los niños acuden a ellos en los ratos libres cuando terminan sus tareas académicas, o como espacios para trabajar contenidos curriculares específicos. En el primer caso, hay que estar atentos a la dinámica de la clase, ya que como apunta Ángeles Gervilla, esta opción beneficia a los más rápidos y puede «crear ansiedad y decepción en quienes tienen un ritmo más lento», ante la imposibilidad de acceder a diversas actividades.
Cada rincón debe contar con su propio material, para que el niño pueda trabajar de forma independiente
Los docentes deben estructurar los rincones del aula en función de las áreas de aprendizaje que quieran estimular. Cada rincón debe contar con su propio material, para que el niño pueda trabajar de forma independiente, sin necesidad de buscar ayuda en el maestro. No obstante, también se pueden crear rincones donde sea imprescindible la presencia del tutor, que trabaja con pequeños grupos en torno a una temática o actividad específica. «Lo primero que debe hacer el maestro es cambiar su concepto de orden y confiar en que cada niño será capaz de realizar la actividad que libremente escogió», apuntan Laguía y Vidal.