Los últimos datos sobre los hábitos de ocio entre los menores descubren que están expuestos a la pequeña pantalla una media de 218 minutos al día. Esta conducta se aprecia más en Navidad. Sin necesidad de demonizar el electrodoméstico del salón, conviene enseñar a ver la televisión y facilitar la realización de otras actividades que entretegan y doten de interés las horas de ocio.
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Rafael Sánchez Ferlosio, premio Nacional de la Letras en 2009, previene que la televisión puede usarse como «el mejor canguro: sale barato e hipnotiza a los pequeños». En su tribuna prenavideña, advierte del «poder pedagógico de la televisión y su influencia sobre los niños», una influencia que, a lo largo de 19 días de vacaciones, corre el riesgo de multiplicarse. No es fácil poner límite a una programación infantil cargada de dibujos animados y películas, pero puede ordenarse.
Aprender a ver la tele
La tesis doctoral del pediatra Eduardo Santoro buscaba responder a una pregunta: ¿Por qué los niños ven la televisión?. La investigación descubrió dos respuestas. La primera concluía que los pequeños recurren a la TV para satisfacer sus necesidades de distracción, reducir las tensiones y como medio para obtener información. La segunda agregaba un factor situacional externo: «El niño ve televisión porque no le queda otro remedio».«El niño ve televisión porque no le queda otro remedio», concluye una tesis
El Foro sobre Educación y Televisión elaboró el Decálogo para aprender a ver la tele. En él se resumen reflexiones, sugerencias y propuestas de los ponentes de las distintas mesas sectoriales, todos ellos profesores, investigadores y profesionales de importantes universidades y empresas de televisión e instituciones. Coincidieron en señalar que aprender a ver la televsión es aprender a conocerla. Unas sencillas pautas ayudan a lograrlo:
Otras actividades caseras
El frío en la calle, la acumulación de encuentros familiares, las tardes sin tareas y sin planes conducen al sillón y al mando a distancia. ¿Por qué no irse de campamento sin salir de casa? El salón puede ser una perfecta campiña donde colocar la tienda de sábanas y mantas, cenar a la luz de velas y linternas, cantar canciones alrededor de una hogera de cojines y contar historias. Después, a dormir… en los sacos.Acudir a una biblioteca pública en busca de un libro o un videojuego que tienen marcado un tiempo límite para su devolución obliga a ocupar muchas horas del día para llegar al final del cuento o de la aventura cibernética.
La cocina puede acoger un encuentro especial de los niños. Sin necesidad de grandes habilidades culinarias, se puede realizar un viaje a través de cuentos tradicionales, aprender a cocinar galletas o elaborar figuritas de sal.
Algunas películas se han convertido en verdaderos clásicos navideños. A pesar de sus 64 años, ‘¡Qué bello es vivir!’ es uno de los filmes más vistos, junto con las innumerables adaptaciones del cuento de Charles Dickens ‘Canción de Navidad’.
Tampoco Tim Burton se olvidó de los tópicos en ‘Pesadilla antes de Navidad’, aunque confundió la fecha y comenzó en Halloween, y ‘Mujercitas’ seduce a cualquier edad. Se puede elegir entre diez adaptaciones. Los ‘Gremlins’, centrada en un peluche viviente, y ‘Solo en casa’, un clásico moderno, son otras historias que cautivan a los niños.