La figura del docente va más allá de ser el mero transmisor de contenidos académicos. Enseñar es un concepto más amplio que incluye también una labor de apoyo y asesoramiento para conseguir los mejores resultados posibles en el rendimiento escolar de los alumnos. La tutoría es el principal instrumento con el que cuentan los profesores para desarrollar esta actividad complementaria a la didáctica del aula. Para que sea efectiva, es necesario que los tutores determinen con antelación los objetivos que quieren alcanzar y sigan ciertas pautas para crear un clima de confianza y fortalecer su relación con los estudiantes.
Imagen: Dan MacDonald
Instruir e impartir conocimientos es la principal función de un profesor, pero su intervención con los alumnos no debe reducirse a ésta. La orientación en el aprendizaje y el apoyo personal en su proceso educativo es también una tarea fundamental de la actividad docente. La vía más idónea para ejercer estas funciones complementarias a las académicas es la acción tutorial, un recurso esencial para profundizar en las capacidades individuales de cada estudiante y en sus actitudes e intereses, para lograr que su trayectoria escolar sea lo más eficiente posible.
La tutoría como nexo de unión
La tutoría permite un mayor conocimiento personal entre el alumno y el profesor
La tutoría forma parte del concepto integral de educación. Así lo señala Antonio Bernal, catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Sevilla. Esta actividad, afirma Bernal, es esencial para «individualizar la enseñanza y personalizar la educación de los alumnos». Pero la tutoría entre alumnos y profesores no tiene solo esta función. Es también un medio eficaz para fortalecer las relaciones entre ambas partes, puesto que permite un mayor conocimiento personal entre ellos y una interacción menos formal que la creada cada día en el entorno de aprendizaje en el aula.
Esta optimización de las relaciones es un elemento importante, sobre todo para detectar las posibles dificultades que afectan al rendimiento académico del estudiante, que solo se pueden abordar si hay un nexo de unión que favorece la comprensión de los aspectos y circunstancias individuales de cada alumno. La cercanía del tutor en estos casos es fundamental para actuar a tiempo y ayudar a prevenir el fracaso escolar. Tal como reconoce Sebastián Rodríguez, de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, en su programa de acción tutorial del Instituto Superior de Formación del Profesorado, las investigaciones ponen de manifiesto «la relación que existe entre el abandono de los estudios en Secundaria» y el sentimiento del alumno de que «a nadie le importo».
Tutoría individual
La acción tutorial se puede llevar a cabo en grupo o de forma individual
Tal como establece la Ley Orgánica de Educación (LOE 2006), una de las funciones primordiales del profesorado es «la tutoría de los alumnos, la dirección y la orientación de su aprendizaje y el apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias«. Esta labor tutorial puede llevarse a cabo de dos formas: en grupo, con el conjunto o varios de los alumnos de una clase, o de modo individual, para atender las singularidades de un estudiante concreto.
Esta última forma individualizada se materializa en la entrevista tutor-alumno, el medio más eficaz para «generar una auténtica relación entre estudiantes y adultos», tal como reconoce Sebastián Rodríguez. El anterior director de Instituto Superior de Formación del Profesorado, Antonio Moreno, señala por su parte que es necesario que el docente esté «dispuesto a crear un vínculo afectivo con el otro a quien aspira transmitir conocimientos y ayudarle a formarse como persona».
Priorizar necesidades
La acción tutorial individual debe diseñarse de acuerdo al objetivo final que se desea alcanzar con ella. Según los especialistas, estos pueden ser varios:
El tutor tiene que hacer un análisis previo a la entrevista para conocer las necesidades del alumno
Una vez marcado el objetivo de la entrevista, el tutor tiene que hacer un análisis previo para conocer y evaluar las necesidades del alumno y organizar la función tutorial. Para ello puede utilizar distintas fuentes, como el expediente escolar, las opiniones contrastadas de otros profesores o del tutor anterior o, incluso, los datos contextuales que puedan aportarle desde la familia del estudiante y que pueden influir en su trayectoria académica.
En función de la información obtenida, los expertos recomiendan que el tutor planifique la acción tutorial que se va a ejercer durante todo el curso y priorice los aspectos sobre los que debe trabajar con más intensidad o urgencia.
La entrevista permite crear un clima de confianza entre el alumno y el tutor, que es difícil de conseguir en el aula. Pero para alcanzar este nivel de interacción es necesario que tanto el docente como el estudiante adopten durante su transcurso una actitud abierta, relajada y colaboradora. Los especialistas recomiendan a los tutores aplicar distintas pautas durante la entrevista para propiciar este clima:
No ir a la entrevista con prejuicios previos y una actitud defensiva por la información que se haya recabado con anterioridad. Hay que situar al alumno en su contexto pero no condicionarlo por éste.