El análisis de los filosilicatos generados por el impacto de meteoritos ha permitido a un equipo internacional de investigadores, en el que ha tomado parte el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), conocer que Marte tuvo agua en su superficie hasta mucho después de lo que se pensaba, en concreto hasta 600 millones de años después.
Publicada en el último número de la revista «Proceedings of the National Academy of Science», esta investigación ha perfeccionado una metodología que permite datar de forma más exacta la presencia de agua en el planeta rojo a partir del análisis de los filosilicatos, un tipo de mineral generado por el impacto de meteoritos. Los investigadores analizaron el cráter marciano de Toro, después de que hace unos cinco años el descubrimiento de ese mineral reabriera el debate sobre la existencia de agua. La principal conclusión fue que aún existían grandes cantidades de agua en Marte, líquida o en forma de hielo, unos 600 millones de años después de lo que se pensaba hasta la fecha.
Desde este primer descubrimiento de filosilicatos se han localizado, sobre todo en el interior de los cráteres provocados por meteoritos, numerosos depósitos de estos minerales, que sólo se forman cuando abunda el agua líquida durante largo tiempo. La hipótesis más generalizada establece que estos impactos pusieron al descubierto filosilicatos antiguos, enterrados por capas más recientes, que habían permanecido inalterados hasta entonces. Sin embargo, hasta la fecha no se había demostrado empíricamente. Los investigadores de España, Francia, Italia, Alemania, Rusia y Estados Unidos sometieron en esta ocasión muestras de filosilicatos similares a los presentes en la superficie marciana a las temperaturas máximas que se alcanzan durante un impacto meteorítico, para averiguar las temperaturas que son capaces de resistir sin sufrir transformaciones de importancia.
Los científicos concluyeron que sólo en la parte central del impacto las temperaturas que se alcanzan son tan elevadas que cualquier material presente en la superficie sufre importantes alteraciones en su composición y estructura. Los filosilicatos centrales son diferentes de los que los rodean, lo que permite a los investigadores deducir que se formaron por un sistema hidrotermal generado por la propia energía del impacto del meteorito. El investigador del CSIC Ricardo Amils explicó que, dado que se puede calcular de forma precisa la fecha y caída de un determinado meteorito, en el caso de Toro no es superior a los 3.600 millones de años. También se puede determinar cuándo se formó ese sistema hidrotermal que dio origen a los filosilicatos diferenciales que aparecen en el centro del cráter.
Los filosilicatos del pico central del cráter Toro prueban por primera vez la existencia de agua liquida en Marte en cantidades importantes en tiempos post-Noeicos, señaló el investigador de la NASA y antiguo científico del CSIC, Alberto García Fairen. El resto de filosilicatos puestos al descubierto por el impacto no sufre ninguna alteración. Por tanto, la conclusión del trabajo es que, efectivamente, las temperaturas alcanzadas durante el impacto no son tan altas como para alterarlos. De esta forma, se cuenta con la demostración empírica de que lo que se estudia es, en efecto, lo que había originariamente y que no ha sufrido modificaciones, afirmó Amils.