Las personas académicamente bien preparadas tienen un futuro laboral más despejado. Esta es una de las principales afirmaciones que se desprenden del estudio «Cambio sectorial y desempleo en España», realizado por la Fundación BBVA, en el que, a través del análisis de los vaivenes experimentados por la tasa de desempleo desde los años setenta, se establece una proyección de la demanda de trabajo hasta el año 2006. Y en esa prospectiva prima el número de empleos reservados para universitarios -se crearán entre 800.000 y 1.150.000 puestos de trabajo, entre diplomados y licenciados- y para personas que hayan obtenido el título de Bachiller o estudios equivalentes.
Dirigida por el catedrático de Política Económica Juan Ramón Cuadrado, y el profesor Carlos Iglesias, ambos de la Universidad de Alcalá de Henares, la investigación ofrece unos resultados taxativos al establecer una relación inversamente proporcional entre el desempleo y la formación académica: los individuos con mayores credenciales educativas se enfrentan a menores tasas de paro.
Los universitarios, según el estudio, tienen razones para el optimismo ya que se estima que se crearán entre 500.000 y 700.000 empleos en los próximos tres años para los estudiantes procedentes de carreras de ciclo largo (licenciaturas, ingenierías y arquitectura superiores) La oferta para diplomados oscilará entre los 300.000 y 450.000 puestos de trabajo. Pero la cuestión más innovadora de la investigación estriba en los buenos augurios para el futuro laboral de las personas que posean un título de Bachiller o similares, por tratarse de la categoría en la que se va a registrar un mayor número de jubilaciones entre 2000 y 2006, motivo por el que esta etapa educativa encabeza la clasificación de las futuribles necesidades de empleo de acuerdo con el nivel de estudios.
En segundo lugar de ese «ránking» se sitúa la Educación Terciaria. Los módulos profesionales de nivel superior y las titulaciones universitarias ostentarán una línea ascendente de creación de puestos de trabajo, teniendo más posibilidades las carreras más largas.
El estudio demuestra igualmente que se producirán más empleos para las profesiones asociadas a titulaciones de segundo y tercer ciclo universitario relacionadas con la enseñanza, y para los estudios de primer ciclo universitario de Ciencias Físicas, Químicas, Matemáticas e Ingenierías. También existirá una importante oferta de empleo para los técnicos de estas mismas especialidades, los profesionales de apoyo en operaciones financieras y comerciales, así como en el sector de la gestión administrativa.
En el extremo contrario se sitúan los niveles educativos más bajos. Analfabetos, por una parte, y estudios primarios, por otra, presentan en la investigación necesidades de empleo negativas e, incluso, con el paso de los años, llegarán a protagonizar cifras de destrucción de empleo.
Desde 1977, fecha de comienzo del estudio, el mercado de trabajo español ha estado marcado por un intenso cambio en los requerimientos educativos en favor de los niveles superiores. Una pauta que va «in crescendo» a medida que se avanza en el tiempo puesto que, mientras en el año 2000, la tasa de desempleo de los trabajadores con experiencia sin estudios era del 18,7 por ciento, el mismo dato para los universitarios españoles era del 5,9 por ciento, con casi 13 puntos de diferencia. En 1977, sin embargo, la brecha que separaba a ambos sectores era de apenas 4,3 puntos. Cifras que conducen al estudio a concluir que serán tanto las actividades terciarias como las tareas no manuales de alta cualificación las que predominen en la estructura profesional de nuestro país hacia el año 2006.