La Comisión Europea dio ayer una mala noticia a los doce equipos investigadores de siete países, entre ellos España, que participan en el Proyecto Reflex al anunciar que no seguirá financiando esta iniciativa que, tras cuatro años de investigación, ha concluido que la exposición a las radiaciones de los teléfonos móviles por debajo de los límites que se consideran inocuos provoca modificaciones celulares y en el ADN, pero que no son nocivas. El motivo que ha llevado a la Comisión a no seguir financiando el proyecto no está claro para los responsables del mismo. «La Unión Europea establece sus prioridades pero hay muchos factores implicados», señala la directora del equipo español, Ángeles Trillo, mientras se pregunta si existirán presiones para que estos estudios no sigan porque pueden crear «una alarma social muy grande». En su opinión, lo que es incontestable es que los teléfonos móviles «se utilizan mucho» y que «tienen efectos biológicos a nivel celular y molecular y hay que seguir estudiándolos».
Campos electromagnéticos
Los participantes en el Proyecto Reflex, cuyos resultados acaban de ser enviados al Ejecutivo comunitario, han estudiado desde febrero de 2000 hasta mayo de este año los efectos de los campos electromagnéticos de ambientes urbanos industrializados sobre las células utilizando para ello material de laboratorio.
Han analizado dos tipos de campos: las bajas frecuencias, es decir iguales o inferiores a 50 herzios, que son las que emiten los ordenadores o las líneas de alta tensión; y las altas, iguales o por debajo de 1 gigaherzio, que son las microondas de la telefonía móvil, tanto de las antenas repetidoras como de los aparatos.
El Proyecto Reflex sólo ha estudiado los niveles iguales o menores que se consideran seguros para el público en general, no por encima, y si en esos límites biofísicos había respuesta celular, de forma que cada grupo de trabajo se ha encargado de una parte y al español, compuesto por siete personas, le ha correspondido el análisis de la membrana de células madre neurales procedentes de ratas de 16 días.
Los doce grupos participantes han analizado células madre procedentes de ratones, cancerosas cultivadas en laboratorio y sanguíneas de voluntarios humanos. «Ahí la respuesta ha sido distinta según la edad de los donantes: cuanto más viejo era el sujeto había más modificación celular», apunta Alejandro Úbeda, miembro del equipo español. La investigación, añadió, «está madura» para seguir experimentando con sistemas celulares en laboratorios, pero no para pasar a humanos y animales.
Unas pautas
Úbeda sigue una serie de pautas a la hora de utilizar el móvil. Así, sólo se pone el teléfono en la oreja cuando ya ha establecido conexión con su interlocutor, evitando «el pico máximo» de ondas; evita hablar donde hay poca cobertura, porque es ahí donde la señal tiene más intensidad; cambia de oreja, y utiliza en lo posible un sistema de «manos libres».