El bipedalismo, la capacidad para adoptar una posición erguida y caminar sobre dos piernas, fue un suceso que resultó decisivo para la futura aparición de los humanos modernos. La revista «Science» publica hoy una investigación que aporta evidencias de que esa forma de locomoción apareció mucho antes de lo sospechado, ya que estaba presente en una especie de homínidos que vivió hace seis millones de años en Kenia.
En aquella época se produjo un drástico cambio climático en África. Se redujo la extensión de los bosques húmedos, forzando una adaptación a nuevos hábitat en los primates que hasta entonces no tuvieron necesidad de descender de los árboles. Andar erguido tenía muchas ventajas en un escenario despoblado de árboles. Sobre dos extremidades no sólo era más fácil desplazarse por la sabana, sino también otear el horizonte para vigilar la presencia de especies peligrosas. Sin embargo, las evidencias más antiguas de bipedalismo eran dos millones de años más recientes. Corresponden al «Austrolopithecus anamensis», otro ancestro humano que se alimentaba de vegetales en la zona que rodea el lago de Turkana (Kenia).
Pero la investigación que se detalla en «Science» muestra que mucho tiempo antes hubo una especie de homínidos en África que ya andaba erguida. Las pruebas proceden del análisis de un fémur prácticamente intacto. Ese hueso de una extremidad inferior perteneció a un individuo de la especie «Orrorin tugenensis», cuyo descubrimiento en las colinas Tugen de Kenia fue anunciado a finales del año 2000 por científicos franceses.
Discusión científica
Martin Pickford, del College de Francia, y la paleontóloga Brigitte Senut, del Museo Nacional de Historia Natural de París, encontraron trece fósiles (tres fémures, fragmentos de una mandíbula inferior y varios dientes) de cinco individuos. En base a los rasgos del fémur y de sus pequeños molares, más parecidos a los humanos que a los de los chimpancés, justificaron una conexión directa con nuestra especie, relegando a los australopitecos a una rama diferente a la que condujo al «Homo sapiens». Semejante posibilidad hizo que la discusión científica sobre la relevancia del «Orrorin tugenensis» fuese muy discutida. Algunos investigadores de primera línea sostienen la opinión de que podría ser una especie emparentada con los chimpancés.
En el estudio que Pickford y Senut publican hoy, junto a especialistas en biomecánica ortopédica del Hospital General de Pittsburgh y del Laboratorio de Morfología Comparativa de la Universidad de Pennsylvania, se aportan evidencias acerca del parentesco directo con nuestra especie, mediante pruebas sobre la capacidad del «Orrorin tugenensis» para andar erguido. Pickford y Senut creen que esta especie, del tamaño de un chimpancé, era un ágil trepador pero se desplazaba sobre sus patas traseras en el suelo.
Este equipo detalla cómo los análisis con tomografía computarizada del fémur más completo disponible de «Orrorin tugenensis» muestran que su estructura es muy semejante a la de los fémures de los humanos modernos. La técnica utilizada habitualmente por los médicos para detectar fracturas u otras anomalías óseas desveló muchos aspectos inéditos de esos homínidos de hace seis millones de años. Por ejemplo, las imágenes reflejan los puntos del fémur que soportaban mayores cargas, mostrando a su vez cuáles eran las posturas habituales de ese homínido.