Los contenidos de la televisión deberían ser formativos, educativos y entretenidos. Ésta es la premisa principal sobre la que trabaja el Observatorio Europeo de la Televisión Infantil, OETI, organismo que preside, desde su creación en 1988, Valentí Gómez i Oliver, profesor universitario, crítico literario y traductor. El Observatorio pretende ser un auténtico punto de observación, información y consejo sobre la televisión infantil, además de servir de instrumento para todos aquellos que participan en este ámbito: niños, padres, educadores, productores, encargados de programación…, aportando un punto de vista ético y pedagógico sobre los contenidos infantiles en la programación televisiva actual.
Los niños ven tanta televisión por el contexto actual en el que viven. No hacen más que imitar lo que hacen otros niños, los jóvenes, los adultos… y la tele se ha convertido en los hogares en un icono de acompañamiento, ¡Cómo no la van a ver! Por eso, nosotros desde el Observatorio insistimos en los contenidos, que son fundamentales, porque la televisión no sirve sólo para distraerse, sino también para informarse y educarse. Si sabemos que los niños consumen mucha televisión tenemos que intentar mejorar lo que ven.
El panorama no es bueno, partiendo de que las televisiones generalistas han suprimido de sus parrillas la programación infantil, se ha desatendido a este público porque no les interesa. Hay que tener en cuenta que en las televisiones las palabras claves son mercado y audiencia y para ellas el tárget infantil no es suficiente.
“En las televisiones las palabras claves son mercado y audiencia y para ellas el “target” infantil no es suficiente”
Efectivamente, no hay una conciencia lo suficientemente importante sobre la programación infantil y no se plantea esta cuestión de una manera seria en España. Orientar hacia un programa a los niños exige esfuerzo, planificación y un método de trabajo por parte de las televisiones, pero para ellas es mucho más fácil emitir programas contenedores o comprar programas de animación hechos en otras partes del mundo, que no están mal, pero no tienen nada que ver con lo que interesa aquí.
Para el Observatorio lo ideal sería diseñar una verdadera programación infantil y juvenil en la que los niños fueran tratados como cualquier otra audiencia y tuvieran los mismos tipos de programas, evidentemente adaptados a su mentalidad. Lo óptimo sería que a los niños se les pudiera oír y ver, pero no imitando a los adultos como en algunos programas actuales, sino atendiendo realmente a lo que ellos tienen que decir.
No. España es el único país de Europa que no tiene un órgano regulador a nivel estatal. Hay un Consejo Superior Audiovisual en Andalucía, en Navarra y en Cataluña, pero a nivel nacional todavía se está peleando para que se cree.
“España es el único país de Europa que no tiene un órgano regulador a nivel estatal”
No de mucho. La autorregulación está bien, pero siempre que presuponga una regulación. En la medida en que no haya una conciencia social y cívica de que la televisión es un bien social y que la autorregulación sirve para mejorar y no es un enemigo, las cosas poco pueden cambiar.
Estamos hablando de los valores formativos, educativos y entretenidos que todos nosotros, desde una cultura occidental, podemos asumir. Valores como el respeto, la tolerancia, la no discriminación, aquellos que todos conocen pero que curiosamente muchas veces no se cumplen.
En los países nórdicos, en Australia y Nueva Zelanda y, en general, en los países anglosajones hay una mayor conciencia sobre programación infantil. En estos países han consagrado una palabra básica, que es educación, tanto formal como informal. Saben que sin educación no hay crecimiento personal y, conscientes del poder educativo que pueden tener los medios audiovisuales, están invirtiendo en ellos.
La televisión hace 25 años era más cuidadosa, había una única pantalla y por supuesto existía una programación infantil que ahora ha desaparecido.
Los programas ideales son aquellos que intentan combinar en alguna medida tres elementos: entretenimiento, formación y educación. Es decir, una televisión que divierta pero que a la vez forme y eduque.
Los padres deberían encontrar un poco de tiempo para ver la televisión con sus hijos, de modo que sean intermediarios entre ellos y los contenidos, que ellos aprendan y nosotros aprendamos de ellos a la vez creando una complicidad entre ambos.