Estos días, durante la puesta de Sol, los aficionados a la astronomía pueden observar, con la ayuda de un telescopio, cómo Venus proyecta una media luna con los colores del arco iris. Este singular espectáculo se explica por la fase creciente que está atravesando el planeta, que desaparecerá bajo el fulgor del astro rey hasta el próximo diciembre.
El misterio gira en torno a los colores que modifican la habitual fisonomía de Venus. Según el experto en óptica atmosférica Les Cowley, la forma de la atmósfera es determinante para esta visión. La atmósfera está curvada alrededor de la Tierra y actúa como una «lente gigante» que curva los rayos de los objetos cerca del horizonte, lo que hace que parezcan más altos de lo que realmente están, explica Cowley.
Además, las luces azul y verde son proyectadas con más intensidad que la luz roja, lo que motiva que la imagen verde-azulada de Venus se aprecie más en el cielo que la imagen roja, produciendo un fuerte borde de colores verde y azul, con menos presencia del rojo. «Debido a la inestabilidad de la lente gigante, se produce una visión ondulante de Venus con todos los colores del arco iris», concluye Cowley.
Venus es el tercer objeto celeste más grande del firmamento, tras el Sol y la Luna. Puede llegar a alcanzar una proximidad máxima de 40 millones de kilómetros con respecto a la Tierra y gracias a su intenso reflejo y a su considerable tamaño, puede ser visto a plena luz del día y sin necesidad de instrumentos ópticos.