Su experiencia docente como profesor de Primaria, ESO y Formación Profesional, ha permitido a Víctor Maeztu, maestro, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y doctor en Pedagogía por la Universidad de Navarra, conocer muy de cerca el funcionamiento interno de los centros educativos. Unos conocimientos fundamentales a la hora de desarrollar su actual labor como consultor en Sistemas de Gestión de Calidad, especialmente en centros y administraciones educativas. Actualmente, Maeztu centra su dedicación en el recién creado Centro de Innovación Pedagógica Urkide, en el que participa asimismo el Colegio Urkide, heredero del Colegio Ursulinas de Vitoria, dedicado a la investigación de prácticas docentes innovadoras para ayudar al profesorado a desarrollar su labor docente en las aulas.
Ante todo la implantación de un Sistema de Gestión de Calidad significa introducir mejoras en el centro. Mejoras en la organización, en la gestión, en la estructura, en los procesos, en el uso de los recursos… Este sistema se inicia siempre con una detección de los problemas y deficiencias que afectan a la gestión del centro, y con la posterior propuesta de soluciones para resolverlos a través del desarrollo de planes integrales que afectan a la totalidad del centro.
Para los padres se hace todo más fácil, sobre todo en la parte administrativa
La implantación del sistema se nota externamente, porque la gestión está más sistematizada y ordenada. Para los padres se hace todo más fácil, sobre todo en la parte administrativa. Además, la Gestión de Calidad implica que haya una mayor información sobre cómo se hacen las cosas en el colegio, e incluye asimismo un sistema de sugerencias, quejas y reclamaciones al servicio de los padres. Estos son preguntados periódicamente por la satisfacción que le ofrecen los servicios del centro. En este sentido las familias están más contentas.
La implicación del profesorado es esencial. Por eso, en los centros públicos, a la hora de implantar un Sistema de Gestión de Calidad, se exige que el claustro lo apruebe con mayoría, para que no haya profesores que estén en contra del sistema, ya que la implantación es un trabajo en equipo y si el equipo no está de acuerdo es imposible llevarla a cabo.
Un Sistema de Gestión de Calidad ayuda a reorganizar las tareas docentes. El sistema de calidad obliga a gestionar el aula de una determinada manera, de modo que todos los profesores se rijan por los mismos criterios. Ya sea a la hora de evaluar, de apuntar las faltas de asistencia o de poner las notas. La gestión de calidad afecta a los detalles más minúsculos de la dinámica del aula.
El sistema de calidad conlleva que los criterios docentes se unifiquen
Efectivamente. El mayor problema que se presenta a la hora de implantar un sistema de calidad en un centro educativo es entrar en el aula. El viejo dicho “cada maestrillo tiene su librillo” es cierto, y en este caso el sistema de calidad choca frontalmente, ya que conlleva que los criterios docentes se unifiquen. Por ejemplo, si un profesor tiene una forma particular de evaluar, debe cambiarla para que sea similar en todas las aulas, de manera que los criterios de evaluación sean rituales en todo el centro. Aun así, aunque cueste al principio, al final los profesores se muestran satisfechos con el cambio, porque notan la mejoría. La sistematización de las buenas prácticas que hay en muchos profesores se intenta llevar dentro del aula con profesores y alumnos concretos, como un paso más en el sistema de calidad.
Lo más habitual en los centros educativos a la hora de certificar su modelo de gestión de acuerdo con criterios de calidad es optar por la norma ISO 9001. Otros van más allá y dirigen sus esfuerzos a obtener el sello de Excelencia Europea a través de la implantación del modelo Europeo de Gestión de la Calidad (EFQM). También podemos encontrar actualmente centros educativos que han obtenido la ISO 14000, que certifica el Sistema de Gestión Medioambiental del centro.
El proceso parte, en primer lugar, de la voluntad de querer implantar el Sistema de Gestión de Calidad en el centro, ya sea por parte de la Administración, en el caso de los centros públicos, o del propio centro en el caso de los privados y concertados. A partir de ahí, se contacta con una consultora que ayudará a poner en marcha el sistema.
Es necesario organizar lo que el propio centro hace de acuerdo a las normas que quieran implantar
La labor consiste en organizar lo que el propio centro hace de acuerdo a las normas que quieran implantar. Unas normas muy concretas en el caso de la ISO y un poco más extensas en el EFQM. Esta labor se desarrolla a través de sesiones de trabajo en las que se van identificando y redactando los procedimientos y los procesos que progresivamente se irán integrando en la dinámica de trabajo del centro. Posteriormente, una entidad certificadora se encargará de la evaluación y emitirá la certificación, siempre que el centro cumpla todos los requisitos establecidos en la norma.
El proceso, desde la toma de decisión de implantar un sistema de gestión de calidad hasta obtener la certificación, tarda entre un año y medio y dos años. Un primer año para establecer todo el sistema, elaborarlo, escribirlo y ponerlo en marcha, y otro medio año como mínimo de rodaje del sistema.
En el caso de la ISO, hay empresas auditoras externas que acuden al centro cada año o cada dos años para hacer una auditoría, en la que se comprueba que las cosas se están haciendo de la misma manera que cuando se obtuvo el certificado. El modelo de Excelencia Europea, sin embargo, persigue la mejora continua. Como se puede medir en puntos, las organizaciones normalmente optan por avanzar en su Sistema de Gestión de Calidad, de manera que puedan obtener el sello de Plata (más de 400 puntos) o de Oro (más de 500 puntos), en este caso, también es una auditoría externa la que certificará la mejora.