Adoptar un perro con responsabilidad y compromiso es una estupenda opción cuando hay niños en casa. De esta manera, aprovecharemos para enseñar a los pequeños, de primera mano, las consecuencias del abandono de animales. Algunas pautas que ayudan a que la familia con niños adopte con éxito son: explicar al niño en qué consiste la adopción, acudir toda la familia al albergue para adoptar al perro, implicar a los niños en el proceso de elección del animal y, una vez que el perro está en casa, educar al can entre todos.
Muchos padres tienen hijos a quienes les gustan los animales y que desean, además, tener un perro en casa. Los pequeños pueden llegar a ser muy insistentes cuando quieren algo, pero hay que hacerles entender que tener un animal no es un capricho, sino que implica grandes sacrificios y muchas responsabilidades. A continuación, se explican varias pautas para una familia con niños que decide adoptar un perro.
1. Explicar al niño en qué consiste la adopción
Una vez que el niño ha comprendido que toda la familia tomará una decisión importante, que implica compromiso y responsabilidad, es el momento de explicarle al niño en qué consiste la adopción de un animal. Conviene contarle que un albergue es un centro de recogida de animales que han abandonado sus dueños. Además, es un buen momento para que los pequeños sepan que la situación de los canes en el albergue es consecuencia de la decisión de tener un perro de manera irresponsable.
Es recomendable explicar a los niños que un albergue es un centro de recogida de animales que han abandonado sus dueños
Sin embargo, los padres no deben tener miedo de llevar a sus hijos a un albergue. No es un lugar donde puedan traumatizarse por la situación de los animales que viven allí. En estos centros, los canes están cuidados con esmero. «Velamos por su bienestar y comodidad y están en buenas condiciones», asegura José Luis Torres, veterinario del Albergue San Francisco de Asís de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid (SPAP). En estos centros, los perros están atendidos por personas a quienes les importan los animales y están muy implicadas en su cuidado.
Algunos centros de recogida de animales cuentan con un aula educativa donde reciben visitas de colegios. Allí, a los niños que visitan el albergue les explican por qué no hay que abandonar a los animales y lo importante que es adoptarlos en esos mismos albergues para darles la oportunidad de tener un nuevo hogar. Por lo tanto, es una oportunidad excelente para que toda la familia participe y disfrute del momento de la adopción del nuevo miembro de la misma.
2. La adopción no acaba en el albergue
La adopción es una decisión que se debe tomar de manera consensuada y responsable entre todas las personas que convivirán con el animal. Según datos de la Asociación para la Liberación y el Bienestar Animal, ALBA, cuatro de cada diez familias que acuden a este albergue para adoptar un animal son familias con niños.
La participación de los hijos en el proceso de adopción es recomendable porque, cuando el animal esté al fin en casa, será importante que los pequeños también participen en los cuidados del perro: paseos, cepillado, visitas al veterinario o baños. De esta manera, «los niños aprenden cómo es en realidad un perro: sus necesidades, peculiaridades como especie y su forma de relacionarse», explica José Luis Torres.
3. Participación de los niños en el proceso de selección del animal
El animal adoptado deberá adaptarse a nuestro estilo de vida. No hay reglas fijas sobre qué perro es idóneo para convivir con niños. Aunque determinadas razas son más apropiadas que otras.
Un aspecto fundamental es el carácter del perro. Es recomendable que el animal sea paciente, tranquilo y que le guste jugar. Si se tienen niños, al adoptar, José Luis Torres aconseja «elegir un perro de entre ocho meses y dos años de edad, que no sea muy cachorro, sino un animal joven, pero ya formado y sin los inconvenientes de un cachorro, que supone demasiado trabajo».
La participación de los niños en el proceso de adopción es recomendable, ya que una vez en casa, el pequeño debe colaborar en su cuidado
Los responsables del albergue serán quienes mejor puedan asesorar sobre el animal que más se adapta al estilo de vida de la familia. No es lo mismo tener mucho tiempo libre o poco, vivir en un piso en la ciudad o en un chalé con jardín. «No hay reglas fijas porque cada animal es diferente y no podemos asignar un determinado carácter a un perro por ser grande o pequeño, mayor o joven», explica Maite Yepes, portavoz de la asociación A.L.B.A.
4. El perro ya está en casa: la importancia de la educación
Una vez que el perro está en casa, comienza una andadura sacrificada, pero también muy satisfactoria. Sin embargo, hay que sentar unas bases adecuadas desde el principio de la convivencia para que nazca esa mágica relación de amistad que se crea entre el niño y el perro.
Para José Luis Torres, el hecho de que un niño tenga un animal en casa le ayuda a aprender a relacionarse con los animales, «así como a respetarles y a cuidarles porque se dan cuenta de que son seres vivos con necesidades similares a ellos: cariño, alimento o atención sanitaria».
La educación del animal o marcarle ciertas pautas básicas de obediencia es fundamental para lograr una convivencia sin problemas. Por su parte, los padres cumplen un papel importante para enseñar también al niño cómo tratar al perro de manera adecuada: respetar su tiempo de descanso, no considerarle un juguete o no causarle daño físico o psicológico.
Implicar desde el principio al niño en la decisión de adoptar un perro.
Asegurarse de que el niño entiende qué es un albergue, por qué hay que adoptar o las consecuencias del cuidado irresponsable de un animal.
Explicarle al niño, en el albergue, las consecuencias del abandono y el sufrimiento de los animales.
Educar al perro para que se adapte sin problemas a la convivencia en casa y respete ciertas normas básicas.