Cada vez son más las ciudades españolas que permiten el acceso de perros en medios de transporte públicos: Metro Barcelona permite la entrada de canes, también los trenes Cercanías, autobuses de EMT en Palma y, dentro de poco, Metro de Madrid. Cada localidad y transporte tiene su normativa, pero hay una que es común en casi todos: los perros que viajen deberán ir provistos de correa y bozal. En este artículo se explica qué bozal comprar para el perro y todos los trucos para acostumbrarle al bozal.
Bozales para perros: necesarios para viajar en transporte público
Casi el 100% de los perros urbanitas están acostumbrados a caminar con correa sin problema, ya que se les ha acostumbrado desde cachorros. Si aún no se ha hecho y el can tira de la correa, se debería empezar a trabajar en ello cuanto antes.
El problema puede ser que el perro no tolere el bozal porque nunca ha tenido la necesidad de usarlo, a excepción de los canes considerados potencialmente peligrosos, que tienen la obligación de pasear siempre con bozal. Pero si hay que viajar con el perro en metro, tren o bus, y no se quiere tener una experiencia desastrosa, se deberá dedicar bastante tiempo y paciencia y preparar con antelación a la mascota para tolerar el bozal.
¿Qué bozal para perros comprar?
En el mercado se pueden encontrar dos tipos de bozales: bozales de tela y bozales de cesta. Los bozales de tela deben ser usados en momentos puntuales, recuerdan los expertos, ya que este tipo de bozal impide al can abrir la boca para comer, beber o jadear. No se debe olvidar que el jadeo puede ser peligroso para el animal, sobre todo en los días calurosos. Mientras que el cuerpo humano utiliza la sudoración para expulsar el calor, los perros solo sudan a través de las almohadillas y, en mayor medida, con el jadeo.
¿Por qué no son aconsejables los bozales de tela para los canes? No hay problema si se emplea este bozal solo para viajar con el perro en tren, bus o metro un trayecto corto, y siempre que no haga calor en el habitáculo. Pero los ruidos y otros canes pueden poner nerviosa a la mascota. En este caso, el bozal de tela será un problema: el estrés incrementa el jadeo del perro, pero estos bozales lo dificultan, por lo que el can se pondrá más nervioso, convirtiendo el viaje en transporte público en una experiencia negativa.
Los bozales de cesta son mucho más recomendables, ya que permiten al perro abrir un poco la boca para jadear e, incluso, algunos no complican que se le puedan dar golosinas a través de sus agujeros. Si no, siempre queda poder hacerlos con cuidado con unas tijeras.
Además, existe una variante que, aunque estéticamente puede parecer algo agresiva, está diseñada pensando en el bienestar y seguridad del can: el bozal tipo baskerville. Mientras que la mayoría de bozales para perros convencionales pueden ser arrancados con facilidad por el can con su pata, o ayudándose con el suelo o la pared, el bozal baskerville cuenta con varias cintas de seguridad que impiden que el perro pueda zafarse de él. Además, estos bozales tienen un hueco a la altura de su boca a través del cual se le puede premiar, algo indispensable si se quiere positivizar un bozal, es decir, que el can lo asocie con una experiencia agradable.
¿Cómo acostumbrar a tu perro al bozal? Trucos
Lo más importante para convertir el bozal en algo positivo para el perro es armarse de paciencia y no esperar resultados el primer día. Las prisas u obligar a la mascota a tolerar algo demasiado pronto suelen conseguir el efecto contrario. Lo más conveniente es tomarse al menos una semana para, poco a poco, asegurarse de que el bozal está presente en todas las cosas que más le gustan al can: comer, jugar, pasar tiempo con su dueño, etc.
Tan solo hay que dejar el bozal cerca, sin enseñárselo demasiado ni darle importancia. Es recomendable dejárselo a su lado cuando coma, tenerlo en la mano mientras se juega con él o se le acaricia y dejarlo a su alcance de vez en cuando para que lo olisquee y se familiarice con él. Hay que asegurarse de que no lo muerde ni lo trata como un juguete más, pero tampoco se le debe regañar o castigar si lo hace. En este caso, es suficiente retirarlo sin darle importancia. ¡Y premiarle cada vez que se acerque al bozal por su propia pata!
Poco a poco, una vez que tenga claro que el bozal no supone una amenaza para él, hay que hacérselo más presente. Se puede probar a engancharlo o atarlo en la correa, de modo que quede a su altura mientras pasea. Este truco funciona siempre y cuando los paseos sean sanos y no supongan estrés ni para él ni para su humano.
Tras un par de días siguiendo todos los pasos anteriores, ya se puede probar a ponerle el bozal tan solo unos segundos, sin abrocharlo. Se debe repetir este proceso tres o cuatro veces al día, premiándole siempre una vez que se le quite el bozal (no hay que sobrepasar los tres o cuatro segundos). Si la respuesta es positiva, se puede también echar unas golosinas en el fondo de la cesta y dejar que el perro meta el morro para cogerlas.
Se puede ir aumentando de forma progresiva los segundos que el can pasa con el bozal puesto, siempre que no haya una respuesta negativa en él, y retrocediendo en el proceso, si se ve que se ha excedido con los segundos. Si todo va bien, se puede intentar abrochar el bozal y, al igual que antes, retirarlo en tres o cuatro segundos con suavidad y premiar otra vez.
¿Otro truco? Cuando se abroche el bozal al perro, es muy importante hacerlo siempre sentado a su altura, sin invadir demasiado su espacio vital ni hacerlo con el cuerpo o brazos por encima de su cabeza, ya que eso podría crearle una sensación de indefensión y lo que se busca es que esté lo más relajado posible.
Si, tras varios días probando esto en casa, se observa que el animal está tranquilo y aguanta incluso algunos minutos, se puede empezar a hacer salidas a la calle con el bozal puesto, premiándole todo el tiempo que lo lleve. No hay que excederse con el tiempo para que el can no se ponga nervioso, pues no hay nada peor que quitárselo porque se ha puesto nervioso. Así que lo conveniente es adelantarse a los acontecimientos y si se cree que la experiencia no le está gustando, quitárselo sin darle mucha importancia y premiándole de nuevo.
Si se consigue que el perro tolere el bozal como una rutina más en su paseo, se habrá logrado positivizar el bozal y ya estará listo para moverse en transporte público con él, llevarlo al veterinario evitando así que pueda morder o ponérselo si se pasa por alguna zona en la que haya restos de cosas que no se quiere que coja con su boca.