Criar en casa a un perro recién nacido implica cuidar aspectos como la humedad de la habitación de los cachorros y conocer la importancia que tiene la temperatura para los neonatos. Los perros nacen ciegos y sordos y, hasta que cumplen tres semanas de vida, tienen escasa movilidad. Son muy dependientes de los cuidados de la madre o, en su ausencia, de sus dueños. Proporcionar el alimento suplementario que necesiten y velar por el desarrollo emocional de los cachorros es esencial para atender a un cachorro de perro recién nacido.
Tras el parto de la perra, es recomendable comprobar el estado de salud de los pequeños cachorros. Es importante asegurarnos de que no tienen ningún problema, sino que están sanos y fuertes. Uno de los indicadores más fiables sobre el correcto desarrollo del perro recién nacido es su peso, que tiene que ser acorde a su edad y raza. Para asegurarnos de que es así, se debe pesar a los cachorros a diario, para comprobar que duplican su peso entre el séptimo y el décimo día de vida.
Humedad de la habitación de los cachorros
Las hembras, en general, son capaces de cuidar de su prole sin problemas. Si tienen suficiente leche y se les provee de un lugar de descanso apropiado, con una humedad y temperatura adecuadas, lo más probable es que las tres primeras semanas de vida de los cachorros, que son las más delicadas, transcurran con normalidad y sin problemas.
El alojamiento de la hembra y su manada debe tener una humedad del 55%
Para que el alojamiento de la madre y los cachorros sea adecuado y confortable, sobre todo, hay que tener en cuenta que la humedad de la habitación oscile entre un 55% y un 65%. De esta manera, los neonatos no se deshidratarán. Sin embargo, el porcentaje de agua en el aire tampoco debe ser muy elevado porque, entonces, habrá riesgo de que los pequeños contraigan enfermedades provocadas por los hongos, que crecen en ambientes muy húmedos y cálidos.
La importancia de la temperatura para los neonatos
El cachorro no tiembla hasta las tres semanas de vida, por lo que tampoco sabe protegerse del frío
Los perros recién nacidos no tienen desarrollados los mecanismos de defensa corporales que les permitirían mantener una temperatura adecuada. Cuando tienen frío no tiemblan, hasta que han superado las tres semanas de edad. Por ello, es fundamental ayudarles a que mantengan una temperatura corporal adecuada. La primera semana de vida, esta ha de oscilar entre 30ºC y 32ºC. En la segunda semana, la temperatura se puede reducir hasta los 26ºC o 28 ºC y, a partir de la tercera semana, son adecuados los 22ºC.
Si la temperatura ambiental es demasiado baja, se produce hipotermia en los cachorros, que se traduce en la falta de actividad del perro -o de movimiento-, por lo que no podrá mamar y puede morir si no se remedia a tiempo.
Alimento suplementario para el pequeño perro
La producción de leche de la madre comienza a disminuir cuando ha transcurrido un mes desde el nacimiento de los cachorros. Para entonces, sin embargo, las necesidades alimenticias de los pequeños perros siguen en progresión. Por ello, es recomendable aportarles alimento extra de manera paulatina a partir de la tercera semana de edad.
En el mercado se venden papillas, pero otra opción es utilizar el pienso específico para cachorros, al que se puede añadir agua para que adquiera textura de papilla. La ventaja de esta alternativa es que, cuando llegue el momento de separarse de la madre, alrededor de las siete semanas de vida, el cachorro estará muy bien adaptado a su nuevo alimento.
Otro aspecto destacado es que, tanto la madre como los cachorros, tienen que desparasitarse con cierta frecuencia. También se debe comenzar con el calendario de vacunaciones para garantizar la salud de los animales. Quien mejor nos puede asesorar sobre ambos aspectos es el veterinario, que aconsejará a la vez sobre la alimentación más adecuada tanto para la hembra que acaba de parir, como para los cachorros.
Desarrollo emocional de los cachorros
El período más importante para que el cachorro aprenda a ser sociable es el comprendido entre las tres y las doce primeras semanas de vida. Es entonces cuando el perro aprende más sobre situaciones nuevas. Según Manuel Lázaro, veterinario de la clínica Mirasierra de Madrid, «es importante acariciar a los cachorros a partir de los 15 días de vida, cuando abren los ojos, porque estos contactos físicos, unidos a nuestra voz y otros sonidos que no sean estridentes, ayudan al cachorro a adaptarse a su nuevo entorno».
Una correcta sociabilización ayuda al perro a relacionarse con las personas y otros animales
Una correcta sociabilización le ayudará a controlarse cuando muerda a la hembra y hermanos mientras juega, para no hacerles daño, y le facilitará no tener miedo a los sonidos o a relacionarse con personas y otros animales. Las experiencias que el cachorro no viva, serán más difíciles de asimilar y aceptar cuando sea adulto. Un ejemplo: si no se relaciona con personas u otros perros, lo más probable es que, cuando pasen unos años, se muestre agresivo con sus congéneres, además de tímido y miedoso con las personas.
Junto con las vivencias con humanos y animales, el cachorro será un perro más equilibrado y mejor sociabilizado si está con su madre y hermanos, como mínimo, hasta las ocho semanas de edad. De ellos aprenderá las normas para relacionarse con otros congéneres: cómo jugar, cómo acatar la jerarquía de la manada o cómo comunicarse. Estas cuestiones le serán de vital utilidad para desenvolverse con soltura entre las personas.
1. Revisar el estado general de los cachorros cuando nacen para detectar posibles malformaciones o problemas de salud.
2. Cuidar el alojamiento de la madre y los cachorros, sobre todo, con respecto a la temperatura y humedad ambientales.
3. Pesar a diario a los neonatos para comprobar que aumentan de peso.
4. A partir de la tercera semana de edad, los pequeños perros necesitan un aporte suplementario de alimento.
5. Mantener al cachorro con su madre y hermanos hasta las siete semanas de vida, para que aprenda las pautas de comportamiento adecuadas.
6. Sociabilizar bien al cachorro incluye la relación con personas y otros animales, así como la experimentación de vivencias distintas.