La sordera no es extraña entre los perros: uno de cada cinco canes tiene problemas para oír, de forma total o parcial. Sin embargo, los que no oyen arrastran mentiras y prejuicios poco fundados -e incluso crueles- que deben desmontarse. Este artículo derriba cinco mentiras sobre los perros sordos que todo amante de los animales debe conocer: que no ladran o no pueden ser educados, que es imposible entenderse con ellos, que son agresivos, que no pueden convivir con niños o que todos los canes blancos son sordos.
Mentira 1. Los perros sordos no ladran
Los problemas de audición no son extraños entre los canes. Uno de cada cinco perros padece sordera, parcial o total, según la Asociación Americana de Veterinarios. Estos peludos compañeros, sin embargo, son víctimas frecuentes de mentiras que dificultan su adopción. ¿La primera de ellas? Los perros sordos no ladran. Falso.
Los perros sordos sí pueden ladrar y aprender y también es posible comunicarse con ellos mediante señales y gestos
Los canes sordos, con problemas de audición, no tienen por qué tener problemas de vocalización. Esta confusión, sin embargo, es una de las más habituales. «Los perros que no oyen, a pesar de su discapacidad física, son canes como los demás, que juegan con los niños, pasean con nosotros, persiguen pelotas y, por supuesto… ladran!«, explica la Fundación para la Educación del Perro Sordo, una asociación que lucha por los derechos que los canes con problemas de audición.
Algunos perros sordos desde su nacimiento, sin embargo, sí pueden ladrar en un rango de frecuencias e intensidades algo distintas a las que usan sus compañeros oyentes.
También conviene recordar que algunos canes con problemas para oír conservan lo que los expertos denominan una «audición residual«. Estos peludos amigos reaccionan ante la vibración de los sonidos e incluso aprenden que tanto sus dueños como sus congéneres responden ante sus ladridos.
Mentira 2. Los perros sordos no pueden ser educados
Un perro sordo no será capaz de interpretar nuestras palabras ni de entender pautas a través de nuestra voz. Sin embargo, los canes que no oyen también aprenden.
La clave para educar a un perro sordo es sustituir las pautas sonoras por otras visuales o gestos, un auténtico reto de amor que no tardará en tener su recompensa: el cariño a raudales y la felicidad del can sordo.
Mentira 3. No es posible entenderse con un perro sordo
Los niños que conviven con perros sordos deben entender que el can no puede oírles
Los peludos compañeros son expertos en observar a sus dueños y, en consecuencia, no tardan en aprender a interpretar nuestros gestos y lenguaje corporal. Esto explica que algunos educadores caninos incluso hayan desarrollado un lenguaje de signos para comunicarse con perros sordos.
¿Algunos trucos para entenderse con el can que no oye? «Utilizar signos muy sencillos, repetir los gestos con frecuencia y premiar al perro sordo cuando logra entendernos«, explica la Asociación de Terapeutas del Comportamiento para Mascotas.
Mentira 4. Los perros sordos no pueden vivir con niños y son agresivos
El desconocimiento es la madre de la osadía y, en consecuencia, de mentiras poco fundadas. También cuando se trata de los canes. Y, en este caso, de los perros que no oyen.
«Un sinfín de mentiras han surgido alrededor de los canes sordos; entre ellas, que no deben convivir con niños o que suelen ser agresivos. Sin embargo, estos prejuicios distan mucho de ser ciertos», asegura el colectivo Dog Trust, de defensa de los animales.
Cada perro, como cada persona, tiene sus particularidades. Cuando un can sordo entra en casa, es esencial explicar a los niños que su peludo amigo no oye y hacerles partícipes del lenguaje de signos para perros que utilice el resto de la familia.
Mentira 5. Todos los perros blancos son sordos
La sordera del can puede tener diversas causas. Algunos perros pierden su audición como consecuencia de una enfermedad o infección de oídos grave, otros por un trauma o por su avanzada edad. Estas afecciones pueden ocurrirle a cualquier can: negros, marrones o blancos.
Otras sorderas, sin embargo, sí tienen un origen genético y -en consecuencia- son hereditarias de padres y madres a sus cachorros. «La sordera hereditaria del perro está relacionada con los genes que determinan el color blanco o la falta de pigmentación del pelo y los ojos; cuando el oído interno carece de pigmentación, el desarrollo de este delicado órgano puede frenarse, con la resultante posible sordera», explica la veterinaria Morag Heirs, de la Asociación de Entrenadores Caninos de Reino Unido.
Sin embargo, los problemas auditivos hereditarios no son exclusivos de los perros blancos, ya que la sordera canina genética ha sido reconocida en 85 razas distintas: desde los dálmatas, perros setter, cockers, galgos, beagles, bull terriers y yorkshires de diferentes colores. Y, por descontado, a pesar de su pigmentación, no todos ellos son sordos.